Nancy (Blake Lively) se escapó de la escuela de medicina después de la muerte de su madre y está siendo guiada por su espíritu libre. Su última aventura es una buena caminata para surcar las olas en una playa mexicana, una playa que una vez visitó su madre. Ella comparte la cala aislada con dos surfistas durante un tiempo antes de adentrarse. Nancy quiere agarrar "una última ola”, y en la espera de esta, es atacada por un tiburón y es gravemente herida. Esta encuentra refugio encima de una carcasa de ballena flotante y, finalmente, hace su camino a una roca expuesta por la marea baja, las opciones parecen limitadas al acecho del tiburón.
El director Jaume Collet-Serra pasa mucho tiempo presentando las virtudes físicas de Blake Lively (y no es que nos quejemos de esto), pero no hace lo suficiente para crear una buena situación de estrés palpable, como se supone que debe pasar en este tipo de películas. Así como una película de suspenso desechable “The Shallows” tiene sus momentos, pero no son lo suficiente tenebrosos como para pensarlo dos veces antes de sumergirse en el océano.
El guión de Anthony Jazwinski establece rápidamente los detalles de la motivación de Nancy sin ser demasiado mecánico. Un paseo en carro con Carlos (Óscar Jaenada), que conduce a Nancy hasta la playa, trabaja para establecer el carácter aventurero y la dulzura mientras habla en español forzado. Una llamada tipo FaceTime con el papá y la hermana ofrece al espectador los motivos del viaje de ella.
La tensión aumenta eficazmente al mismo momento que Nancy se prepara en la playa, con primeros planos de su equipo de surf. Luego dicha tensión profundiza mientras ella rema hacia la mitad del océano para cazar sus olas. Sabemos lo que va a pasar, es sólo cuestión de cuándo. Y, después de varias falsas alarmas, sucede, y el director no sabe qué hacer a partir de ahí.
Nancy está gravemente herida y sola, a excepción de una gaviota con una ala rota abandonada en la roca con ella, lo cual es un buen toque, pero después del ataque, la misma narrativa cae en una pasividad inexplicable, sacando al espectador de ritmo. La tensión se rompe, y en lugar de un deterioro constante del bienestar físico y mental de Nancy, los cuales son apoyados por flashbacks de una serie de momentos familiares del personaje. Sumándole a esto, ciertas maniobras medicas de ella que serían mucho más inquietante si Lively no estuviese hablando de lo que está ocurriendo; tal vez con el pretexto de calmarse a sí misma de la misma forma que calmaría a un paciente, que en realidad dicha explicación a la audiencia de lo que exactamente está haciendo, convierte el hecho en una desafortunada muletilla de la película.
Los ataques están ahí únicamente para servir a las expectativas. La GoPro atada al casco de una de las personas que practica surf con ella está ahí para empalmar algunos ángulos de cámara diferentes. El POV (Punto de vista del espectador) es tan aburrido como la selección de tiros de Collet-Serra, que incluye varias miradas desde las profundidades hasta las extremidades colgando sobre las tablas de surf, así también el sol viaja a través del agua. Alguna de las tomas debajo del agua en cámara lenta son realmente preciosas, aunque innecesarias, ya que no aportan a la narración.
“The Shallows” realmente cae en la parte más profunda en el acto final. El cambio de una desgarradora historia de supervivencia a una película de acción tonta, es de risas. Para una mujer que no ha tenido nada de comer o beber durante un par de días y con una gangrena en su pierna, Nancy muestra una sincronización impecable en la entrega en las secuencias posteriores al ataque. Lively es una presencia magnética en la pantalla y tiene el claro estilo surfista, suficiente para hacernos creer de sus habilidades. Es una lástima que en lugar de luchar contra los elementos verdaderamente interesantes, se ve obligada a luchar contra el sentido de la narración y hasta de la lógica.