La tan esperada secuela de la buena película “Kingsman: The Secret Service” prometió llenar las expectativas de un grupo de seguidores que quedaron enamorado enamorados de sus personajes, sin embargo, las esperanzas no se llevaron a cabo. Matthew Vaughn hace por primera vez una secuela oficial de una de sus películas (ya que “X-Men: First Class” no cuenta como secuela), así que por supuesto, debía de haber algo nuevo y único que ofrecer, trayendo queridos y reconocidos actores, como Channing Tatum, Jeff Bridges, Julianne Moore y Halle Berry. Estaba deseando ver cuál sería el resultado, pero obtuve aquella maldición de las segundas partes. Si, es muy entretenida, pero no se siente tan única como la primera; tal vez por eso le llaman secuelas.
Lo extraordinariamente atractivo en "Kingsman: The Golden Circle", es su capacidad de mantener el tono irreverente, enérgico y políticamente incorrecto de la primera película, o las excelentes coreografías de las escenas de acción y el cuidado colocado en el diseño de producción, o las dinámicas entre Taron Egerton y Colin Firth. Es una secuela que sabe lo que quiere, es decir, mantener el alma de la película original, desarrollar los personajes presentados en "Kingsman: The Secret Service" y ponerlos en situaciones nuevas, siempre con algunas dosis de insolencia y extravagancia. El problema es que la historia y su desarrollo cae en lo conocido y predecible, restándole interés a ese imprescindible departamento. La primera película se atrevió más, y tomó mayores riesgos. Esta segunda parte tomó el mismo arco narrativo de la historia de la primera película. La violencia y sangre que exudó la primera, en esta ocasión se siente tímida. El papel del villano que recae en la extraordinaria Juliane Moore es de lo más débil en la historia, su personaje tiene pocas apariciones y nunca se siente como una amenaza, su amenaza raya en lo burdo. Aun, en la parte más anti-climática del tercer acto, la forma en que ella es derrotada resulta halada por los pelos y sin sentido. No digo que una secuela debe ser más grande y más épica que su predecesora. Hay muchos seguidores que hacen lo contrario y tienen éxito. Pero en ese caso se siente más como un volumen dos de la primera película que una adecuada secuela. Matthew Vaughn asume sin ninguna vergüenza y con inmenso descaro que estamos ante una película de espionaje que simultáneamente utiliza y subvierte las convenciones del género.
El cineasta por momentos, consigue balancear el lado más leve de "Kingsman: The Golden Circle" con su faceta más seria y dramática, pero irremediablemente cae dentro del exceso de humor negro y resoluciones fáciles. La destrucción de las secretas oficinas de Kingsman y la aniquilación de una buena parte de sus agentes es la excusa para que Matthew Vaughn ponga a Eggsy (Taron Egerton) y Merlín (Mark Strong) a desplazarse hasta Estados Unidos para ponerse en contacto con la versión estadounidense de su agencia de espionaje. Si la agencia británica tiene una sastrería de fachada y sus integrantes asumen una faceta de caballeros, los agentes norteamericanos cuentan con una postura de vaqueros y enuentran en el alcohol y en el whisky su negocio, poniendole mucho corazón a lo que hacen. El equipo que allí esta es de lujo: Jeff Bridges, Channing Tatum, Halle Berry y Pedro Pascal dan vida y personalidad a los peculiares agentes de Statesman. En el lado de los antagonistas tenemos a Poppy, la líder del Golden Circle, una Julianne Moore que regala un estilo desequilibrado, mortífero, deliciosamente negro y que llega por muchos momentos a lo caricaturesco, como una narcotraficante que pretende que su negocio sea legalizado y su forma de convencer es crear un plan que pondrá a la humanidad en riesgo, en particular, aquellos que consumen drogas.
Quien vio la primera parte, sabe que Matthew Vaughn y su habitual co guionista Jane Goldman (Kickass, Kingsman: Secret Service) no conceden gran importancia a la lógica y a los refinamientos narrativos en su salvaje viaje a través del mundo de los agentes. También en esta continuación están las revisiones fuertes, las frases crudas y los motivos oscuros en la agenda del villano, la misma fórmula que la antecesora, pero con un tono más gris. Las secuencias de acción sorprendentemente estilizadas, que como en la primera parte, están salpicadas de todo tipo de divertidos aparatos a los servicios de los agentes secretos, son una vez lo mejor. La contraparte a los agentes, una mujer nostálgica que construyó su propia América de los años 50 en una selva camboyana, promete, pero disfrazada de una falsa violencia, resulta etiquetada en un villano sin mucho que ofrecer, o no a la altura del carisma de los chicos buenos. La película carece del encanto anárquico y la metáfora bromista con las que nos enamoraron.
“Kingsman: The Golden Circle “ se refiere a los opuestos entre los bien vestidos caballeros británicos y los vulgares, bebedores y mal hablados agentes norteamericanos, con este último tema pudieron haber permitido un poco más espacio para el desarrollo, ya que a mi entender, esa lucha de supuestos ideales era la batalla real y el tema más interesante a explotar. Aun con la aparición de un famoso músico, la película es rápidamente olvidada mientras caminaba al parqueo.