Al margen del debate acerca de la necesidad de una tercera entrega de una franquicia que ya en su arranque dio muestras de graves disfuncionalidades —de hecho, me atrevería a afirmar que si no fuera por el abusivo merchandising que de ella se derivó, pocos se acordarían hoy de ‘Cars’— el estreno de ‘Cars 3’ pone sobre la mesa la eterna discusión que polariza a los amantes de la animación y que abre viejas heridas acerca de la longeva hegemonía de Disney.
Sin querer echar más leña al fuego, ni avivar una discusión más yerma de lo que cabría pensar —a fin de cuentas, todo se dirime en “me gusta" o "no me gusta”— hemos querido aprovechar el lanzamiento de la que supuestamente es la entrega más dramática de la saga de coches parlanchines para mirar más allá de las fronteras de la casa de Mickey Mouse, de Pixar y de ese titán que fue Ghibli con un repaso por 20 joyas imprescindibles de la animación que, creemos, son tan válidas como las mejores de esas productoras.
Ordenados de forma cronológica, estos títulos, 17 largometrajes y 3 cortometrajes, conforman un espectacular abanico de alternativas para quien quiera huir bien de los patrones adocenantes de Disney, bien de las "extrañas" idiosincrasias niponas que tanto llegaron a caracterizar a los mejores títulos de la compañía comandada por Hayao Miyazaki. Esperamos que, por lo menos, las encuentren estimulantes.
'Rebelión en la granja' (‘Animal Farm’, 1954)
En plena guerra fría y de “tapadillo” la C.I.A quiso ver en la adaptación de la novela de George Orwell la ocasión perfecta para construir un panfleto anti-comunista. Financiando pues desde la sombra la primera producción británica animada, las indicaciones que el matrimonio formado por John Halas y Joy Batchelor fue recibiendo marcaron sobremanera el tono propagandístico de la producción.
Esto se hizo muy ostensible en el drástico cambio que la agencia central de inteligencia estadounidense imprimió al final del relato orwelliano, cambiando la melancólica reflexión del escritor acerca de la condición humana por un mensaje alentado por el miedo al poder del mensaje soviético. Con todo, por la radical separación de formas que supone con respecto a lo que hasta entonces había llegado desde el nuevo mundo, 'Rebelión en la granja' es un filme a reivindicar.
‘Orejas largas’ (‘Watership Down’, 1978)
Ahora que un nuevo sello de edición de video doméstico se dispone a editarla por primera vez en el mercado español, creo que la ocasión la pintan calva para recomendar encarecidamente que os acerquéis a ‘Orejas largas’ (‘Watership Down’), una producción británica con las voces, entre otros, de John Hurt, Ralph Richardson o Denholm Elliot que de forma coetánea a lo que ya estaba haciendo Ralph Bakshi al otro lado del océano, supuso una fuerte ruptura con el concepto de animación como vehículo único para historias destinadas a los más pequeños.
Oscura, violenta y cruel, la adaptación de la novela homónima de Richard Adams es una fábula sobre la sociedad vista a través de un grupo de conejos que, huyendo de los humanos, buscan un nuevo hogar —una premisa que, por cierto, utilizaría Don Bluth para su ‘Nimh: El mundo secreto de la Sra. Brisby’ (‘The secret of NIMH’). Adorada por Guillermo del Toro, ‘Orejas largas’ es un clásico de esos de los que nunca has escuchado hablar que espera a ser descubierto.
‘El vuelo de los dragones’ (‘Flight of the Dragons’, 1982)
Bien es cierto que quizás le sobren un buen puñado de las muchas canciones que trufan su duración pero, al menos para alguien que la vio con siete tiernos años, ‘El vuelo de los dragones’ (‘Flight of the Dragons’) sigue atesorando hoy mucho de lo que la hacía diferente a principios de los ochenta.
Entre ello, entre eso que hoy quizás podría aludir a las nuevas generaciones de amantes de la animación, está el hecho de que sus responsables, Jules Bass y Arthur Rankin, marcaran a fuego la personalidad del filme con las notorias influencias de la trilogía de ‘El señor de los anillos’ y de aquel revolucionario juego que fue ‘Dungeons & Dragons’. ¿El resultado? Una cinta que trataba de tú a tú a unos adolescentes a los que Disney no era capaz de hablarles con propiedad.
