Abraham (Miguel Angel Solá) es un sastre judío de 88 años que tiene una promesa por cumplir. Al final de la Segunda Guerra Mundial, un amigo lo salvó de la muerte y juró volver algún día 
para contarle cómo fue la vida que vivió gracias a él. Siete décadas después, y sintiendo que para su familia solo es un estorbo, Abraham decide que es el momento de enfrentarse a sus miedos.
Liberalmente rebosante de abundantes observaciones y exquisitas representaciones de personajes, “El último traje” es una road movie en su propia categoría única. Es con gran deliberación y con el máximo cuidado que el director Pablo Solarz (Juntos para Siempre, 2011) cuenta esta historia sobre un viejo judío que vive en Argentina que necesita algo por lo que vivir. Él cree que la respuesta está en Polonia. El guión del mismo Solarz representa una época del pasado en la que el tiempo literalmente se detiene y la acción más grande tiene lugar en Europa, donde se evocan los recuerdos. Miguel Ángel Sola es formidable como el protagonista envejecido y con carácter, sobre el que aprendemos de su pasado doloroso a través de sus acciones e interacciones con su familia y antiguos conocidos.
La historia es simple, pero los personajes no son. En la escena de apertura, nos encontramos a Abraham Burnstein (Solá) tomándose una foto familiar y negociando con una de sus nietas para que esta le acompañe en la imagen. Lo más importante de la exposición es que en los primeros 10 minutos conocemos su carácter, la relación con su familia y muchas de las características de su personalidad que veremos más adelante.
Su familia quiere mudarlo a una casa de ancianos para que tengan mejor cuidado de él, pero Abraham tiene cierto apego a la casa en la que vivió por casi cincuenta años. Un recuerdo de su pasado, basado en gratitud, le hace emprender un viaje lejos de su casa. Decide buscar a un amigo de infancia para entregarle un regalo. Abraham, sobreviviente judío del holocausto, está respirando por razones especiales.
Las interpretaciones y las texturas son superlativas y se nos permite comprender a estas personas y cómo funcionan. Hay humor en todas partes, desde los nietos payasos hasta la dueña de un hotel que coquetea con nuestro querido viejito. Hay tristeza subyacente, hay un conflicto con una de sus hijas que debe enfrentar, es allí donde veremos su primer reto en esta personal aventura.
Las complejidades de la resolución de la película no son una gran sorpresa, aunque el sentimiento de 'hacer algo que importa' lo es. Lleno de pequeñas riquezas de observación, carácter e ironía, “El Ultimo Traje” es una buena película de un académico cineasta.
El guión es preciso, económico, perspicaz y personal, esta historia toca muy de cerca al director Solarz y es obvio en la puesta en escena, mientras que las actuaciones resuenan como auténticas. Al final “El Último Traje” es una película personal que la mayoría del público disfrutara, no solo por las magníficas actuaciones, sino porque el sentimiento que exuda esta palpable. Esta es una hermosa película llena de melancolía, arrepentimiento y añoranza y cuya delicadeza perdura.
"El Último Traje" se presento en el Festival de Cine en Miami 2018, donde se llevo el premio del público.
Aqui la entrevista a su director Pablo Solarz
