Puede que no lo recuerdes, pero hace mucho tiempo, en un cine no tan lejano, el cine nos describía los mundos futuristas de una forma muy distinta a como lo hace ahora. Primero llegaron las visiones simbólicas de Metrópolis. Después, los extraterrestres con cascos-pecera de la serie B, y los colores chillones de filmes como Planeta prohibido o Barbarella. Finalmente, Stanley Kubrick presentó en 2001 una imagen aséptica y científica del espacio… Hasta que, allá por finales de los 70, la cosa cambió: los paisajes del cine fantástico ya no eran utopicos ni tecnológicos, sino panoramas sucios, castigados y en los cuales, en definitiva, se notaba que vivía gente, y que los aparatos sufrían un uso constante. ¿Qué fue lo que nos llevó de la Discovery y su limpieza a ese “¡que montón de chatarra!” exclamado por Luke Skywalker ante el Halcón Milenario? ¿O de las ciudades de La fuga de Logan al Los Ángeles de Blade Runner? Pues fue… Un cómic. El título de ese cómic era The Long Tomorrow, y su influencia llega hasta hoy.
Star Wars
Cuando estrenó La guerra de las galaxias en París, George Lucas no invitó a ningún director de cine a la premiere. En cambio, sí que mandó entradas para Moebius y sus compañeros de la revista Métal Hurlant, como Caza y Phillippe Druillet. Porque, en aquel entonces, Lucas sabía que de bien nacido es ser agradecido: su visión de la galaxia muy, muy lejana venía en gran medida de los dibujos de estos artistas… Y en The Long Tomorrow. Moebius correspondió afirmando que la película le había dejado “en éxtasis”, y la cosa fue a más. En El Imperio contraataca, Lucas y su colega Gary Kurtz incluyeron un guiño muy refinado al cómic: el droide espía imperial que descubre a los rebeldes en Hoth está inspirado en un detalle (minúsculo) que puede apreciarse en su primera viñeta. Y, en las precuelas, vimos que el planeta-ciudad de Coruscant se parecía mucho a la ciudad futurista en la que se desarrolla la acción del cómic.
Alien, el octavo pasajero
La conexión entre Moebius, Dan O’Bannon y Ridley Scott comenzó en este hito del horror cósmico, con diseños del primero, argumento del segundo y dirigido por el tercero. Según recuerda el cineasta británico, la insistencia de O’Bannon y la influencia de The Long Tomorrow fueron cruciales en su concepción de “un futuro mugriento, en el que los astronautas fuman y se quejan de que cobran poco”. Ya sabemos que el diseño de la criatura fue obra de H. R. Giger (que, como Moebius y O’Bannon, había salido escaldado de Dune), pero échale un vistazo a las imágenes de arriba y recuerda: ejemplos de bioterror como estos eran casi inéditos en el cine hasta que Scott decidió llevarlos a la pantalla. Para colmo, las imágenes que hemos visto de Prometheus tienen una apariencia de lo más moebiusiana…
Blade Runner
Tras el éxito de Alien, Scott decidió renovar su sociedad con Moebius y Dan O’Bannon resucitando el proyecto Dune. Pero la muerte de su hermano mayor, Frank, le hizo saltar del tren en marcha. En lugar de la novela de Frank Herbert, se haría cargo de un proyecto basado en un libro de Philip K. Dick, con Harrison Ford de protagonista y que (eso creía él) le resultaría más fácil y breve de realizar. Pero el siempre frágil O’Bannon no estaba para esos trotes, Moebius se tomaba un descanso del cine, y el director acabó recurriendo a David Snyder como director de arte. Cuando este y el diseñador de producción David Paull le confesaron que no sabían cómo diseñar el Los Ángeles del año 2019, Scott se limitó a prestarles su ejemplar de The Long Tomorrow. El resto, como suele decirse, es historia.
Total Recall
Volvemos a encontrarnos con Dan O’Bannon. Y, como siempre que este señor aparece en escena, volvemos a toparnos con la influencia de The Long Tomorrow. Porque cuando Arnold Schwarzenegger viajó a Marte en nuestro universo corría el año 1990, y Blade Runner era una pieza de culto que había fracasado en taquilla, y cuyo atractivo se restringía sólo a los críticos más modernos. Si la mayoría del público le cogió el gustillo a las cosas de Philip K. Dick (este filme se basa en su relato Podemos recordarlo por usted), de los futuros distópicos y de las mutantes con tres pechos fue gracias a la película de Paul Verhoeven.
El quinto elemento
Los Vehiculos que vuelan, el diseño de vestuario, los apartamentos minúsculos, la calva de Bruce Willis, el tinte del pelo de Milla Jovovich… Más que de una influencia o un homenaje, aquí estamos hablando de una versión apócrifa en toda la regla. La película de Luc Besson es lo más parecido a una versión de The Long Tomorrow que podemos ver en la gran pantalla, a lo que contribuyen no poco los diseños de producción realizados por Moebius. Por otra parte, Alejandro Jodorowski encontró el guión muy parecido a su saga de cómics El Incal, lo que le llevó a formular una demanda por plagio contra Besson. La cual, finalmente, resultó desestimada porque dicho cómic había sido dibujado por Moebius.
Matrix
Aquí la influencia llega de rebote, pero existe. Porque los diseños conceptuales de Matrix fueron realizados por Geoff Darrow, uno de los mayores discípulos de Moebius en el cómic de EE UU. Y no sólo por eso: entre otras mil y una influencias, los hermanos Wachowski cimentaron las aventuras del mesías Keanu Reeves en la obra de William Gibson, padrino de la literatura cyberpunk, autor de Neuromante… Y fan de The Long Tomorrow: “Las descripciones de Neuromante surgieron en gran medida de ese cómic”, reconoció el escritor canadiense. Y, si consideramos todas las películas influídas por Matrix, podemos considerar que este tebeo seguirá marcando (indirectamente) la historia del cine durante muchos años más.
Fuente: Cinemania