El impresionante uso de los sentidos en el cine de Todd Haynes es perfecto. Vimos como en su obra anterior 
“Carol” (2015) el uso de las miradas fue más importante que el dialogo de sus protagonistas, las miradas “hablaban” de los sentimientos del momento. Miradas de deseo, de tristeza y desesperación eran notables en los rostros de Rooney Mara y Cate Blanchett, sus dos intérpretes. En “Woodstruck”, tenemos dos protagonistas, El silencio y los colores. Aunque no son sentidos, son propiamente captados por ellos, uno por el sentido auditivo y el otro por la visión.
"Wonderstruck" es la nueva película del director norteamericano Todd Haynes, una adaptación de la novela gráfica del mismo nombre firmada por Brian Selznick (que firma como guionista también), el mismo escritor de la novela “La Invención de Hugo Cabret” posteriormente adaptada al cine en 2011 por Martin Scorsese.
Con una mano en el destino de Ben en 1977, y la otra el de Rose en 1927, el director Haynes se mueve dentro de dos amalgamas de colores: para la historia de Rose, utiliza el blanco y negro, trasladando así al público a la era del cine clásico, mientras que, para la historia de Ben, utiliza colores chillones y abundante musicalización.
La historia de Ben y Rose siguen dos caminos diferentes, pero con un mismo propósito, buscan una conexión perdida. El director utiliza una narrativa fabulesca, donde lo que pudiese parecer imposible ocurre de una manera fantástica. Es así que ocurre el repentino y casi mágico accidente en el cual Ben se queda sordo, después de que un rayo cayó sobre su antiguo hogar mientras este tenía el auricular de un teléfono.
Ha pasado un accidente terrible, y aun así no nos llega la tristeza, ya que aún estamos de la mano de un director que sabe a dónde llevarnos. Todd Haynes ha dedicado su minuciosidad y su manierismo al adaptar cuidadosamente la novela original, sin embargo, es difícil ignorar una sensación de cansancio mientras la trama ocurre.
Para Haynes, el cine es un arte de artificio más que de mandado. Fiel a esa visión y maravillados por los sentimientos de los personajes principales (sordas y / o mudos) le da a su discapacidad todo lo maravilloso que el cine puede ofrecer.
Primero, desarrolla una película muda para crear la atmósfera del 1927, mudándose a una extraordinaria producción visual para recrear 1977. Sin duda, es este uno de los aspectos más destacados de Wonderstruck. Con el trabajo sobre el sonido y la utilización de melodías sensibles, Carter Burwell crea una maravillosa partitura apoyado por la siempre extraordinaria "Space Oddity" de David Bowie.
Algunas pesadillas de Ben podrían parecer estrategias fáciles del director para crear una cierta emoción al público, incluso cuando este se ve de frente a una ellas, peca de caer en un sentimentalismo que se torna inseparable en el viaje de Ben. Otra parte donde podría diluirse un poco la narrativa es en el hincapié del sentimiento de desesperación de ambos protagonistas.
Pero Wonderstruck hace todo esto a propósito, ya que tiene una parte final impresionante, una hermosa historia de amor y reencuentro que son narrados de manera original y sensible. El soberbio desempeño de los jóvenes actores Oakes Fegley y Millicent Simmonds es impresionante, ambos teniendo aventuras en la misma ciudad de Nueva York de los años 1920 y 1970. “Wonderstruck” es lo más parecido a ese anhelo de tener esas aventuras con las que todos soñamos como niños, pero que Haynes, sin caer en lo explicito, sabe edulcorar para que el trago sea un poco más dulce.
