Colette inicia cuando Henri Gauthier-Villars, mejor conocido como Willy (Dominic West), se compromete con Sidonie-Gabrielle Colette (Keira Knightley). Willy es un escritor, pero cuando los 
problemas de dinero se vuelven complicados, descubre un antiguo manuscrito escrito por Colette. Este resulta en una publicación llamada “Claudine” la cual se convierte en un gran éxito. Tres secuelas seguirían en los próximos tres años, Claudine se vuelve popular y hay discusiones sobre obras teatrales e incluso derechos cinematográficos.
Sintiéndose atrapada en un matrimonio y sin voz, Colette comienza a explorar una nueva sexualidad. Es en ese descubrimiento que inicia una aventura con la bella sureña Georgie Raoul-Duval (Eleanor Tomlinson), seguida de una relación con Marquise de Belbeuf o "Missy" (Denise Gough). La historia describe a Missy como lesbiana, pero Colette se refiere a Missy por pronombres masculinos, lo que puede sugerir que Missy debería ser vista como transgénero. Además, la película crea una historia fascinante entre Colette y Missy. Sin embargo, en la raíz de esta relación también se encuentra el mayor de los problemas del filme. Missy es un personaje absolutamente interesante, viste de traje, lleva el pelo muy corto y se comporta de una manera masculina. Gough está increíble en el papel. Sin embargo, la película pasa tanto tiempo desarrollando la relación de Willy / Colette que descuida sus plot subsecuentes. La historia que muestra a estas dos mujeres, que se atreven a vivir sus vidas como ellas lo desean, desaparece abruptamente de la trama.
Knightley maneja el papel de manera brillante, asumiendo el personaje de Collette en dos décadas de su vida. Colette era una mujer que no tenía miedo. Para la época en que vivió, algunas de las cosas que hizo fueron poco comunes para las mujeres, especialmente en público. Knightley evoluciona de una manera adecuada, se mueve no solo en el avance de los años de su personaje, sino también en los cambios de personalidad que esta experimenta.
Actuando como antagonista de Knightley, se encuentra el “Willy” de Dominic West, un bon vivant, charlatán, glotón, frecuentador de burdeles y, sin embargo, encantador, simpático y un hombre que realmente ama a su esposa, a su manera. La película podría haber convertido fácilmente a Willy en un antagonista puro que limita a Colette para que no logre notoriedad o que utiliza su inteligencia únicamente como un método para venderse a sí mismo. Pero el guión y el desempeño de West lo impiden, y en lugar de presentar a Willy como un hombre que se flexiona fuera de los límites de su sociedad pero que todavía tiene una creencia patriarcal, lo presenta como un gran colaborador, que no ve nada de malo en compartir logros. Willy también reconoce tácitamente las capacidades de su esposa y, con el tiempo, las apoya, siempre y cuando lo enriquezcan.
El director Westmoreland y su equipo de producción hacen un trabajo encantador. El vestuario de Andrea Flesch captura los estilos icónicos de Colette y las cambiantes modas parisinas que se presentan a principios del siglo XX. La musicalización de Thomas Adès, que es conocido principalmente por su trabajo clásico, no suena como una partitura de película típica de estos tiempos. Aunque utiliza notas muy altas en momentos dramáticos que podrían sacar de contexto, de alguna manera, las actuaciones y el dominio de escena de su director se vuelven protagonistas y nos hace obviar por momentos, los estridentes sonidos.
Colette es una película de época bellamente recreada. El director Wash Westmoreland combina el trabajo estelar de su equipo creativo con el desempeño de Keira Knightley para crear una película interesante. Si bien Keira siempre es buena, eleva su juego a otro nivel en este rol.
