“Que Dios nos perdone” tiene como escenario el Madrid del verano de 2011, los hechos de la película coinciden con la Jornada Mundial de la Juventud y la visita del Papa para dicho evento, así también, poco antes de celebrarse las elecciones presidenciales de noviembre: en suma, en plena crisis política y campana electoral se presentan una serie de inusuales asesinatos, que podrían poner al pueblo en pánico, especialmente a un sector de la sociedad.
Antonio de la Torre y Roberto Álamo son los principales investigadores de los mencionados asesinatos. Antonio es el inspector Velarde, un personaje oscuro, tranquilo y, a veces, da miedo. Con extraordinario dotes de investigación, es el principal agente dentro de los casos, es el mismo, que plantea la teoría de que todos los casos podrían estar de alguna forma enlazados. Roberto es el inspector Alfaro, con características casi opuestas a Velarde. Navega entre dos extremos, o es muy gracioso o es muy violento, es incluso el personaje con mas carga emocional dentro la historia, ya que gran parte de su vida personal se ve directamente afectada al caso, por ende, la mezcla de estas emociones hacen más intenso a su personaje.
El director Rodrigo Sorogoyen (Stockholm, 2013) presenta de manera pausada los acontecimientos principales durante la primera mitad, es decir, plantea todo para preparar a su público para una oscura segunda mitad. Durante esta primera parte, notamos la temperatura, factor importante que será influencia para descifrar el carácter de los personajes, la relación de estos también es mostrada en los primeros minutos de metraje. Conocemos su vida personal, y algunas situaciones que nos ayudan a delinear sus características.
Lo más importante y algo que habla del éxito de películas de este tipo, es que sus personajes al ser polos opuestos, tienen cierta química. Estos se balancean entre ser agresivo-pasivo y pasivo-analítico.
Aquí no hay policías buenos o malos, las pizcas de realismos dadas por la plataforma social y política, ayuda a que el espectador rápidamente se sienta identificado con uno u otro de los personajes, ambos quieren atrapar a el asesino, ambos están luchado para sobrellevar una carga individual, ambos aunque tienen dicho motivo en común, tienen razones diferentes.
El director Sorogoyen no hace énfasis en la violencia asumida, explica que tan violenta podría llegar la sociedad ser. Durante una persecución, vemos como los personajes principales se ven envueltos en una de las manifestaciones del 15M, donde estos, de una forma violenta y sin importarle los manifestantes, se hacen paso a cualquier paso con tal de atrapar a un posible sospechoso. Pero los manifestantes no son simple espectadores o víctimas, estos de alguna u otra forma responden al exabrupto. De esta forma el director y guionista Sorogoyen (co-escrito con Isabel Peña) deja entrever su prioridad. Atrapar al malo a cualquier coste.
Mientras avanza la cinta, la oscuridad se hace cómplice de la narrativa, mientras conocemos más de la historia, las imágenes se vuelven más oscuras y encerradas, menos espacios abiertos, mas lluvia acentúan un sentimiento de desolación, mismo sentir, que es transferido al abdomen del espectador.
Con diálogos fuertes que rozan de momento lo cómico, y unos personajes que distan de ser héroes, “Que Dios nos Perdone” es un efectivo thriller policial con aires narrativos de “Zodiac” (David Fincher, 2007) y la atmosfera visual de “Seven”, guardando la correcta distancia, la película de Sorogoyen complacerá a la mayoría del público, por su correcta puesta en escena, buenas actuaciones y un villano a la altura.
"Que Dios nos Perdone" fue presentada durante la edicion 34ava del Miami Film Festival