La mayoría de nosotros, como meros espectadores y fanáticos de algún artista, siempre estamos atentos a las cosas personales y proyectos del mismo, pero por algún extraño morbo, nos fascina más su vida personal que su próximo trabajo, y ya es casi normal. Todos queremos saber cómo es esta persona en su diario vivir, es por eso que existen los paparazis y canales como TMZ. No es casualidad el éxito de estos, el público pide, señala y juzga a la misma gente que los inspira y entretiene.
Tuve la bendición de asistir este año a los Globos de Oro, una premiación enfocada al cine y la televisión. No les voy a negar, ¡estaba en el paraíso! Ver gente que solo te imaginas en películas, escenarios y televisión caminando delante de ti y detrás de ti en una fila fue espectacular. Si les digo que tenia a Paul Rudd delante y a Jake Gyllenhaal detrás seguro no me creerían, o que cuando fui al baño estaba orinando al lado de John Legend, ¡era increíble!. Les hago esta pequeña anécdota porque quiero enfocarme en algo específico y en algo en que, nosotros como espectadores, fanáticos y evaluadores de momento no caemos en cuenta. Esos seres que admiramos son simples seres humanos, con tanto virtudes como defectos, que toman vino, que comen con las manos, que hacen filas para ir al baño, que les gusta tener conversaciones de lo que sea fumando un cigarrillo, es decir, Joaquín Phoenix es como tú o como yo, la diferencia es que su trabajo es mas público que el que seguro haces tu.
¿A donde quiero llegar?, al juicio. Ese juicio que condena a otro ser humano solo porque es famoso y es reconocido. Para muchos de nosotros, ese famoso debe ser un modelo a seguir y no debe cometer el mas mínimo error, porque ahí estaremos nosotros, seres impolutos, para señalarlos con el dedo (nótese el sarcasmo). Y hago todo esta introducción a raíz de ver el documental basado en la vida y carrera de Amy Winehouse. ‘’AMY’’ no solo destrozó mi corazón, sino que me abrió los ojos, me explicó.
Yo fui de los que se rió y se burló de una Amy Winehouse que era famosa por sus borracheras y consumo de drogas aún en conciertos públicos. Yo fui de los que si me creía todas las tonterías de la prensa amarillista acerca de esta mujer. En ningún momento me detuve a pensar en el por qué y las razones que llevaban a Amy a semejante autodestrucción. Creo que muy poca gente lo hizo, porque Amy, de ser estrella del canto, pasó a ser motivo de burlas, incluso de gente que la entrevistó para apreciar su talento.
Aún estalla en mi cabeza y aun quedo con muchas preguntas, el por qué Amy quería autodestruirse, y el director de dicho material, Asif Kapadia (Senna) entiende el poder y la importancia de lo que iba a presentar, y mejor no lo pudo hacer.
Presenta las virtudes y decadencias de esta artista con respeto y dignidad, sin basarse en el morbo, así como lo hizo con el maravilloso documental sobre Ayrton Senna. El respeto a las decisiones de dichas personas, recae solamente y netamente en ellas y no debe ser motivo de burlas, ventas o beneficios por parte de terceros. Él, sabiendo el pasado y la turbulenta vida y carrera de la cantante, sabe como introducirnos a su vida, con videos caseros que demuestran la inocencia y felicidad de una joven niña que soñaba ser cantante, y de cómo este sueño poco a poco se convirtió en realidad, pero con muy pobre supervisión y mas libertinaje que libertad. Eventualmente estos factores pueden obligar al individuo a tomar malas decisiones, o por no decir malas (caemos en el juicio de nuevo), decisiones que afectarán de forma no positiva en su vida, como ocurrió con esta fabulosa intérprete.
Ahora tristemente, aprecio más su música, sus letras, su voz de jazz tan parecida a Billie Holiday o Dinah Washington. Letras que vienen inspiradas de sus entrañas, de su sufrir, y que de alguna forma, eran un grito de ayuda, que ya no sirve de nada, porque lamentablemente el eco de dicho grito llegó tarde hasta los oídos correctos. Amy era una estrella que quería ser niña, quería ser amada por lo que es, no por lo que hacía. ¿Acaso no es lo que quieren todos? Ella no era la excepción.