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Critica a «Atomic Blonde» (2017) de David Leitch

“Atomic Blonde” nos transporta hacia los miedos de la Guerra Fría, con más precisión en los días premonitorios de la caída del Muro de Berlín, todo envuelto en la típica película de espionaje más deudor a los musicalizados tiempos de hoy que al apogeo de este mismo subgénero en la década de los 70. Como es de esperar, la premisa nos envuelve un Mcguffin, un dispositivo que llevará a nuestra protagonista y los demás personajes en una extensa carrera contra el tiempo, que se hace no de la manera cronometrada, sino en la reconstitución de época, contando la historia ocurrida sobre la historia en paralelo.

Lorraine Broughton (Charlize Theron), es una genial y seductora agente del MI6, es enviada a Alemania para recoger a un espía-delator que acaba de divulgar una lista importante para todos. Inmediatamente después de su llegada, Lorraine tiene un atentado. Pero sobrevive y conoce a David Percival (James McAvoy) el cual es su contacto en la ciudad. El agente de la CIA Emmett Kurzfeld (John Goodman) fue enviado desde los Estados Unidos a Berlín para observar la misión de Broughton a una corta distancia y mantener las acciones de esta bajo la lupa. Todos están también preocupados, porque existe un doble espía desconocido que está saboteando todas las operaciones.

Sin embargo, el objetivo de esta intriga, el motivo de desesperación de estos personajes, no motiva efectivamente al espectador, la responsabilidad se encuentra de hecho en la saturación del subgénero, en la vulgaridad con que el macguffin se convierte en la única excusa para los constantes giros del guion, ocurridos puntualmente y sin sorpresa alguna. Pero todas estas excusas tienen un propósito. La excusa es un “show off” técnico y estético por parte de David Leitch (uno de los realizadores de John Wick y futura secuela Deadpool), una bandeja exquisita de secuencias de acción perfeccionadas por un montaje de pocos cortes y planificaciones impresionantes, unos planos secuencias casi espaciales que dictan la naturaleza de esta "Atomic Blonde".

La historia es demasiado banal y no dominante por encima de su estética y secuencias de acción, lo opuesto a las buenas películas del género, el primer acto resulta largo y tedioso, salvado por momentos por el carisma de sus actores y uno que otro dialogo interesante. En sus dos horas, "Atomic Blonde" es repetitiva en su argumento, sobre todo porque sin ninguna referencia a figuras individuales carece de incentivos para seguir los acontecimientos durante la mayoría de los diálogos. Por lo tanto, para un espectador amante de secuencias de acción, no se decepcionaran cuando estas llegan, tardan, pero ahí están.

El corazón de la acción es una escena en donde Charlize Theron lucha como una fiera a través de unas escaleras con una oleada de oponentes físicamente superior. Es extraordinaria. No como las secuencias previas que dan la impresión de ser una coreografía meticulosamente diseñada, que es particularmente bien recibida gracias al trabajo casi sin cortes de la cámara.

Pero el coraje de mostrar las consecuencias de tal lucha, que aquí es un dispositivo estilístico casi único. La escena no es ni siquiera a medio camino y sin embargo la cara de esta belleza de Hollywood se va transformando con cada golpe. Muy pocas veces, hemos sido testigos de este tipo de acción y violencia protagonizada por una mujer, películas “Kill Bill” (Quentin Tarantino, 2003) o algunas de la mano del director Takashi Miike podrían ser la excepción. Pero la violencia aquí no es gratuita, es llevada con propósito y con cierto aire de coraje.

Curiosamente, existen vestigios de un sub-argumento existencialista que parece ocasionalmente demarcarse de la propuesta de acción. ¿Quién es esta Atomic Blonde? ¿Qué busca en una ciudad dividida bajo la agenda política? "En Berlín, todos buscan algo", afirma uno de los personajes que atraviesa en su camino, una carretera que la guía a otra secuencia. En una maravillosa secuencia de acción, se proyecta "Stalker", de Andrei Tarkovsky, la ficción científica-filosófica donde un grupo de personajes intentan alcanzar la "Zona", un lugar misterioso, peligroso y prohibido que realiza los respectivos deseos íntimos de quien lo atraviesa. En esta jornada cinematográfica, estos personajes enfrentan sus dudas y miedos antes de instalarse en la "Zona", que resulta igualmente en el espacio de una Humanidad cada vez más guiada por su egocentrismo. Lorraine se vuelve ensimismada mientras su personaje se va desarrollando, una mezcla de venganza y deber tienen una lucha interna con la hábil espía.

Visualmente, Jonathan Sela ("Transformers: The Last Knight") crea un estilo estético lleno de colores de neón llamativos, grises y colores tenues que aportan significativamente a la atmosfera fría y misteriosa que el director David Leitch quiso impregnarle. Esta maravillosa estética es dudas la mayor protagonista de la historia.

"Atomic Blonde" fluctúa en el curso de sus dos horas. La banda sonora y la cinematografía son impecable, mientras que narratoriamente tiene sus mayores déficits. A pesar de una Charlize Theron impresionante, y un james MacVoy que nunca falla, la película promete pero desinfla hasta las más bajas expectativas.

'Atomic Blonde' - Red Band Trailer from Matthew D. Diamond on Vimeo.

Acerca del Autor

Ruben Peralta Rigaud

Rubén Peralta Rigaud nació en Santo Domingo en 1980. Médico de profesión, y escritor de reseñas cinematográficas, fue conductor del programa radial diario “Cineasta Radio” por tres años, colaborador de la Revista Cineasta desde el 2010 y editor/escritor del portal cocalecas.net. Dicto charlas sobre apreciación cinematográfica, jurado en el festival de Cine de Miami. Vive en Miami, Florida.