Después de que dos de sus tres trabajos anteriores se alzaran con el premio Oscar a la mejor película en lengua extranjera ( "A Separation" en 2011 y "The Salesman (Forushande)" 2017), Asghar Farhadi trae un melodrama lleno de estrellas latinas, "Todo el mundo sabe" su primera película en español. Pero como suele ser el caso de los directores que hacen una película en un país extranjero y en un idioma no nativo, gran parte del estilo narrativo que ha distinguido al director iraní es inexistente aquí. Lo que queda es un thriller de secuestro de baja efectividad y un melodrama que no desarrolla el golpe emocional que se supone estas películas deben ofrecer.
Laura (Penélope Cruz) regresa con sus hijos a su pueblo natal en España, en el corazón de un viñedo, para asistir a la boda de su hermana. Mientras la fiesta está en pleno apogeo, se sorprende con el informe de una desaparición. Bajo los ojos de los aldeanos, resurgen los problemas del pasado y muchos resentimientos.
En las películas de Asghar Farhadi, un evento aparentemente simple, como un divorcio (como en "A Sepration") o una fiesta entre amigos (en "About Elly"), siempre se transforma en algo mas. El utiliza dicho evento tan solo como una excusa para exponer traumas del pasado y utilizarlos durante todo el metraje, terminando sus películas casi con el mismo truco. Y es que Asghar Farhadi teje caras a través de su filmografía, pareciendo observar a los personajes que pone en escena capturando una esencia común. El director iraní no duda en destacar los temas recurrentes de su cine, como la temporalidad y la importancia del pasado. Antes de establecer una lógica pura prefiere establecer el verdadero suspenso que reside en el silencio que se impone cuando las certezas colapsan.
Es cierto que no hubiéramos esperado nada más de Farhadi, después de todo, la tensión con él siempre es solo un medio para un fin. El único problema es que los abismos sociales y familiares, que una vez más salieron a la luz, no han sido cuidados, y en esta ocasión se presentan como drama novelero donde la familia no está feliz con nadie.
En una de las escenas, en la escuela donde trabaja Bea (Barbara Lennie), la esposa de Paco (Javier Bardem), este imparte una clase filosófica de como se cosecha el vino, de su extracción y el punto de concentración. Pareciera que está muy feliz con sus resultados y empleados, pero más adelante cuando la desaparición ocurre, la xenofobia hacia los trabajadores invitados a la boda, nos da a entender que era toda una fachada, y aun peor, mas adelante conoceremos la real verdad del origen de sus viñedos, conociendo al gran personaje que escondía Bardem detrás.
Penélope Cruz domina la primera mitad como una madre desesperada, pero luego regresa a la segunda fila y aparece casi en una parte unidimensional, solo para quejarse. El personaje de Javier Bardem es el que mejor evoluciona en el transcurso de la película, al final, es él que carga con el mayor peso emocional. Ricardo Darín está allí como un comodín, que bien pudo ser representado por cualquier otro actor y el resultado sería el mismo.
El objetivo del director iraní no es hacer un thriller sino desensamblar los mecanismos del rencor y los celos que impulsan a este otrora rico terrateniente español. Y él sabe lo suficiente como para devolverle al espectador algunas buenas sorpresas que surgen de una manga bien llena de trucos que son más del orden social, más no del thriller.
Con el naturalismo de su enfoque y un elenco majestuoso, Asghar Farhadi nos pasea por el pueblo, tanto con su cámara como con sus primeros diálogos, mientras nos sumerge en una novela límpida. La complejidad de su escritura en la segunda mitad es algo deficiente, ya que su diseño no es el que parece sugerir ese final. Establece un inverosímil thriller que nos invita a mirar más allá de los actos y enfrentar el alma de personajes que se convierten en arquetipos y cuyas intenciones son universales. La pantalla se convierte en un espejo donde nuestro propio reflejo nos muestra tal como somos. No hay trucos allí.