'Cuando el viento sopla' ('When the Wind Blows', 1986)
Ya había sido un cómic que nadaba contra corriente cuando, cuatro años antes, Raymond Briggs lo publicara y la industria del noveno arte se volcara en alabar las muchas virtudes que encerraba aquel relato sobre el miedo a la bomba atómica que se alzaba como uno de los más elocuente alegatos antibelicistas y antimilitaristas jamás ideados.
Y si la novela gráfica era —y es— espectacular, no se puede afirmar menos de la joya con mayúsculas que es su adaptación a 24 fotogramas por segundo. Dirigida por Jimmy T. Murakami —el mismo al que debemos ese esperpento que fue ‘Los 7 magníficos del espacio’ (‘Battle Beyond the Stars’)— la mezcla de animación tradicional para los personajes con técnicas de stop-motion para los objetos inanimados es sólo una de las infinitas cualidades de una obra maestra sin par. Si nunca la habn visto, estan tarde.
'Memories' ('Memorîzu', 1995)
Todos coincidiremos en afirmar que ‘Akira’ ('アキラ') es uno de los puntales fundamentales de la historia del cine animado y que su influencia posterior es tan inmensurable como fascinante y complejo fue el titánico proyecto que inmortalizó a Katsuhiro Otomo como uno de los mejores directores que ha dado el séptimo arte en el país del sol naciente.
Pero por no caer en el topicazo de incluir en esta lista a tan popular cinta, he preferido mirar con ojos tiernos —cómo no hacerlo— a esta magistral antología de tres historias que fue ‘Memories’. Dirigida a tres bandas por Kôji Morimoto, Tensai Okamura y Otomo y con guión de éste último y del legendario Satoshi Kon, es el primero de los segmentos, el titulado ‘Rosa magnética’ el que, por sí sólo, valdría como excusa para incluir al filme en este artículo. Acompañado de los otros dos no es de extrañar que muchos consideren a esta espectacular cinta como título de referencia, no ya de la animación, sino de la ciencia-ficción de todos los tiempos.
'Perfect Blue' (‘Pafekuto Buru‘, 1997)
Y ya que estamos hablando de Satoshi Kon, no podíamos dejar pasar la oportunidad que nos brinda esta entrada para dedicarle su correspondiente espacio a su primer producción como director y la que personalmente considero mejor exponente del genio que el desaparecido artista nipón llegó a cuajar a lo largo de su breve pero intensísima trayectoria profesional.
De temática atípica más propia del cine de imagen real que el de animación —enmarcada en el thriller, todo gira en torno a una actriz acosada por un psicópata— la forma de desarrollar la historia, cómo nos engaña y de qué forma llegamos a sentirnos identificados con la protagonista unido a la soberbia dirección de Kon y a los impresionantes recursos narrativos de que echa mano hacen de ‘Perfect Blue' un lugar de encuentro imprescindible para los amantes del séptimo arte.
'El gigante de hierro' ('The Iron Giant', 1999)
Dominados de forma casi exclusiva por Disney, Ghibli y por las primeras producciones de Pixar —hubo excepciones como las dos producciones anteriores, pero fueron las menos, la verdad—, pasamos sobrevolando lo que los noventa llegaron a dar de sí al otro lado del charco y llegamos al último año del s.XX — ¿o era el penúltimo?— con una de mis películas favoritas de dibujos animados de todos los tiempos.
La historia de amistad entre Hogarth, ese niño fantasioso e inquieto, y el inocente robot gigante venido de otro planeta es tan redonda, perfecta y entrañable que consigue emocionar a cada nueva revisión que se le hace, y a ello no es nada ajeno la especial música de Michael Kamen. Brad Bird daba aquí el primer y descomunal paso que le llevaría, cinco años más tarde, a firmar la magistral ‘Los Increíbles’ (‘The Incredibles’), pero como esa es de Pixar, mejor ni la mentamos, ¿no?
‘Bienvenidos a Belleville’ (‘Les Tripletes de Belleville’, 2003)
De muy atrevida cabría calificar a esta producción francesa que a principios de siglo estuvo en boca de todos los amantes del cine de animación, primero cuando se estrenó, y luego cuando fue nominada a dos Oscars, los correspondientes a Mejor Película de Animación y Mejor Canción Original.
