En el centro de la trama se encuentra la profesora de economía Rachel Chu (Constance Wu), cuya madre soltera Kerry (Tan Kheng Hua) una vez emigró con ella desde China a los Estados Unidos. Ella ha estado saliendo con el carismático Nick Young (Henry Golding) por 2 años, y ahora lo acompañará a la boda de su mejor amigo Colin (Chris Pang) en Singapur, en donde conocerá a su familia. En el vuelo que los dos toman, para la sorpresa de Rachel, descubre que Nick es de los círculos más ricos de toda Asia. De su amiga de universidad, Peik Lin Goh (Awkwafina), se entera que la boda se considera unos de los eventos del siglo y que los Young también se encuentran entre las dinastías más influyentes del continente. La madre de Nick, Eleanor (Michelle Yeoh), instantáneamente hace que Rachel se sienta como si no fuera "una de ellas" por su crianza en los Estados Unidos y por el pasado de clase trabajadora de su madre, por lo que según ella, no es adecuada para Nick.
La película de Jon M. Chu es una adaptación de la novela Crazy Rich Asians de Kevin Kwan, publicada en 2013, que incorporó sus experiencias infantiles en Singapur. La mezcla de amor, ingenio y un examen serio del origen, tradición y clasicismo, tuvo tanto éxito que se siguieron más volúmenes en el 2015 y 2017. “Crazy Rich Asians” es la primera producción de un gran estudio de EE. UU. desde The Joy of Luck, (1993) de Wayne Wang, que presenta una historia contemporánea con un elenco completamente asiático.
Podemos llamar a “Crazy Rich” un cuento de hadas moderno. La amigable pero combativa Rachel usa rasgos de Cenicienta; Nick es un típico Príncipe Encantador, y Eleanor puede interpretarse como una bruja malvada que amenaza con destruir la suerte de la pareja. El próximo mejor amigo de Rachel, Oliver (Nico Santos) apoya y asesora a nuestra heroína en un radical cambio de apariencia. Además de eso, hay elementos de telenovelas, como desagradables intrigas de ex amantes o asuntos del pasado no explicados. Jon M. Chu, quien anteriormente fue responsable de GI Joe Retaliation (2013) y Now You See Me (2016), empaqueta esta historia en imágenes elegantes, que a menudo transcurren en un ritmo rápido.
La problemática aquí es la presentación del contraste entre ricos y pobres. Lo que en teoría podría haber sido una confrontación cultural a los valores cambiantes, se diluye al solo hecho de que una familia súper rica puede no salir con nadie de la gente común, incluso si este personaje demuestra que ser desinteresada y una profesional preparada.
La película destruye el estereotipo de la sumisa mujer asiática, y Constance Wu ofrece una actuación convincente con Rachel.
Al igual que muchas otras comedias románticas, tenemos una situación en la que los personajes secundarios eclipsan a los protagonistas. Awkwafina (que interpreta a la amiga de Rachel en la universidad) y Nico Santos (como uno de los familiares de Nick) roban todas las escenas en las que están, utilizando buena energía y diálogos ingeniosos. La historia de amor más interesante tiene lugar entre la hermana de Nick, Astrid (Gemma Chan) y su esposo Michael (Pierre Png), s pesar de que no comparten la misma cantidad de tiempo de pantalla. La escritura, combinada con las actuaciones de Chan y Png, hacen una descripción honesta de cómo un romance puede crecer (o deteriorarse) con el tiempo. Donde todos los demás están operando dentro de los confines de una comedia romántica, Astrid y Michael fueron concebidos a partir de algo que se siente más fiel a la vida.
Crazy Rich Asians termina cayendo por los mismos clichés que hemos visto antes, incluida una escena en la que un personaje corre contra el tiempo para atrapar un avión.
Durante casi dos horas, nuestra heroína de buen corazón lucha con las miradas penetrantes y las respuestas sarcásticas de la alta alcurnia de Singapur frente a escenarios dignos de folletos de viaje. Sin embargo, a pesar de todos los avances que logra en dar cuerpo a sus personajes, la película refuerza un estereotipo sobre Asia. Crazy Rich Asians presenta una nueva conversación mientras también se apoya en algunos de los clichés que han plagado las representaciones de los asiáticos en el cine y la televisión. Sin embargo, el hecho de que tengamos proyectos convencionales como estos para siquiera considerar -que podemos analizar sus virtudes y sus defectos- ya es un paso en la dirección correcta. Pero como declaración cultural, es un movimiento necesario en la dirección correcta. Su mayor contribución, con suerte, es abrir las puertas para que otros cineastas entren y desplieguen sus talentos.