Uno de los mayores signos de ineficiencia de un melodrama, es ver a sus actores traumatizados por casi dos horas. Teniendo en cuenta que la excusa de la historia es una inesperada tragedia familiar, no debería ser difícil para el espectador sentir cierta empatía por los involucrados, pero cuando en vez de esto, lo que sientes son desesperadas ansias de que la película termine, el término "fracaso" adquiere una nueva y trascendental connotación.
Con un sentimentalismo explotador y con una atmosfera mas de teatro que cinematográfica, el director David Frankel ( "The Devils Wears Prada") dá la impresión de una película rodada a puros empujones. “Collateral Beauty” va destruyendo metódica y pausadamente cualquier posibilidad de sentir afiliación alguna hacia los motivos de su estupendo elenco de actores.
Will Smith es Harold, un publicista súper exitoso e inteligente que brilla dando discursos inspiracionales a las personas. Pero cuando su hija de seis años muere atacada por el cáncer, este se convertirá en un ermitaño depresivo que no habla con nadie, formando estructuras complejas con fichas de dominó sólo para verlos caer, y escribiendo cartas de odio a conceptos abstractos y emociones tales como el tiempo, el amor y la muerte. Mientras tanto, arrastra a la destrucción a toda la compañía que él mismo fundó, así que tres colegas profundamente tristes y ansiosos deciden actuar. Aparecen tres personajes al azar que responderán las cartas de Harold, quienes por cierto, están poseídos por la sabiduría improvisada más exquisita.
Al mismo tiempo, sus colegas van a encontrar de manera indirecta su propio valor para hacer frente a sus propias heridas, empezándose poco a poco a perdonar y amar de nuevo a sí mismos. Incluso, si dejamos de lado la idea de los tres colegas, (Edward Norton, Kate Winslet y Michael Peña), las historias personales que estos van atravesando, sumado a la ya conocida historia principal, dan la impresión de que el guionista Allan Loeb (21, Wall Street 2) es un sadomasoquista acaramelado que no se contentó con plantear una situación que, para cualquier ser humano, seria un infierno. Con gracia y elegancia les da una situacion macabra a uno de sus secundarios (peor que la situacion planteada al personaje principal), pero sin dejar que al final cada uno de ellos encuentre redención casi en coordinación, aunque la misma palabra toma notas extrañas a su vez.
Algunas secuencias si llegan a emocionar, pero no sin dejar de lado la previsibilidad, utilizando la herramienta aleccionadora en los personajes de Keira Knightley y Helen Mirren, dándole tiempo en pantalla por su obvia fama. Incluso la propia película demuestra que nada está sucediendo, ya que no es hasta la última instancia que el personaje principal parece estar encontrando poco a poco el tiempo perdido. Todo es intensamente resumido en los últimos diez minutos, es allí donde toda la carga emocional cae, y los llantos no se pueden contener. Al menos los míos fueron de felicidad por su inminente final.
“Collateral Beauty” argumenta que los momentos de dolor mas intolerables se pueden convertir en una grandiosa conexión cósmica a través de actos redentores de compasión y bondad (de ahí el título de la película, algo así como el concepto de "daños colaterales", pero con un signo positivo). Esto, sin embargo, no hace más que activar la conocida formula ‘’Hollywoodense’’ de presentar este tipo de historias para la época navideña, algo sumamente oscuro y desagradable. Hollywood subestima el significado del dolor humano, limitándolo a los estrechos límites de un mecanismo emocional reactivo, empujando las lagrimas del espectador para lograr una extraña aprobación de este.
“Collateral Beauty” cruza más al nivel de telenovelas, pero mal escrita y quejumbrosa, con resultados catastróficos. En consecuencia, aunque siempre es muy difícil sugerir que eviten fuertemente una película, háganse de cuentas que esta película es una criatura muy peligrosa y acérquense lenta y cautelosamente, si es que son tan valientes.