A mediados de la década de 1930, Hercule Poirot (Kenneth Branagh) no solo se considera a sí mismo el mejor detective del planeta, sino que también es perseguido en todo el mundo para tratar casos criminales aparentemente irresolubles. Ahora, sin embargo, Poirot quiere relajarse después de terminar su trabajo en Estambul, ya que un nuevo caso lo está esperando en Inglaterra. Sólo gracias a la buena relación de Poirot con el Sr. Bouc (Tom Bateman), uno de los directores de una compañía ferroviaria, el detective consigue un asiento en el Orient Express que estaba completamente lleno.
Cuando el tren está pasando por Yugoslavia, es detenido a causa de una avalancha y es justo aquí, sin conexión a la siguiente estación, cuando ocurre un misterioso asesinato. El empresario estadounidense Samuel Ratchett (Johnny Depp) es asesinado de varias puñaladas. Bouc le pide a Poirot que tome el caso. Este inmediatamente funciona e interroga a todos los compañeros de viaje del vagón. La lista de pasajeros o sospechosos es larga y la lista de elenco en el remake de Kenneth Branagh es legendaria: Penélope Cruz, Willem Dafoe, Judi Dench, Johnny Depp, Josh Gad, Derek Jacobi, Leslie Odom Jr., Michelle Pfeiffer, Daisy Ridley, Tom Bateman, Lucy Boynton, Olivia Colman, Manuel García-Rulfo, Marwan Kenzari y Sergei Polunin.
El director Sidney Lumet (Dog day Afternoon, 12 Angry Man) también filmó la historia en 1974 con una cantidad considerable de estrellas (Sean Connery, Lauren Bacall, Ingrid Bergman, Anthony Perkins, Jacqueline Bisset) con poco protagonismo para ellos, a excepción de Albert Finney que en dicha versión personifica a Poirot. Cuando se tiene un elenco de esta magnitud, al espectador se le hace difícil descifrar al culpable, pues la empatía del público está por encima del contentamiento, hábil estrategia en ambas versiones.
En "Murder on the Orient Express" los enigmas reinan en gran parte del metraje y Agatha Christie, la gran dama de la novela negra clásica, coloca a su personaje estrella, Hercule Poirot en la cima. El público cinéfilo podría haberse sorprendido cuando se anunció una nueva versión de la novela de Agatha Christie. Tan entretenida e influyente como fue la obra de la Reina del Crimen (con más de dos mil millones de libros vendidos), ella es una de las autoras más exitosas de todos los tiempos. Es extraño que se adapte de nuevo una película que en su momento tuvo un extraordinario éxito, no solo por su elenco, si no por el giro en su historia, claro, para el público que previamente no conocía el desenlace. La respuesta viene de Kenneth Branagh, quien es muy versado en el rodaje de historias clásicas, ya sean adaptaciones de Shakespeare o el remake del cuento de hadas (‘’Cenicienta’’ hace dos años). En general, el británico se apega estrictamente al texto original y las fortalezas del libro, pero al mismo tiempo también intenta atraer a la audiencia de hoy. Eso puede ser porque tiene una herencia pesada para competir: la novela publicada en 1934 ha sido adaptada varias veces, siendo la versión más conocida la ya mencionada de Lumet, y esta es considerada una de las mejores películas de las adaptaciones de la escritora Christie. El reto es ofrecer algo nuevo, sin descuidar a los fanáticos de la escritora y de las versiones posteriores.
Como Poirot, el legendario detective, Kenneth Branagh obviamente disfruta de su apariencia y sugiere hacia el final de la película que está dispuesto a asumir el papel en varias posibles secuelas. Sin embargo, Poirot como personaje ya de por sí es bastante predecible. Es difícil jugar contra el acento francés y su peculiar barba. Especialmente si se tiene a Sir Peter Ustinov en mente o a Albert Finney, que actuó en la de Lumet, mientras que Ustinov llegó a la pista, o mejor dicho, al timón, unos años más tarde en "Death on the Nile" (1978). Poirot no es el primer detective que encarna Kenneth Branagh. Comparado con su versión lacónica del comisario sueco Kurt Wallander (creado por Henning Mankell ) en la serie de televisión “Wallander”, es sin dudas lo mejor del experimentado actor dentro del género. Pero tal vez también sea porque este tipo de detective en thrillers contemporáneos esta en extinción.
Mientras que la película de Branagh se basa esencialmente en presentar escenas de interrogatorio que finalmente se resuelve de la manera más simple, "Murder on the Orient Express" es un gran esfuerzo, pero sin resultados argumentativos interesantes. También porque el guión de Mihael Green (Logan, Blade Runner 2049) logra simplificar un poco la dramaturgia, acorta las interrogaciones y construye una que otra secuencia de acción. Las secuencias de el tren en movimiento son filmadas desde el exterior por el camarógrafo Haris Zambarloukos, con quien Kenneth Branagh ha estado trabajando durante décadas. Este siempre encuentra perspectivas sorprendentes e inusuales mostrando la opulencia del interior del tren y las acciones de sus personajes, con especial atención en sus miradas y ademanes, especialmente cuando los sospechosos son interrogados y el detective intenta leerlos.
La ligera tendencia a lo conocido se ve compensada por el humor. Como las películas con Peter Ustinov (Death on the Nile, Evil under the Sun), Branagh enriquece la historia con muchas escenas graciosas y diálogos que dan cierto aire de comedia. Es divertido observar las interacciones de Branagh, Dench, Dafoe y Pfeiffer haciendo contraste con el nuevo talento de Daisy Ridley, Penélope Cruz y Josh Gad.
Los que conocen el libro u las otras adaptaciones, sabrán como va la historia y su desenlace, solo les queda concentrarse plenamente en los grandes actores y sus nobles interpretaciones. Los que no conocen, nada pueden esperar, sin embargo, van a conocer uno de los casos criminales más inusuales en la historia de la literatura, pero no en su mejor versión cinematográfica. Al igual que con "Diez Negritos" (And Then There Were None), la novela más famosa de Christie, la escritora utilizó un entorno cerrado para llegar a un final inesperado. Es una lástima que algunos de los personajes sean tratados de manera muy descuidada, mientras que otros son olvidados por completo. Vale la pena volver a revisar las versiones previas de Murder in the Orient Express, ya que esta nueva versión es un thriller sin brújula. Pero a pesar de su descuidada narrativa, Branagh se esmera en la puesta en escena para no dejar caer una historia innecesariamente re-adaptada, basándose netamente en la calidez de un elenco que trata de brillar en un entorno frio, y no hablo de la temperatura exterior.