Si usted es de los que cree que ir al cine sale demasiado caro, no está solo.
Esa es la opinión que tienen los consumidores en muchos países. En Estados Unidos, 25% de la población dice que, por efecto de los precios de los boletos, ahora va menos a cine que el año anterior, señala una encuesta realizada a comienzos de este año por Price Waterhouse Coopers.
Algo similar pasa en Reino Unido, donde cerca de la mitad de los encuestados por la firma Yougov este año también decían que no iban tanto a cine por motivo de su precio.
Y no es para menos.
Algunos teatros británicos cobran el equivalente a US$30,50 por entrada. Y una familia promedio de dos adultos y dos niños tiene que pagar US$72 en entradas para ingresar a una de las salas principales de estreno en el centro londinense.
Eso sin siquiera comenzar a considerar el costo de bebidas y pasabocas a consumirse en el teatro.
Poder de mercado
Algunos podrían sorprenderse por la manera como se han mantenido altos los precios para ir a cine en tantos países del mundo, pese a que nunca ha habido tantas alternativas a acudir a la sala de proyección tradicional.
Es tal el poder de mercado que conserva la industria que esta semana el Departamento de Justicia de Estados Unidos anunció una investigación para verificar si las tres principales cadenas de cines del país, Cinemark, Regal y AMC, estaban abusando de su posición en el mercado para sacar de la competencia a las salas de cine independientes, una acusación que las firmas niegan.
En un mundo donde los DVD, piratas y legales, se consiguen en cada esquina, millones tienen acceso a las películas mediante la TV por pago, y un número cada vez mayor de personas escoge ver sus películas en línea o streaming, podría pensarse que el atractivo de las salas de cine, y su precio, estaría en picada.
Lo que no es cierto en absoluto.
En 2013 la industria de las salas de cine en Estados Unidos y Canadá logró ingresos históricos de US$11.500 millones.
Y como sería de esperarse para un servicio apetecido, los precios de las salas de teatro a lo largo de Estados Unidos llegaron también a un promedio históricamente alto, de US$8.13.
Muchos esperan que el récord de ingresos se vuelva a romper en 2015.
A través de la región
El cine tampoco es barato en América Latina, al ajustar los precios al poder adquisitivo de la gente, aunque dichos precios varían sustancialmente según el país.
Este viernes, una sala de cine en la zona de Puerto Madero, en Buenos Aires, anunciaba entradas a 90 pesos argentinos, o US$9.98.
La misma cadena de cines anunciaba en el centro comercial de Unicentro, en Bogotá, el costo de su entrada estándar en 15.000 pesos colombianos, equivalentes a US$5.71.
Y en Honduras, 98 lempiras, cerca de US$5.
Producto de lujo
En realidad, para un producto que muchos habían calificado de moribundo ante los avances tecnológicos que amenazaban con reemplazarlo, las salas de cine están teniendo un interesante renacimiento, en algunos casos con más lujos y comodidades.
Pues estos auditorios, en su pugna por convencer a sus potenciales clientes de salir de sus casas en vez de ver la película desde la comodidad de su televisor o computador personal, les están ofreciendo servicios adicionales, como cojinería de lujo, comida gourmet y bebidas alcohólicas,llevadas a su asiento.
Lo que ha hecho que la ida a cine muchas veces se haya convertido en una experiencia más lujosa, pero aparentemente no menos demandada.
Al final, aseguran los analistas, por más avances que faciliten la distribución de las películas a su casa, nunca va a reemplazar del todo la experiencia completa de ir a cine.
"La gente quiere salir de la casa", aseguraba en una entrevista reciente alWashington Post el analista Phil Contrino de Boxoffice.com, una firma que estudia el mercado cinematográfico en Estados Unidos.
Por lo que la sala de cine sigue siendo una entretención buscada por el público.
Y aparentemente, una por la que están dispuestos a pagar bastante.
Fuente: BBC