Rachel (Emily Blunt) es una mujer que todos los días utiliza la misma rutina, toma un tren que la lleva desde donde vive hasta la ciudad. Mientras esta en el tren, Rachel pasa en frente de la casa donde había vivido con su marido y que ahora comparte con su nueva esposa y su hija. Tambien, en dicho transcurso idealiza la vida perfecta de Megan (Haley Bennett) y Scott (Luke Evans) una pareja que vive a pocas casas de su antiguo hogar, y que también queda puede ver desde las vías del tren. Un día Rachel se despierta de un sueño pesado (y borrachera), sin recordar lo que había sucedido el día anterior, las memorias turbias se fusionan con una realidad distorsionada, colocándola en el centro de toda una serie de aterradoras revelaciones.
El argumento de Erin Cressida Wilson, basado en la novela de Paula Hawkins, recupera el típico género matrimonio-thriller-psicológico en el que una pareja está aparentemente rota, cayendo en la espiral de decadencia mental en el que uno de los cónyuges se deja llevar. Sin embargo, la historia está contada desde tres puntos de vista, Rachel, Megan y Anna, cuentan cada una su versión de la felicidad.
Según cuenta la leyenda, el director Howard Hawks le dijo a Ernest Hemingway que podría transformar el peor libro (en son de broma) de cualquier escritor en una buena película. El libro elegido fue "To have and to Have not", y Howard Hawks demostró que una obra literaria de poco éxito puede servir como material para una buena película. En el caso de "The Girl on a Train”, Tate Taylor tenía la tarea de adaptar de una obra literaria muy popular entre el público y algunos sectores críticos, y con un elenco plagado de caras conocidas tales como Emily Blunt, Rebecca Ferguson, Haley Bennett, Luke Evans, Justin Theroux, Laura Prepon, Lisa Kudrow, entre otros, con la honrosa excepción de Emily Blunt, presenta una superficialidad latente de enfoque y pobre desarrollo de los temas y personajes, con una realización des inspirada. Tate Taylor presenta al inicio una trama interesante, pero que ya para el tercer acto cae en lo artificial, y en gran medida, desperdició un interesante punto de giro para convertirlo en producto común. Con poca psicología para hacer frente a los problemas, no puede desarrollar con eficacia dos de los tres personajes femeninos que se nos dan a conocer al inicio de la película, la película se presenta como un thriller frustrante por lo mencionado, la vía fácil.
Emily Blunt es Rachel, una mujer amargada por la imposibilidad de ser madre. Cuando el deseo extremo da paso a un disgusto igualmente fuerte, la relación de con su esposo Tom (Justin Theroux) entra en un conflicto inmediato por su degradación, la cual se trasforma en violencia causada por el alto consumo de alcohol y los eventos que no puede controlar. Rachel vive a la sombra de la mujer que puedo haber sido y, al mismo tiempo, los recuerdos de un futuro que nunca existirá. Cuando los pequeños detalles se confunden con la distorsión de una realidad que conoce y cuando éstos dependen no sólo la justificación de su inocencia, así como la sustitución de una verdad pérdida, y a su disposición, una imaginación fértil y prolífica influenciada por el alcohol, Rachel recrea en su mente muchas situaciones. Básicamente, ¿qué pasaría si detrás de un comportamiento violento y errónea esconde una verdad que nadie se atreve a cuestionar?
Con elementos que van desde "Gaslight" (1944), de George Cukor (que le valió a Ingrid Bergman su primer Oscar) y "Gone Girl" (2014), David Fincher, que dio a Rosamund Pike su primera cita para ese trofeo, “The Girl on the train” ha sido promocionado como una gran confirmación de Emily Blunt para el mismo para esta temporada de premios que se aproxima. Sin embargo, al contrario de las dos actuaciones anteriores, Blunt es el personaje principal de una película que se pierde por los informes de historias paralelas, Un crescendo eterno que parece no tener fin a la vista, Emily Blunt es, desde el primer momento, la cara de una mujer atormentada por un pasado reciente que la consumió. Al no poder ver realizado sus sueños de maternidad, ser abandonada por su marido y con una trastornos causados por su adicción al alcohol, Blunt le da a su "Rachel" la inestabilidad emocional necesaria para crear parcial empatía con el espectador. Por otra parte, y contrariamente a lo que se siente con Bergman y Pike en sus respectivas películas, Blunt no puede crear el dominio y el control esperado a lo largo de la película, dejando al espectador especular y crear una empatía más intensa con los personajes secundarios. La empatía llega cuando conocemos los personajes de Luke Evans, Edgar Ramírez, Justin Theroux y Haley Benet.
Justin Theroux juega un individuo aparentemente fiable, a pesar de haber traicionado a Rachel, aunque, durante gran parte de la película, se expone como una figura mentalmente inestable. No todo es malo en "The Girl on the Train". Emily Blunt tiene una interpretación convincente, la banda sonora asigna un tono misterioso a la trama, la premisa inicial es relativamente interesante y despierta nuestra atención, pero Tate Taylor no tiene la capacidad para inculcar el misterio necesario en la obra cinematográfica. Carece de tensión, de sensación de falta, carece de inquietud, y falta la necesidad de querer saber más. Carece del sabor dulce de saber que están manipulando nuestras emociones sutilmente, carece de la capacidad para prestar más atención a los personajes, carece de espacio para dar a los actores y actrices exponer su arte. Es decir, deja mucho en el aire, aunque parece que podría dar mucho. El giro final permite presentar a una faceta desconocida de un personaje, pero este choque es completamente atenuado porque hay toda una construcción de este elemento a lo largo de la narración. En primer lugar este personaje debe ganar nuestra confianza, Tate Taylor toma la alfombra y nos hacen sentir engañado en relación con este elemento. Queremos sentir la curiosidad de Rachel, pero no fue posible, se queda demasiado superficial, demasiado burocrático y carente de emoción. "The Girl on the Train" nos despierta un sentimiento de decepción y la sensación de que Tate Taylor no tenía las ganas de tocar este piano.
The Girl On The Train from Malinin Andry on Vimeo.