En cada generación, el amor se plasma de una manera distinta. Las han habido más románticas, otras más costumbristas, algunas más liberales. Ahora, a los nacidos entre principios de los 80 y 1995, se les llama millennials. Se supone que son aquellos jóvenes un tanto egocéntricos, muy listos y preparados academicamente que nacieron bajo el paraguas de la prosperidad económica. Así que, ¿cómo aman nuestros jóvenes? Hemos seleccionado los amores más millennials para formar el decálogo de pautas que todo romance actual se rige a seguir.
STOCKHOLM
La nocturnidad
Hay amores que suceden en el transcurso de una noche. Dos personas se conocen en un ambiente que es embaucadoramente dado para el amor. Fiestas, calles solitarias, paseos entre caladas; todo parece posible bajo el manto de la luna y entre la diversión de jugar a aparentar ser quien se quiere ser. Los jóvenes lo pueden ser todo, y aquel muchacho que insiste en acompañarte a casa puede ser también algo más que un muchacho sin más -piensa Ella, Aura Garrido, del pesado de Pereira- ¿lo será?. Éste es, a grandes rasgos, el gran dilema que se plasma durante la noche de "Stockholm". El tira y afloja entre dos jóvenes que se gustan, que incluso intuyen que se enamoran (o al menos él) y que de nuevo la luz del día les saca todas las ideas de amores románticos de la cabeza.
10.000 KM
La distancia
No tiene por qué ser una barrera. Si algo tienen los millennials, es que ponen su vida profesional casi ante todo. Sentirse realizado con el trabajo es un valor que estas nuevas generaciones pueden permitirse, así que aprovechan las oportunidades, incluso las buscan, y dejan en segundo término todo lo demás, como podría ser tu pareja, tener un hijo. Los millennials no consideran el conformismo. Alex acepta la oportunidad de irse a Los Ángeles a cursar una residencia artística que impulsará su carrera como fotógrafa. Nada es imposible, así que mantener esa relación a distancia tampoco. "10.000 km" plantea el amor como pared contra la que chocan todas las malas rachas imaginables. La tecnología lo facilita, al principio, pero pronto se vuelve un obstáculo cuando algo parece tan cerca que crees que realmente está ahí, pero no lo está.
EL VERANO DE SANGAILE
El descubrimiento
La fascinación es algo que conllevan los amores más puros. Suelen ser las almas más inocentes, las más ingenuas, las que descubren todo de la mano de alguien que viene y les rompe todos los esquemas. Alguien que se fija y le presta el tiempo que nadie le ha dedicado, que le anima en las cosas que a ella le gustan. Como Austé anima a Sangaile a volar, “El verano de Sangaile” es un ejercicio estético precioso que reúne la historia de iniciación y descubrimiento del amor de Sangaile, una joven con miedo que necesita que alguien le haga ver que tiene alas.
BANG GANG
El sexo
Sin reglas. La efervescencia sexual no entiende de generaciones. La juventud y la atracción llenan las bocas de propuestas sugerentes y excusas como “si no es ahora, ¿cuándo?”. Los millennials no han añadido más desenfreno del que ya había, aunque sí la libertad y la aceptación de probar cosas nuevas, abiertamente, y en grupo si hace falta. Ocurre esto en “Bang Gang” donde el sexo explícito se une al cine que lo filma explícito y se convierte en una ópera prima de jóvenes que tienen parejas (en plural), consumen drogas (en abundancia) y actúan en vídeos que Youtube jamás publicaría. Ahora las fiestas de instituto van un poco más allá del ponche y las sedas, ésta es una orgía desenfadada convocada vía móvil.
VIAJE
El crush
Ya lo había hecho Linklater con sus “Antes de...”. El denominado “flechazo” se apodera ahora del usado crush para definir esta repentina corazonada que se siente al cruzarse con alguien de quien quedas prendidamente pillado. Pero los Jesse y Céline de la trilogía más romántica del cine son demasiado formales para la frescura del amor millennial. Ellos vuelven a sus vidas recordando sus encuentros como suspiros; en “Viaje”, Luciana y Pedro emprenden el camino de aventurarse y probar suerte. El flechazo es tan fuerte que no ven que tengan nada que perder, la vida se construye a medida que te vas encontrando cosas por el camino.