Dirigida por Sylvain Chomet, nada más que el estilo visual de la cinta, de un talante exageradamente caricaturesco, sirve para hipnotizar al espectador desde su primer minuto. Pero ‘Bienvenidos a Belleville’ (‘Les Tripletes de Belleville’) no se queda ahí, y suma a lo soberbio de su animación dos valores que la elevan al olimpo de esta forma de hacer cine: uno, que sus personajes no articulan palabra en todo el filme; dos, que su historia, tanto o más estrambótica que su personalidad gráfica, es de esas de las que no vas a olvidar fácilmente con el paso de los años.
'Final Fantasy VII - Advent Children' ('Fainaru fantajî sebun adobento chirudoren', 2005)
Sin querer entrar a valorar la validez de una saga de juegos que pocas veces a puesto de acuerdo a los adictos a las consolas, no cabe duda que cada vez que ha dado el salto a la gran pantalla, la franquicia creada por Hironobu Sakaguchi ha dado mucho que hablar…y no precisamente para bien. De hecho, supongo que más de uno estará ahora mismo preguntándose por qué diantres incluir alguna de las tres producciones que hasta ahora nos ha ofrecido Square Enix si, en lo que respecta a historia, son a cada cual peor.
Y no os falta razón, pero si de animación en términos estrictos hemos de hablar, creo que tanto esta ‘Advent Children’ como la ‘Kingslaive’ que precedió el año pasado al lanzamiento de la quinceava entrega del juego son, a falta de un epíteto mejor, espectaculares hasta decir basta. Y si he preferido decantarme por esta en lugar de cualquiera de las otras dos es simplemente porque, aceptando que la historia no funciona en ninguna de ellas como debiera, es aquí donde resulta más coherente… dentro de unos límites, claro.
'Persepolis' (2007)
Un año antes que la primera entrega de las aventuras de Tony Stark llegaran a las pantallas de medio mundo y dieran comienzo oficioso a la desmesurada fiebre actual por el mundo del tebeo en cine, Marjane Satrapi se atrevía a trasladar a imágenes en movimiento esa magistral autobiografía suya que tantos galardones le habían valido desde que viera la luz entre el año 2000 y el 2003.
Sensiblemente alterada en lo argumental, ‘Persépolis’ fue un triunfo asombroso que conseguía, en lo visual, seguir los personalísimos patrones monocromos marcados por el trazo de la autora de origen iraní. Nominada al Oscar, y ganadora de cerca de una treintena de premios, es ésta una producción con la que no pocos pudimos celebrar de forma anticipada, sin saber lo que se nos venía encima, la fusión entre viñetas y fotogramas.
'Vals con Bashir’ (‘Vals Im Bashir’, 2008)
Documental animado con el que su autor, Ari Folman, exorcizaba no pocos demonios acerca de su participación en la Guerra del Líbano a principios de los ochenta, ‘Vals con Bashir’ (‘Vals Im Bashir’) es un poderoso vehículo antibelicista que, más allá de la fuerza de su mensaje, si por algo nos cautivó —y nos cautiva— es por lo asombroso e innovador de su estilo visual.
Similar a la animación con rotoscopio de la que tanto llegó a abusar Bakshi en su filmografía, la combinación de Adobe Flash con métodos tradicionales que se sacó de la manga Yoni Goodman —el inventor de la técnica en cuestión— imprime en el metraje un aire surrealista que ayuda sobremanera a elevar aún más el sobrecogedor tono que la narración adquiere por momentos y que es, en última instancia, lo que más huella deja en el espectador.
'La canción del mar' ('Song of the Sea', 2014)
Dentro de las muchas “injusticias” en las que suele incurrir la Academia estadounidense a la hora de conceder sus premios, es el de Mejor Película de Animación el que mayores decepciones suele acarrear a los amantes de las cintas de “dibujitos”. Y como muestra de ello, el botón que supusieron los premios de 2015: no es que ‘Big Hero 6’ (id) no lo mereciera —la película es fantástica—, es que con la originalidad que detentaban tres de sus contendientes, concederle el enésimo galardón a Disney parecía ya cosa de broma.
Uno de esos tres era este bellísimo cuento que el equipo detrás de la no menos fantástica ‘El secreto del libro de Kells’ (‘The Secret of Kells’) puso en pie maridando animación tradicional con digital en un vehículo de arrebatadora personalidad visual que, para colmo, venía acompañado de una de esas historias que llaman a soñar despierto, a rescatar al niño que todo adulto lleva dentro y a disfrutar como un enano con hora y media que no tiene ni un segundo de desperdicio.
