Los años han pasado y Will Turner (Orlando Bloom) sigue siendo el capitán del Holandés Errante, pero recordemos que a Will no se le permite pisar tierra firme y mucho menos estar 
viviendo con su esposa Elizabeth Swan (Keira Knightley) y Henry (Brenton Thwaites). Henry, que ahora es tan terco como su padre, ha decidido romper la maldición que acompaña a su progenitor. Para ello, necesita la ayuda del legendario tridente de Poseidón. En sus andanzas conoce a la joven astrónoma Karina Smyth (Kaya Scodelario), que también está en la búsqueda de la reliquia mágica. Sentiremos como la palabra coincidencia toma otro significado al ver como la vida de estos se cruza y, claro, a esto tenemos que agregarle un ingrediente muy importante dentro de la saga… el capitán Jack Sparrow (Johnny Depp). Por otro lado, el Capitán Salazar (Javier Bardem), un inquieto y despiadado espíritu que se dedicaba a asesinar piratas, escapó con su tripulación desde el Triángulo de las Bermudas, lugar donde Jack Sparrow le había encarcelado en un lejano pasado. Todo esto se mezcla para crear una sangrienta persecución en alta mar y una inexplicable batalla por el Tridente, el cual inexplicablemente todo el mundo persigue.
Después de seis años sin Piratas en el Caribe, las aguas cinematográficas vuelven a agitarse. Los responsables de sacarle beneficio al presupuesto de doscientos cincuenta millones dólares son los amigos Joachim Rønning y Espen Sandberg, el duo noruego que dirigió la magnífica “Kon Tiki” (2012) y la divertida Max Manus (2008). Jeff Nathanson tomó los personajes creados por Ted Elliott y Terry Rossio y escribió un guioón entretenido, pero con poca sustancia. Geoffrey Rush repite como el Capitán Barbossa, Kevin McNally como Gibbs y la mayoría de los mismos secuaces de las películas anteriores vuelven a ponerse el maltrecho traje de pirata.
Nathanson presenta una historia que podría haber sido contada en treinta minutos. La primera aparición de Sparrow pareciere que fuera sacada de la última película de “Fast and Furious”. Somos testigos de la más descabellada persecución fruto de un robo de banco, la que solo da inicio a lo que veremos en los proximos noventa minutos. La atención de la historia se centra claramente en Henry y Karina, quien se caracteriza por su interesante origen que iremos descifrando. Esto es tal vez el giro más interesante, y a la vez, el personaje mas curioso.
“Pirates of the Caribbean: Dead Man Tell No Tales” es una película que durante la primera hora te va a entretener, pero con el uso y abuso de los efectos visuales y el desorden narrativo presentado por sus directores, te dejará con un sabor salado. Después de años de ausencia, las cualidades de la serie persisten. Los efectos visuales están correctos pero algo sobre utilizados y la mayoría de las secuencias de acción son insustanciales y carentes de lógica, parecieran por llenar metraje. Denotamos un guión incompleto, donde no se aprovechan los personajes, incluyendo un interesante Javier Bardem, que es usado como un villano más y no es aprovechando al máximo.
Una estupenda musicalización de Geoff Zanelli (Into the West) acompaña las peripecias de estos invencibles piratas. En pocos momentos sentí ese aire de frescura y naturalidad que le impregnó Johnny Depp a esta saga, pero su personaje pareciere que ya está de más y que solo sirve para crear situaciones (en su mayoría innecesarias) y desvirtuar la misma narrativa y lógica que se nos presentó. Al final, seguimos perdidos en el mar, no solo esperando ver algo interesante, si no buscando ese haz de luz dentro del cine de entretenimiento que una vez fue esta saga. Ya hasta tienen escena post créditos, pues la maldición de los superhéroes ha llegado allí.
