La situación de los rehenes en el centro de Beirut involucra al diplomático estadounidense Mason Skiles, (Jon Hamm) quien trabaja para una firma de abogados de Boston y es trasladado a la capital del Líbano, solicitado específicamente para mediar en un acuerdo, ya que el secuestrador llamado Karim Abou Rajal (Idir Chender) lo quiere específicamente a él para este trabajo. Durante el metraje verán el por qué de esto. El prisionero estadounidense es el antiguo compañero de Mason, Cal (Mark Pellegrino). Los dos amigos se distanciaron luego de que la Guerra Civil en Beirut se desvió con varias partes.
Mason Skiles fue un ex agente de la CIA alrededor del 1971, antes de la paralizante Guerra Civil que pronto devastó al país. Mason decide irse, no solo por estallido de la batalla, sino por el dolor que le ocasiona la pérdida de un ser querido. Luego de los sucesos, vemos un avance rápido hasta 1982 y Skiles es un mediador alcohólico que trabaja para una firma de abogados, quien marcado por sus experiencias, no resiste siquiera el nombre del Líbano. Y es allí, donde el conflicto inicia.
Beirut es un thriller de espionaje dirigido de manera competente por el director Brad Anderson (The Machinist, 2004), dando vida a un guión de Tony Gilroy, que estuvo guardado durante 25 años debido a las restricciones de comerciabilidad y otras razones sin sentido que, éxitos recientes como Argo, han vuelto irrelevantes. La película presenta una dinámica intrigante subdesarrollada.
El guión de Beirut es simple y, aunque ficticio, utiliza el telón de fondo del Líbano tal como existía antes de la Guerra de 1982, aquel a el que las fuerzas israelíes invadieron para atacar las posiciones de la OLP que estaban atacando a la población de Israel. También toma prestado el secuestro en la vida real de William Buckley en 1984, un jefe de estación de la CIA. En definitiva, es un guión que se adapta bien a las mejores virtudes de Jon Hamm como actor, donde sin dudas es lo mejor, ya que dentro de su personaje recae toda la fuerza y motivaciones para la narrativa. Aunque este peca de algunos cliché del género, creo que son utilizados de manera correcta.
El elenco de secundarios es fuerte, y la película muestra la época de los años 1970 y 1980 de manera excelente, no solo en términos de vestimenta, sino también en la apariencia de la ciudad de Beirut, aunque la película no fue filmada allí. Si bien no parece haber una fuerte promoción para esta película, es una película sólida dentro del sub genero de espionaje. La negociación, lo político y un necesario papel estelar para Hamm, que busca establecerse verdaderamente en cine, es su mayor éxito, después de “Mad Men”.
“Beirut” se siente como un trabajo respetuoso hacia una cultura diezmada por las luchas internas y la intromisión externa, aunque no encuentro ninguna conexión obvia entre su director Brad Anderson y su cultura, o entre el guionista y productor Tony Gilory (NightCrawler); y la película creo que lo hace más efectiva, con opiniones no del todo desinteresadas del extranjero que pintan la imagen de lo que pudo haber sido.