Debbie Ocean (Sandra Bullock), hermana del maestro ladrón Danny Ocean (interpretado por George Clooney en la trilogía original), es liberada de una estancia de cinco años en prisión, jurando a la barra de evaluación de libertad condicional que no quiere nada más que "una vida simple". En el momento en que sale, vuelve a sus viejas andanzas. Reuniéndose con Lou (Cate Blanchett) su ex compañera de delitos, las dos mujeres preparan su siguiente y más grande trabajo: infiltrarse en la anual Met Gala de NYC y robarle un collar de diamantes, de un valor de $150 millones de dolares, a la actriz de Hollywood Daphne Kluger (Anne Hathaway). Para lograr esto, Debbie y Lou necesitarán reunir un equipo: la diseñadora de moda Rose Weil (Helena Bonham Carter), la fabricante de joyas Amita (Mindy Kaling), la genio tecnológica Nine Ball (Rhianna), la carterista Constance (Awkwafina) y la madre suburbana cleptomaniaca Tammy (Sarah Paulson).
Las fórmulas funcionan, es prudente no abusar de ellas demasiado. Dejando a un lado el elenco y el escenario, la película no pierde tiempo en presentar a los personajes y sus habilidades. Al igual que con casi cualquier película de atraco, la mayor parte del guión del director Gary Ross (Pleasentville, Seabiscuit) y su co-escritora Olivia Milch (Dude, 2018) se gasta en geniales exposiciones y montajes de planificación. A algunos personajes les va mejor que a otros (como con todas las películas de grandes estrellas) y la mayoría de los detalles están reservados para Debbie Ocean. Bullock nos da un personaje impulsado por la ambición criminal, se centra en el asunto que nos ocupa y extrañamente separa su encanto habitual del plan.
Lou (Blanchett) no sale tan bien. Sus motivaciones nunca se realizan completamente más allá de una amistad con Debbie y un anhelo comprensible por varios millones de dólares. Pero a Blanchett le va bien con lo que está disponible y saca el máximo provecho de una película en la que la caracterización queda relegada a ser “Sancho Panza”.
El resto del elenco obtiene sus momentos. Rihanna tiene muy buenos momentos como la hacker. La cantante pop adopta el hábil enfoque del personaje hacia un elemento básico de la película de atraco y le da un sello memorable. También es refrescante ver a un geek de la computadora retratada como algo más que el habitual estereotipo.
La primera hora de Ocean's Eight es lenta, su energía y su impulso se retrasan cuando deberían acelerarse, pero una vez que llega el primer Lunes de mayo, la película cobra vida. La pieza central del atraco del Met Gala está construida de manera atractiva y visualmente espléndida, de una forma en la que la película no ha sido reflejada hasta este momento.
Hay poco suspenso en cuanto a si el equipo podrá o no llevar el robo a cabo, pero este segmento es esporádico e involucra a todos. Es divertido elegir los cameos de celebridades repartidos por todas partes. Sin embargo, como todo se resume, es difícil no sentir un poco de decepción en lo que podría haber sido. Los giros en el guion no son tan sorprendentes, se notan forzados a hacer lucir cierto aire de inteligencia dentro del robo, cuando en realidad no se percibe así.
El "¿dónde están? ¿Ahora?" epílogo es emblemático de la pereza del guión; Al no haber conocido a ninguno de estos personajes más allá de su superficie, la película no puede imaginar lo que les deparará su futuro. El resultado es un desenlace insatisfactorio tan desechable como la mayoría del cine veraniego.