Excepto por algunas referencias, la serie de películas es desconocida para la mayoría del público que asiste masivamente a las salas. Halloween (2018), es una secuela directa de el clásico Halloween de John Carpenter del1978, la cual obvia todas las secuelas que hay entre estas. La icónica melodía y la máscara blanca del asesino en serie Michael Myers son las facciones más conocidas de la saga. En esta nueva película, Carpenter pudo integrar su trabajo cinematográficamente y así mantener un cierto valor de la original.
En los primeros minutos de la película actual, se establecen dos personajes, que nos guían hacia el presente de Michael Myers. Dos periodistas están haciendo una investigación del personaje de Myers y sus asesinatos. Con esta acción se pretende lograr dos objetivos: para el espectador ignorante, se le presenta una atmosfera, una plataforma que se logra a través de entrevistas con el psiquiatra del asesino. El hecho de que el psiquiatra muestre un interés sorprendente en el asesinato y la personalidad del hombre comienza a despertarnos nuestras sospechas y curiosidad.
Durante una visita, experimentamos una de las escenas más emocionantes de la obra: la primera confrontación directa con el asesino. Encadenado, con poca libertad de movimiento y dando la espalda, Michael Myers no dice una sola palabra, técnicamente, su sobrenatural apariencia y aplastante presencia se implementa adecuadamente con diversos efectos visuales y auditivos. Hasta ahí conocemos a nuestro monstruo.
En el siguiente paso, se nos presenta a Laurie Strode, sobreviviente a los ataques de hace cuarenta años por parte del asesino. Los dos periodistas sirven así como una introducción al mundo de Michael Myers, ambos carecen de importancia e interés. Esta intervención funciona de forma narrativa, pero no tiene un efecto en secuencias posteriores.
En Halloween (2018), rápidamente queda claro cuál es la premisa de la película: el cazador debe ser cazado. Laurie Strode está preparada para todo, se presenta como una sobreviviente e incluso somete a su hija a un entrenamiento militar básico. Ahora, en mi opinión, hay dos formas de hacer que este núcleo sea atractivo. Ambos requieren una cierta consistencia, y ambas ideas opuestas se pueden encontrar en la película actual.
¿Cómo no reconocer la presencia de Jamie Lee Curtis? Cuatro décadas después, incorpora a una Laurie que puede controlar su imaginación, su fuerza física y, finalmente, parece que los papeles pueden y deben ser atribuidos a los actores de todas las edades y más las mujeres.
Nos puede sorprender el sesgo de David Gordon Green, director atípico de este género. El director no pierde mucho tiempo y va directo al grano, sin muchos eventos gratuitos increíbles, como abundan en el cine de terror de hoy en día. Green facilita la narrativa, le da al espacio narrativo dimensiones insospechadas, construye un personaje principal alrededor del cual todo gira, además de aprovechar la inevitable presencia de Michael Myers y su indestructibilidad, como si encarnara el origen del mal siempre presente, sine qua non. Este extraño juego entre las fuerzas del bien y el mal se transforma en un juego narrativo preciso con expectativas exigentes y permisivas.
Pero esto no justifica muchas decisiones. Quizás por miedo, quizás por desinterés, quizás por falta de reflexión teórica, David Gordon Green elige no arriesgarse en ese terreno. Su película pierde un componente fundamental, y es la credibilidad. Porque, por ejemplo, si en la película original de Carpenter los diálogos son triviales y tenían como contrapunto el hecho de que el Mal estaba por allí, en la película de Gordon Green están presentes discursos similares pero con la variedad de que no tienen ni una onza de la tensión creada por Carpenter, porque sabemos que el mal vendrá, pero el punto es que no sabemos cuándo ni dónde. En esta versión, Myers siempre está esperando pacientemente para atacar. No hay anticipación.
Así que incluso el interesante descubrimiento narrativo de la construcción del personaje de Jamie Lee Curtis como una mujer con problemas mentales, obsesionada con la idea y el placer de venganza contra el asesino en serie que arruinó su vida, parece ser más de lo mismo. Una idea simple, incapaz de construir un discurso, aunque mínimamente estratificada.
Lo que le falta a David Gordon Green, y que básicamente ni siquiera le preocupa a Carpenter, es la identificación con este ente de maldad. Porque para asustar al público, incluso el director debe ser capaz de sumergirse en esos temores, de hacerlos propios, de creerlos. Y, evidentemente, Gordon Green no cree en la existencia del hombre de la máscara blanca y vestido de negro, simplemente porque no es su creación.
Si escoges ver este tipo de películas debes saber que todo es válido y no esperes mucha elaboración y profundidad en su trama. Desde sus inicios, el sub-genero Slasher se ha caracterizado por esto. Lo que si tendrás es mucha violencia y muerte. Para los nostálgicos, esto es un regreso a casa del estilo Carpenter visto desde un ángulo nuevo, pero no impregnado con el mismo fervor, probablemente, frente a un monstruo de los excesos de un Estados Unidos en declive.