HERMOSA JUVENTUD
Eternamente jóvenes
El motor que nos empuja a veces necesita que lo alimenten. Y no funciona si es el mismo motor que nos ha estado llevando desde kilómetros atrás. La juventud es llevadera, fácil incluso para algunos, hasta que los recursos con los que te abasteces dejan de ser suficientes y te impiden avanzar como te gustaría. Es lo que les pasa a Natalia y Carlos, dos jóvenes sin grandes ambiciones ni grandes esperanzas que notan como la vida adulta les está presionando a la vuelta de la esquina. Una vida adulta cargada de responsabilidades como conseguir dinero, como pagar facturas, como tener una hija.
LOS AMORES IMAGINARIOS
Los triángulos amorosos
De nuevo el clásico se revisita para dar una nueva versión de la tríada amorosa. El amor es (o suele ser) cosa de dos. Pero una amistad cercana puede confundir al tercero en discordia. Es momento para probar cosas nuevas pero los sentimientos son tan originales como siempre, tan delgada la línea entre amor y amistad que pasarla es terreno pantanoso. Marie, Francis y Nick son los tres amigos íntimos involucrados en este triángulo. De la mano de Dolan como enfant terrible del cine canadiense, la propuesta retoma esta indecisión, actualizada, sobre los corazones partidos entre dos bandos y la indecisión al valorar cuál es la correcta, o más bien la que se quiere.
LA VIDA DE ADÈLE
La rutina
Lo que parecía una oda al amor juvenil, de descubrimiento, de planteamientos sexuales y de frescura, se vuelve más peliaguda cuando el hastío y la monotonía entran en escena. Emma, una chica de llamativo pelo azul, cautiva toda la atención de Adèle quien, como Sangaile, se deja quitar la venda de los ojos. Pero en vez de terminar con lo que sería un final feliz, el metraje avanza hasta descubrir cómo son las cotidianidades de una pareja pasados los primeros meses. Las desconfianzas, las disparidades entre quien se conforma y quien aspira a más. “La vida de Adèle” retiene las dos fuerzas contrarias, un huracán fugaz que todo lo puede y un devastador final que termina con todo tan rápido como sucedió.
TODAS LAS CANCIONES HABLAN DE MÍ
La ruptura
Mientras que antes, lo máximo que verías a tu ex sería el día en que quedárais para devolveros las cosas, ahora la huella digital es mucho más difícil de borrar. ¿Qué hacer con las fotos colgadas por todas las redes sociales? ¿Con las proclamaciones de amor a cuatro vientos? ¿Y con las canciones que me recuerdan a ti? Jonás Trueba habla en su ópera prima de Ramiro y Andrea, una pareja que ha roto, sin un motivo claro y definitivo, sin que siquiera se haya terminado el amor entre ellos dos. El egocentrismo millennial se resume bien en la creencia de que nunca se va a poder salir de ésa, en la percepción de todas las canciones como ataques a su ruptura, en la imposibilidad de que ningún amor pueda superar a ése.
FRANCES HA
El anhelo
Hay películas que hablan del amor sin que ninguna relación sea la protagonista de la trama principal. Es el vacío de éste, en “Frances Ha”, el que lo hace tremendamente presente. Mientras que la mejor amiga de Frances empieza su vida en pareja, con éxito laboral y una envidiable estabilidad adulta; ella se limita a ir sobreviviendo entre sus escasos espacios de confort: sus pocos amigos en la ciudad, su compañía de danza en la que ya no baila… No se le conoce ninguna relación a lo largo de la película, pero es incesablemente comparada con todos los que la rodean; y ellos sí que lo tienen. Es, una vez más, las proyecciones de las vidas de los demás, las que crean los fantasmas que habitan en Frances.
Fuente: Filmin