Cuando Alec Guinness, una institución del cine y el teatro inglés, un hombre que había rodado «Lawrence de Arabia» con David Lean, se vio hablando con muñequitos e interpretando delante de una pantalla azul mientras le decían que luego ahí pondrían un decorado, no tuvo otra que acercarse a Lucas y decirle: «¿Muchacho, tienes idea de lo que estás haciendo?». Guinness tenía muy claro que aquella película iba a ser un verdadero desastre, de hecho, estaba tan seguro que, para aceptar el papel exigió cobrar el dos por ciento de los ingresos brutos de taquilla. Murió millonario, con una fortuna de 95 millones de dólares conseguida gracias a la película.
Sí, Lucas tenía muy claro lo que estaba haciendo, estaba usando toda la tecnología al alcance del cine de finales de los 70 y alguna que se estaba inventando a la vez, para contar algo tan clásico como una historia familiar. La historia de los Skywalker. Porque lo de menos de «Star Wars» son las naves, los droides, los planetas de esa galaxia. Lo más importante, lo que de verdad cuentan estos IX episodios que vamos recibiendo con cuentagotas desde 1977 es la historia de una familia.
¿Recuerdan los más mayores esa serie que se llamaba «Enredo»? Era una comedia sobre una familia delirante que en EE.UU. se llamaba «Soap», es decir: Jabón. Su título viene de la expresión «Soap Opera», esas sagas de miles de episodios que contaban interminables sagas familiares y que, oh casualidad, solían ir patrocinadas por una marca de jabón. Seguro que recuerdan «Dinastía», «Dallas», o «Falcon Crest».
Familia de héroes
Primero nos hizo creer que nos iba a contar la historia de Luke, luego nos hizo saber que Luke tenía una hermana y luego, en uno de los momentos más inolvidables de revelación de la historia de las historias recientes, que tenía un padre y que ese padre había caminado, movido por el odio, al lado oscuro al que lleva abandonar sus raíces familiares.
Cuando Lucas tuvo la oportunidad de retomar la saga tras los episodios IV, V y VI, todo el mundo le pidió que continuara contando las aventuras de Luke, Leia y Han Solo, los personajes eran inmensamente populares y una fuente segura de ingresos. Pero Lucas prefirió volver atrás, a contarnos los orígenes de Anakin, el padre de Luke. Y contarnos, sobre todo, el camino que le llevó al desarraigo.
Ahí supimos que Anakin (Darth Vader) había nacido de una madre virgen (las referencias a La Biblia que hice más arriba no eran gratuitas) al parecer engendrado por una fuerza (o más bien Fuerza) que pretendía mandar a alguien para salvar a todos los habitantes de la galaxia.
Vimos a Anakin enamorarse, vimos cómo las circunstancias políticas en las que nació y la codicia por el poder de aquellos que le rodeaban hicieron imposible su amor, le vimos perder de manera trágica a su madre, a su esposa amada y a los dos hijos que nacieron de su amor y, finalmente, le vimos caer en la oscuridad y salir de ella por el amor a su hijo cuando Luke le hizo recordar lo que significa ser padre en «El retorno del Jedi».
Mantener el fuego
En lo que llevamos de la nueva trilogía de la saga es Kylo Ren, el nieto de Annakin, el hijo de Leia y Han, quien mantiene viva la llama de los Skywalker. Aún es pronto para saber si en su lado más oscuro o en el más luminoso. Aquella frase que dice mientras observa la máscara de su abuelo «Yo acabaré lo que tú empezaste» no nos deja claro si hace referencia a su intento de que el lado oscuro domine la Galaxia o al primigenio fin para el que Anakin fue concebido, traer el bien.
Luke sigue vivo a estas alturas y es el otro Skywalker que conocemos junto con Leia… Madre, hijo y tío aún tienen cosas que contar en el Episodio VIII y IX y, nuestra nueva esperanza, es que, en ese último paso, quede contada la historia de los Skywalker para iniciar nuevas historias, pero quién sabe. Como en las buenas historias familiares, siempre hay cosas que no sabemos, cosas que no se cuentan, cosas que descubrimos demasiado tarde… Los Skywalker, como los Corleone, siempre nos guardan sorpresas que los fans de Star Wars no queremos rechazar.