'Anomalisa' (2015)
Primer filme animado en ganar el Gran Premio del Jurado en el Festival de Venecia, y primera producción calificada con la temida R que conseguía acceder a una nominación al Oscar en la categoría de Mejor Filme de Animación, ‘Anomalisa’ (id) es el epítome del cine de Charlie Kaufman, ese cine sin ataduras ni constricciones que habla de forma tan clara y precisa de la crisis de identidad, la aceptación de la mortalidad o, por qué no, el sentido de la vida.
Todas estas circunstancias se dan cita en una producción que, con figuras humanas de gran realismo puestas en movimiento por stop-motion, hipnotiza al espectador desde el primer al último minuto en virtud de una puesta en escena prodigiosa, de un cuidadísimo diseño de producción y de un mensaje que en 2015 parecía querer darle un par de hostias bien dadas al por aquél entonces candidato a la presidencia de Estados Unidos. Soberbia.
En Espinof: ‘Anomalisa’
'El niño y la bestia' (‘Bakemono no Ko’, 2015)
Sustituyendo en lo más alto del podio a él reservado a la excelente ‘Summer Wars’ ('Samâ Wôzu'), lo que Mamoru Hosoda conseguía hace un par de años con ‘El niño y la bestia’ (‘Bakemono no Ko’) es algo que, creo, está reservado a un puñado de artistas a los que el término genio les queda como anillo al dedo.
Soberbia allí donde queramos hincarle el diente, esta historia de amistad entre un niño humano y una enorme bestia peluda emociona y acongoja gracias a unos personajes tridimensionales como pocos y nos deja con la mandíbula desencajada con una animación que coqueteando con ambos mundos —el tradicional y el digital— nos ofrece un espectáculo ante el que sólo cabe caer completamente rendido.
'Kubo y las dos cuerdas mágicas' (‘Kubo and the Two Strings’, 2016)
Terminamos la selección de cintas animadas a tener cuenta más allá de la terna Disney-Ghibli-Pixar con la que servidor habría apostado se iba a alzar como clarísima vencedora en su categoría en la última entrega de los Oscars. Que ‘Kubo y las dos cuerdas mágicas’ (‘Kubo and the Two Strings’) terminara perdiendo en favor de la fabulosa pero mucho más acomodaticia ‘Zootrópolis’ (‘Zootopia’) no es más que la prueba palpable de lo predecible, anodino y grisáceo del criterio que los miembros de la Academia suelen gastar año tras año.
Espectacular hasta agotar el término, asombrosa hasta llevar el epíteto a fronteras nunca exploradas y arriesgada por las no pocas complicaciones que acarreó su prolongada producción, esta fantástica historia situada en el Japón feudal es, sin duda alguna, cumbre indiscutible de lo que el cine de animación nos ha ofrecido en lo que llevamos de siglo. A los que ya veníamos advirtiendo del talento de Laika, su productora, desde que nos dejáramos asombrar por ‘Coraline’ o ‘El alucinante mundo de Norman’ (‘ParaNorman’) sólo nos queda soñar con que su siguiente producción siga elevando un listón que ya está, para qué engañarnos, por las nubes.
'La tortuga roja' ('La tortue rouge', 2016)
Apostando, igual que lo hiciera ‘Bienvenidos a Belleville’, por prescindir completamente de diálogos a lo largo de la totalidad del metraje, esta producción francesa que contó con la participación de Ghibli —algo que dio mucho que hablar y que muchos quisimos ver como el preludio del inminente regreso de la añorada compañía nipona— está cargada de una personalidad que bebe de forma intensa del inmenso manantial que son las cintas apadrinadas por la casa de Hayao Miyazaki.
Poética y fascinante, la historia de un náufrago cuya solitaria vida en una isla es trastocada por completo por la aparición de una misteriosa tortuga roja —y sí, esa es la breve sinopsis oficial, poco más se puede contar de ella sin dar detalles fundamentales de su discurrir— es puesta en escena por Michael Dudok de Wit de una forma que sólo puede ser calificada de sublime. Para ver y revisar en no pocas ocasiones.
'Your Name' (‘Kimi No Ka Wa’, 2016)
Y terminamos con la que fue sensación absoluta el año pasado en el país del sol naciente y la que ostenta en la actualidad el puesto número 92 de las 100 películas mejor valoradas de la IMDb. ¿Locura transitoria de sus muchos admiradores? Para nada, los 106 minutos de ‘Your Name’ (‘Kimi No Ka Wa’) merecen todo lo bueno que se ha dicho sobre ellos… y un poco más.
