Si un partido en el poder hace un “pequeño mal”, lo único que tiene que hacer es contar el mismo cuento desde su óptica, así podrá darle otra perspectiva. En la nueva película de la directora/actriz Jodie Foster, nos ofrecen un juego de moralidad, una historia de secuestros físicos y morales, adaptada a nuestros tiempos, adaptada al dinero. George Clooney interpreta a Lee Gates, quien es presentador en un programa de televisión de mala calidad llamado “Money Monster”, dicho programa ofrece consejos financieros donde el entretenimiento viene primero, la veracidad después y el periodismo es incoherente. La directora del programa es Patty Fenn (Julia Roberts). Patty, es una profesional, sabe del espectáculo de Lee, sabe que dicho espectáculo es lo mejor que hace, y es quien le presta a “Money Monster” algo de dignidad en la sala de control mediante la anticipación de las estúpidas improvisaciones de su presentador estrella. Lo que no ve venir sin embargo, es que un profeta quiere secuestrar su programa.
De esta forma conocemos a Kyle (Jack O'Connell) el cual se escabulle dentro del programa de la forma más absurda y fácil. Kyle está desesperado, después de perder todo su dinero en una inversión con la corporación IBIS, cuyo colapso Lee anunció en uno de los segmentos de apertura de “Money Monster”. El por qué y el cómo de la caída de IBIS en la bolsa de valores, estará expuesto al menos unas 5 veces en la película. No se preocupen, entenderán las razones.
Kyle pone a “Money Monster” en una crisis de rehenes en el aire cuando éste asalta al set con un arma de fuego y coloca a Lee un chaleco con explosivos. Kyle quiere explicaciones de por qué perdió su dinero, quiere que todo el mundo le explique qué paso: Quiere explicaciones de Lee, el gurú financiero en quien confiaba; de Diane Lester (Catriona Balfe), la encargada de relaciones públicas de IBIS, de Walt Camby (Dominic West), el director general de IBIS que tiene que responder por el error de su empresa.
Monster Money utiliza la desilusión de Kyle con el sistema y su victimización por la avaricia corporativa para darle voz a los innumerables estadounidenses que perdieron sus ingresos en el desastre económico de la nación. El guión martilla su angustia anti-sistema con demasiada insistencia y es casi inevitable no llegar a cansarse de dicho discurso. Quedan mas que claro los propósitos y motivos del supuesto villano desde su primer discurso.
Nada en la frustración de Kyle es nuevo, es una historia vista casi a diario en los noticieros de la época, sumándole el sin numero de magnificas películas explicativas (Margin Call, The Wolf of Wall Street, The Big Short) de cómo se maneja el mundo de la compra y venta de Stocks.
La película funciona mucho mejor como un comentario sobre la disminución del buen periodismo en la era de internet y temas de actualidad. La situación de rehenes de Kyle, obviamente, se convierte en la historia del momento en todas las pantallas de televisión de todo el mundo, dejando de lado los motivos políticos que podría acarrear dicho accionar, idea que sí se presenta en un momento, pero la directora Foster prefiere mas la acción al pensamiento crítico.
“Money Monster” funciona como thriller, mas no como película seria acerca del tema, y es que Lee y Patty son sólo dos puntos serios en un triángulo donde Kyle a menudo empuja la película hacia abajo, en lugar de darle seriedad y propósito a sus motivos, ya que el personaje de O'Connell es presentado como catalizador, sin embargo termina siendo un apaciguado, y esto sin lugar a dudas, le quita toda la seriedad al tema.
“Money Monster” apenas hace referencia al grado e influencia en que los medios sociales y plataformas digitales presentan las noticias hoy en día: no hay ni un Tweet o un vídeo de YouTube en toda la crisis de los rehenes, hay apenas una breve referencia ya al final de la película con la presencia de uno que otro Meme. Foster, sin embargo, termina la película señalando que el público simplemente no tienen la capacidad de atención necesaria para entender lo que recientemente paso, al final no sabes si te gusto o no, si entendiste o no, si te sentiste identificado con algún personaje o no, hay indecisiones que nos amargan el día, o dos horas de tu día.