Critica a «Sing Street» (2016) de John Carney

No hay duda de que John Carney es un favorito del público en Sundance. Su debut como director con “Once”  hizo que se llevara a casa el premio del público del festival en el 2007, antes de pasar la aclamación de la crítica y un Oscar a la Mejor Canción Original. Su última película “Sing Street” de seguro que puso a más de uno a bailar en plena sala de cine.

Ciertamente los que crecieron en los años 70 y 80 encontrarán mucho para disfrutar en este nostálgico drama romántico ubicado en 1985.

"Sing Street"es una película sobre el éxito, el fracaso y la relación de dos hermanos. Sin duda, también trata de enamorarse, del poder de la música, de la búsqueda de amigos, de una identidad  y de cómo fue crecer en la década de 1980. Pero en su corazón, en su esencia más profunda, Sing Street es una película sobre dos hermanos. Uno de ellos es un fracaso, un vago, alguien que tenía una oportunidad de grandeza pero no pudo seguir adelante. Pasa su tiempo fumando marihuana en el ático de sus padres, escuchando música y vagando por la ciudad sin rumbo. Es lo que todos tememos que podríamos llegar a ser cuando estamos creciendo. El otro hermano es alguien que está con los ojos abiertos y es optimista. Cae rendido ante los talones del amor, y tiene un talento particular, sabe cantar. Este hermano tiene el potencial de ir a alguna parte. Durante gran parte de la película, especialmente en el final, la película cuenta la historia de cómo estos dos contrastantes evolucionan para crear una relación que va a durar para siempre. Cuando lleguen al final de la película y vean la reacción de Brendan a un determinado evento, realmente sentirán su genuina emoción, su sensación de éxito.

En “Sing Street” no hay grandes nombres (todavía), porque Ferdia Walsh-Peelo y la actriz Lucy Boynton bien podrían establecerse cortesía de sus papeles en esta película. Walsh-Peelo está perfecto como el joven de 14 años de edad Connor, no sólo porque tiene una voz estupenda, sino porque es capaz de llevar una vulnerabilidad infantil a un personaje que está al borde de la edad adulta. La película se desarrolla en una época de los males económicos de mediados de los años 80 en Irlanda, cuando muchas personas dejaron el país  en busca de una vida mejor en Londres. La familia de Connor no es inmune a la recesión y se ven obligados a enviarlo a una nueva escuela, con el propósito de que que su madre (Maria Doyle Kennedy) y su padre (Aidan Gillen) puedan ahorrar algo de dinero. También, la relación de sus padres no está pasando por el mejor momento, lo cual afecta directamente al joven artista.

A diferencia de muchas películas musicales, La banda musical desempeña un papel secundario en la trama, pero cuando digo secundario no me refiero a que no tiene importancia. La facilidad musical y el encuentro de la química perfecta es uno de los atractivos mas sobresalientes de la película. Una musicalización e interpretaciones impecables apoyan a la narrativa,  y si bien, en dicha narrativa nunca se rompe el molde, la dupla Boynton y Walsh-Peelo es lo mejor de la cinta, cada escena juntos, sobre pasa la emotividad. En muchos sentidos, este es el más brillante movimiento de John Carney. Toma una premisa que podría ser simple y musicalmente la torna impresionante.

Todo el mundo en “Sing Street” está buscando el amor o un lugar para pertenecer,  pero también está buscando SER algo. Los personajes de esta película no vienen de buenos lugares, son huérfanos, de hogares rotos, pobres… y sin embargo, son capaces de unirse para formar algo puro, hermoso y divertido. Esa es la belleza de “Sing Street” y yo creo que es la parte vital de por qué esta es una película tan maravillosa. En su esencia, es una película sobre la esperanza. Me hizo reír, me llevó al borde de las lágrimas y me dieron ganas de levantarme y bailar de alegría. Es una película que se abre a  posibilidades, a los sueños, a la nostalgia, a lo duro y divertido que es crecer.

Estoy totalmente seguro al decir que esta es una de las experiencias cinematográficas más divertidas y sorprendentes que he tenido en mucho tiempo. Gracias, John Carney. Esta es una que atesoraré siempre.