En la Nochebuena de 1985, aparentemente después de meses de preparación, 140 valiosos artefactos de varias secciones del Museo Nacional de Antropología en México fueron robados. Una versión ficticia de este evento es contada por Alonso Ruizpalacios en su última película "Museo".
Debido a que los ladrones Juan Nuñez (Gael García Bernal) y Benjamín Wilson (Leonardo Ortizgris) se conocen desde la infancia y han planeado durante mucho tiempo el robo, tienen que decidir qué hacer con los artefactos sustraídos, siendo este el verdadero reto. El robo fue bastante simple: las cerraduras estaban prácticamente abiertas, los dispositivos de alarma no eran complicados de invalidar, todo esto es porque el Museo, para ese entonces, estaba en plena remodelación y los guardias de seguridad celebraban la navidad. El robo se efectúa con poca elegancia, pero con un resultado bastante sólido. Aquí Alonso Ruizpalacio intercala imágenes interesantes en las que presenta las vitrinas vacías y las caras de los ladrones en formato de fotografía.
El Juan en esta película, un hombre que está en sus treintas, aún vive con sus padres y no termina sus estudios de veterinaria. Tiene aproximadamente siete años escribiendo su tesis, y aparentemente no quiere terminarla, no tiene ambiciones reales, trabaja poco, y es un mantenido. Con este robo ahora podría demostrar a todos que está hecho de algo. Tal vez ni siquiera pensó que tan altas serían las consecuencias de este acto.
En “Museo”, la idea de que los dos no saben lo que están haciendo se repite, porque, por supuesto, el robo de tantos artefactos significativos causaría mucha atención, y los protagonistas no contaban con eso, agregando que ni siquiera habían pensado en cómo deshacerse de las cosas después. Y es por eso que posterior al robo, se sientan allí, con piezas que valen millones de dólares, sin recibir oferta alguna o con temor de salir a venderlas.
Además de contar una historia y abundar acerca de la madurez de los personajes principales, Ruizpalacios también habla del manejo de artefactos históricos en general. Aquí, el robo de los dos hombres contrasta el enfoque de los arqueólogos y otros científicos que alejan hallazgos importantes de sus localidades originales. ¿No es eso una especie de robo?
Luego que el robo es efectuado, los artefactos se convierten en un McGuffin y para darle paso a una “road movie”, se explora el país a lo largo y ancho, tanto en el presente como en el pasado, enseñándonos sus playas y sitios arqueológicos. Un viaje que también incluye la presencia como protagonista del actor nacional Gael García Bernal, reconocido como tal en una mordaza que rompe la convención cinematográfica. Gael, es considerado el nuevo astronauta de Palenque y embajador de México en el mundo.
Y, por supuesto Ruizpalacios cuenta en un subtexto algo sobre el pueblo mexicano y su alma, que se ha quedado atascada en algún lugar entre las culturas precolombinas y la industria cultural de Estados Unidos. Con orgullo, el cineasta trae la historia de los mayas y los aztecas contra cualquier ataque de los gringos; la preocupación y el repudio nacional al robo; nos deja ver que el pueblo posiblemente aun tenga ese arraigo a su descendencia, pero el interés de los ladrones en venderle las piezas a cualquier comprador extranjero, no puede implicar, que los mexicanos aman su pasado, pero no conocen su valor.
Que el robo haya sido real, y que se llevará a cabo en la víspera de Navidad, de la manera que es presentado, no es pura coincidencia: Para evitar tener que hacer su papel anual de Santa Claus la noche del robo, Juan les cuenta a los niños de la familia que Santa Claus en realidad son sus padres, destruyendo el único mito importado con el fin de darle paso al robo de parte de la cultura mexicana.
Los robos han demostrado durante mucho tiempo ser uno de las categorías favoritas del cine. Afortunadamente, no hay escasez de enfoques diferentes para lo que se ha convertido en una premisa muy familiar en la pantalla. “Museo” ofrece una visión distinta, escrita por el guionista y director Alonso Ruizpalacios y Manuel Alcalá.
La actuación de Gael García Bernal está inspirada en “una réplica de la realidad”, como la misma película clama, creando el contexto de que el robo efectuado si ocurrió, pero utilizando personajes y elementos de la ficción. Ese es solo uno de sus toques lúdicos, ya que es una película que sabe cómo escenificar el evento principal de manera llamativa, pero también sabe cómo ponderar todo, desde el control de los artefactos históricos hasta los vínculos de la amistad y las relaciones padre-hijo. El director lo hace con una sonrisa descarada y con confianza estilística.