“El Ardor”, la nueva película del director argentino Pablo Fendrik contiene muchos elementos del western, así como elementos fantásticos, pero sin olvidarse del tono latinoamericano. Por 
extraña que resulte la mezcla, funciona. Es un estilo del cine de Sergio Leone. En sus películas vemos al hombre sin nombre que va en busca de venganza, caminando por una senda desconocida y siempre acompañado de personas con menos aptitudes, pero que de alguna u otra forma dependen de él.
Gael García Bernal es Kai, un personaje que sale del rio, y va en ayuda de unos jornaleros del tabaco. Dichos jornaleros están siendo atacados por un grupo de rufianes que los hacen firmar unos recibos de venta y luego los matan. Kai de una forma sobrenatural, hace presencia para la ayuda del último grupo de jornaleros. Un giro del personaje, no a favor del mismo, hace que este aire de misticismo que le vemos al inicio caiga destruido por una explicación de su pasado, ¿o solo fue un truco sucio del director? Espero haya sido la segunda.
Dentro de la finca de tabaco esta Vania (Alice Braga), hija del jornalero jefe. Esta tendrá una evolución significativa en la historia, pero que como expliqué, sirve de acompañante en el camino del héroe desconocido.
En muy pocas ocasiones he podido ver, dentro del cine latino, la fuerte influencia del Western. Dicho género norteamericano, creado específicamente para el cine, no es usado como referencia en el cine contemporáneo. El director Fendrik se apoya directamente en varios filmes de Leone a la hora de crear el misterio y los motivos de Kai, y que al final, obviamente, dicho héroe mágico termina transformándose en el héroe presentado magistralmente por el director italiano y que dio fama a otro héroe del cine, Clint Eastwood.
El cuidado en los detalles es el punto fuerte de la película, incluyendo el casting y los personajes que no son los “buenos” de la historia. Claudio Tolcachir es la perfecta personificación del mal: un personaje tenebroso y sin escrúpulos, que no le importa quitarle la vida a quien sea, con tal de tener lo que quiere. Es una perfecta contraparte y mantiene el equilibrio narrativo de la cinta.
“El Ardor” como nombre tiene sentido al final. No piense que se refiere al escozor de la piel, sino al fuego, un fuego que limpia o mata, un fuego que es amigo o enemigo, de acuerdo al uso y a su momento.
Un buen resultado, con muy buenas actuaciones y una historia muy latina, llena de mística, magia, miedos, personajes que solo leemos en cuentos, y que cuando los vemos venir, es mejor no verlos a los ojos.