Historia de adolescentes enamorados que pronto se descubre como mucho más, la propuesta de Makoto Shinkai al adaptar su propia novela no podría haberse saldado con unos resultados artísticos más espectaculares: la arrebatadora belleza de la animación —algo que no sorprende dada la trayectoria del cineasta—, que hace que la cinta le hable de tú a tú en según qué aspectos a cualquier película de Miyazaki, es sólo la cúspide de una pirámide en la que hay de todo para contentar a todo tipo de espectadores; sirviendo tan asombroso conjunto para recordarnos que, aunque no esté pasando por su mejor momento, hay todavía mucha vida en el anime.
Tres joyas de propina… en formato corto
Como bien ha demostrado Pixar con suma insistencia, la animación, si breve, dos veces buena. Pero como este artículo quiere huir de poner en valor algo que ya se ha puesto hasta la saciedad —cualquiera de los cortos de la casa del flexo es una maravilla—, vamos a cerrar esta entrada destinada a señalar estimulantes propuestas de esta forma de narrar historias con tres títulos clásicos que, a su manera, sirvieron para demostrar que los dibujos animados eran más que animalitos entrañables y princesas de ensueño.
Experimentales, sugerentes y sencillamente geniales, cada uno de los tres cortos que aquí os presentamos son muestra más que suficiente de que cualquier prejuicio relacionado con la animación está tan infundado como los que siempre han rodeado a los tebeos como forma menor y poco culta de contar historias, y de que sólo mentes muy estrechas de parietales son capaces de pasar por alto la riqueza que encierran esos dibujitos que a algunos llevan encandilándonos desde que tenemos uso de razón.
'The Unicorn in the Garden' (1953)
Recordados por ser los responsables de haber creado al inigualable Mr. Magoo, los responsables de la U.P.A —la United Pictures of America— pusieron en pie decenas de cortos entre los que destaca, por su personalidad ecléctica, por lo vivaraz de su animación —que recuerda, y cómo, al gran Al Hirschfeld— y por lo irónico y chispeante de su argumento este ‘The Unicorn in the Garden’ que le valió una nominación a Mejor Filme Animado en los BAFTA de 1955. Viéndola hoy, no es de extrañar que los británicos la reconocieran de tan llamativa manera.
'The Dot and the Line' (1965)
De acuerdo, la animación no sería nada sin Walt Disney y el impulso que el soñador que fue el creador de Mickey Mouse supo dar a las técnicas que se encontraban detrás de sus producciones. Pero junto a Disney hay otros nombres en la historia de la animación estadounidense que son igualmente decisivos para comprenderla, y el de Chuck Jones, no cabe duda, está a la cabeza de todos ellos junto, cómo no, al de Tex Avery.
Padre de Pepe LePew, Mariano el Marciano y esos dos monstruos de la escena animada que siempre serán el Coyote y el Correcaminos, la influencia de Jones como animador, director, dibujante y guionista va mucho más allá de los Looney Tunes como bien demuestran los tres Oscars que la Academia le concedió en 1949, 1950 y 1965, año en que dirigió esta historia de amor entre una línea y un punto que, a nuestro criterio, ejemplifica de forma brillante el asombroso talento de tan insigne artista y la suma versatilidad de lo que puede llegar a lograrse con elementos animados simples.
‘The Battle of Kerzhenets’ (‘Се́ча при Ке́рженце’, 1971)
La belleza plástica que encierran los diez minutos que dura ‘The Battle of Kerzhenets’ es de tal calibre que casi merecería un puesto junto a los trece largometrajes que hemos incluido más arriba: animada a partir de frescos y pinturas de la Rusia de los siglos XIV a XVI utilizando el stop-motion, el corto narra el choque frontal entre las fuerzas rusas y las hordas mongoles basándose de forma sucinta en la leyenda de la ciudad invisible de Kitezh, que desapareció bajo las aguas para evitar ser invadida.
Adaptada dicha leyenda a una ópera en cuatro actos por Rimsky-Korsakov, es la música apasionada, romántica y épica del genio ruso de la orquestación la que pone fondo a la sin par hermosura visual que destila esta pieza de orfebrería animada que, a la manera de ‘Fantasia’, engarza imagen y sonido en un todo indisoluble que, por momentos, es casi un ballet.
Fuente: Espinof