Títulos como 'The host' (2006) y 'Snowpiercer' (2013) confirmaron su inacabable imaginación visual y su finura mezclando géneros y tonos para hablar de asuntos candentes. Es, en otras palabras, uno de los cineastas más intrépidos, y 'Okja' quizá sea su película más intrépida. Normal que la haya producido Netflix: ningún estudio de Hollywood se habría atrevido.
'Okja' se ha visto en medio de un debate crucial sobre el futuro del cine. ¿Qué le parece?
Creo que los cines y las plataformas online pueden coexistir en paz. Estoy seguro de que los ejecutivos de Netflix van al multicine con la familia y muchos de los exhibidores están abonados a Netflix. Al final, las películas son películas; las nuevas tecnologías solo significan que hay más opciones para verlas. En todo caso, es necesario revisar y corregir las normas que rigen su distribución.
Y de que la mayoría del público vaya a ver su película en una pantalla pequeña, ¿qué opina?
Debo decir que nadie, excepto Netflix, quiso financiarme 'Okja'. Y en Netflix han respetado mi visión al cien por cien. Me dieron total libertad para escoger a mi equipo de trabajo y para aprobar el montaje final de la película, y esos son privilegios de los que solo gente como Spielberg o Christopher Nolan gozan. Por supuesto, creo que 'Okja' debería ser disfrutada en una sala de cine, y desaconsejo al público que la vea en la pantalla del teléfono. En todo caso, insisto: para quienes hacemos películas raras, Netflix se está convirtiendo en un refugio.
Hacía tiempo que la proyección de una película en Cannes no causaba tanto revuelo… Sí, y estar en el centro de él fue muy extraño. Lo más inquietante es que todo el mundo hablaba de 'Okja' desde el punto de vista de su distribución, pero a nadie le importaba la película en sí.
¿Cómo definiría usted 'Okja'? ¿Es una película de monstruos? ¿Una sátira contra la industria alimentaria? ¿Una fantasía infantil?
Sin duda, no es una fantasía. Puede que los supercerdos aún no existan, pero lo harán. En Canadá ya se ha creado un salmón transgénico, y mientras preparaba la película hablé con un estudiante que trabaja en un cerdo transgénico. Así que 'Okja' es real. Mi intención fue hacer una película de animales distinta a todas las anteriores.
¿En qué sentido?
Las películas de animales son o bien historias familiares que los tratan como seres encantadores o bien documentales que denuncian el lado oscuro de la industria cárnica. Y esa es una división con la que la sociedad se siente muy cómoda: vemos a unos animales como mascotas y a otros como productos alimentarios. Pero esa división no existe; son el mismo animal. Todo el mundo debería visitar un matadero alguna vez.
Usted sin duda lo hizo.
Sí, mientras preparaba la película visité un matadero en Colorado, e incluso desde el aparcamiento ya olía a muerte. Era devastador. Una vez dentro, vi a las vacas esperando su turno para ser sacrificadas, y vi cómo todas las partes de sus cuerpos, incluso sus excrementos, eran aprovechadas. Después de ese viaje fui vegano durante dos meses.
¿Espera que 'Okja' cree veganos?
No, no es mi intención. No estoy en contra del consumo de carne, pero creo que es necesario que la gente piense un poco en el origen de la comida que ponen en el plato.
Muchas de sus películas escenifican una batalla entre el hombre corriente y los gobiernos y corporaciones que tratan de aplastarlo. ¿Es algo deliberado?
Lo cierto es que casi todos nuestros problemas son culpa del capitalismo. Los poderes económicos nos manipulan para que no seamos conscientes de lo que nos metemos en el cuerpo, o de nuestro modo de tratar al prójimo o el planeta. Nos han lavado el cerebro para convertirnos en meros consumidores.