La cabaña en medio del bosque parece un lugar perfecto para juntar a un montón de adolescentes hormonales. Claro, ahí encontrarán paz, diversión, momentos de recreación y sexo. Cuerpos tonificados y curvas delineadas dignas de alguien de más de 22 años, pero los jóvenes claramente dicen ser menores de edad. En la misteriosa cabaña comienza la diversión. Alcohol, algunas veces drogas y muchos momentos en los que la tensión sexual se nota. Todo se rompe con un misterioso sonido, los únicos que no lo escuchan son la primera pareja que ahora se encuentra en una habitación. Es ahí donde el asesino es visto por primera vez, como si fuera un castigo divertirse; el sexo se convierte en la actividad que los lleva a ser asesinados, incluso parece que mientras más salvaje sea el sexo, más doloroso es el castigo. Ese es uno de los grandes clichés del cine de terror, pero no es el único en el mundo del cine.
Los clichés abundan las salas cinematográficas. Esos estereotipos que muchas veces son ciertos y otras veces simplemente no tienen sentido. Amados y odiados dependiendo su contexto, las películas de acción, las comedias románticas y los filmes de terror son los tres líderes en la industria del cliché, todo por la sobreproducción de películas. La creatividad no puede ir al mismo ritmo que la demanda de cintas, por eso muchas veces los papeles se reciclan y las historias son básicamente las mismas, pero con locaciones y villanos distintos. Como si se tratara del síndrome de Estocolmo, hemos aprendido a querer la vileza que esta repetición forzada significa. Hay clichés que con el paso del tiempo se han vuelto tan malos que hoy son buenos, otros son los que abogan tanto a nuestras emociones que siempre que se da la oportunidad, queremos que aparezcan. Y hay otros que simplemente están instaurados en el mundo del cine y ya no notamos el cliché como algo extraño, sino como algo que simplemente es normal y debe estar ahí.
Una cualidad un tanto reciente es la de la metaficción. Ese término tan posmoderno es el que hace que las películas se burlen de sí mismas. Claro que desde cintas como “Scream”, “Scary Movie” o “Not Another Teen Movie”, exagerar o evidenciar un cliché para hacer un chiste sobre eso es común. Hoy las películas han llegado a un punto en el que para entender un cliché hay saber de cine, haber visto ciertas películas y estar familiarizado con el lenguaje cinematográfico.
Algunas veces dictan una moralidad en Hollywood. La escena descrita en el primer párrafo muestra la idea de que el sexo es malo, y que practicarlo te matará, es por eso que la persona que normalmente sobrevive a esas películas es una mujer virgen (olvidando al hombre virgen cuyo castigo es ser virgen). Otras veces son parte de lo que va acorde al género que estamos viendo.
En la vida real es imposible que dos personas entren a un edificio repleto de asesinos y logren matar a todos, saliendo con sólo unos rasguños, pero en el cine eso puede suceder, y lo creemos porque estamos acostumbrados y porque simplemente queremos escapar de una realidad tan limitada como la nuestra. Por eso los siguientes son algunos de los clichés que, aunque a veces nos cansan, también son clásicos que no dejarán de ser usados y que incluso nos gustaría recrear en algún momento.
Hablar por teléfono es cada vez menos común, pero siempre hay una línea de modales que cuidar cuando se hace. En el cine eso no existe, las llamadas telefónicas van al grano y terminan sin que nadie se despida. Se dice que el tiempo en pantalla es costoso y si cada película mostrara esos “Hola, ¿cómo estás?”, “Adiós” poco a poco el tedio y el dinero arruinarían la industria, sin embargo nunca deja de ser extraño ver que la gente corta la conversación repentinamente. Si eso sucediera en la vida real, seguramente habría resentimientos o cosas peores.
El cine de acción está plagado de clichés. Mencionábamos al héroe solitario que vence a todos los villanos fácilmente, pero claro que al llegar con el verdadero antagonista, suele caer presa de alguna trampa (o se rinde ante la posibilidad de que el amor de su vida o su familia sea asesinada). Es claro que la vida real no da opción más que usar algún cliché, pues si el villano simplemente matara al protagonista la historia no tendría sentido, pero ¿realmente necesitamos ver al malo dar una larga explicación acerca de lo que hizo y hará después? El recurso del discurso nos hace entender que algo está sucediendo que ayudará al héroe a recobrar el poder y ganar la batalla, este es uno de los clichés que deberían morir pronto.
¿Qué tal los ambientes y las personalidades? El clima siempre parece indicar el humor de los protagonistas, siempre que el asesino está apunto de matar a los personajes, está nublado, es de noche o incluso parece haber una oscuridad absoluta, pero el momento en que el mal es derrotado, el día comienza o las nubes se despejan. También podemos aprender mucho de los personajes por el lugar en que viven. La realidad es que uno puede ser una persona inteligente y segura, pero también tener un cuarto o casa desordenados. No en el cine, si la casa es sucia y desorganizada, significa que el personaje está deprimido, no tiene orden en su vida o algo por el estilo. Seguramente cuando decida cambiar, una de las cosas que veremos en pantalla es un montaje del personaje arreglando su casa. Claro, como si eso significara un verdadero cambio.
Llegar a un bar, pedir una bebida en la barra, contar tus penas al barman (que siempre estará secando o limpiando los vasos), pedir otra bebida, ordenar que te dejen la botella, decidir cambiar e irte sin pedir el cambio. Si haces eso en la vida real, recuérdalo muy bien, porque probablemente después de saber todo el dinero que gastaste en esa botella de la que no tomaste casi nada, es posible que termines llorando. Parece que los personajes del cine nunca necesitan ahorrar, van por la vida sin pedir el cambio o insistiendo en que se lo queden. Por cierto, esa opción de irse sin pedir el cambio viene acompañado de buscar a “esa persona especial” lo cual siempre resulta ser una buena idea, pues esa persona se encuentra en el primer lugar en el que la buscan y siempre está sola. Buena suerte intentando eso en la vida real.
Claro que hay clichés que han trascendido a sus películas, se han instaurado en el imaginario colectivo y hoy son algunas de las cosas de las que otras cintas se burlan, pero que también nos gustaría intentar en la vida real. Tal vez no funcione, pero llegar a la casa de la chica que amas, poner alguna canción que signifique mucho para los dos mientras tus brazos cargan un estéreo es algo que debería ser una norma social que se debe hacer una vez en la vida.
Las frases cliché también son alguna que se repiten o parafrasean hasta el cansancio. Siempre está el personaje que no quiere hacer algo pero “Es su destino”, la que mantiene la ilusión ante la adversidad “Sabía que volverías” o la que espera años a que la trama comience “Sabía que este día llegaría”.
Los clichés no terminarán, mientras el tiempo pasa y las historias se transforman algunos nacen y otros mueren, pero el cine (por lo menos el comercial) necesita de estos recursos para entretener. Tal vez llegar con un estéreo no sea lo normal en el siglo XXI (sostengo que todos deberían hacerlo en algún momento), pero hay nuevos clichés que la sociedad actual está moldeando, como el de los niños expertos en tecnología y gadgets que los padres simplemente no entienden o el de la abuela pícara que siempre hace comentarios sexuales o inapropiados. Las historias las necesitan y el público siempre debatirá si los aman o los odian, pero algo es seguro, el cliché nunca morirá.
Cultura Colectiva