La verosimilitud tiene poca validez en este tipo de películas norteamericanas, y no es la primera vez. Peppermint es una película convencional que se produce con el objetivo de atraer al mayor 
número de espectadores en la perspectiva de la industria cinematográfica actual de Hollywood, impulsada, en parte, por una porción de actores económicos y expectativas muy altas, probablemente defensores de un gobierno desordenado.
Resulta triste también, porque Jennifer Garner, más atlética que nunca, una vez más es respaldada por la regla de que la masculinidad domina el mundo, y que para hacer honor a este poder hormonal, las nuevas Amazonas deben actuar a su imagen. Metafóricamente hablando, vemos un género humano, dispuesto a defender su honor en una buena causa, incluso si se trata de convocar al inmejorable Charles Bronson en Death Wish (1974).
Como casi en todas las películas donde es una cuestión de venganza, esta será tomada en las manos de nuestros protagonistas porque las autoridades no actúan, por lo tanto, las circunstancias empujan a nuestros protagonistas a hacerlo por ellos mismos, basándose en la famosa y polémica Segunda Enmienda.
En cuanto a Pierre Morel, desertor transalpino bendecido por los principales productores en América del Norte, y autor de películas de acción de la Serie “Taken” con Liam Neeson, tiene una carrera que continúa entre el arte de manejar el género y la libertad excesiva para dar forma al material cinematográfico a su voluntad. Después de todo, el público en general no pregunta demasiado cuando esto ocurre. Y Jennifer Garner que no ha perdido nada de su legendaria elegancia, debe deshacerse de los sinvergüenzas de este mundo con una determinación impresionante, todo esto reteniendo con dignidad su feminidad.
Peppermint sería un ejercicio bastante mundano si no fuera por el encanto de Garner, quien hace lo máximo que puede con un personaje que tiene una sola nota . La actriz muestra la misma facilidad para presentar ambos tipos de personalidad: la madre solícita y la implacable asesina buscadora de venganza. Podemos sentir su dolor detrás de la misión de Riley, que se debe enteramente al rendimiento de Garner. Morel está demasiado ocupado descifrando cómo aprovechar al máximo el recuento de cadáveres para saber qué podría haber aportado a este material. Lo único que logra “Peppermint”, después de Proud Mary, Traffik y Breaking In, es consolidar 2018 como el año en que Hollywood demostró ser incapaz de producir una película de acción liderada por una mujer.
