El problema de una película cuando falla en aspectos básicos es que distrae la atención del espectador de lo que se supone que es lo importante. Si comienzas a notar cosas raras, incoherentes y absurdas, el filme pierde la capacidad de envolverte y abstraerte de tu realidad para meterte en su mundo.
El director Alan Nadal Piantini nunca logra meterme en el universo que intenta crear, sencillamente porque su breve historia de amor tiene demasiados distractores.
Por ejemplo, falla en algo tan elemental como es establecer con claridad la época en la que discurre la historia. En consecuencia me la paso observando cualquier detallito para seguir criticando ese aspecto: que si hay gente vistiendo ropa de los 90, que si el Nintendo, que si el rotafolio para presentar campañas, que si equipos electrónicos obsoletos, que si hablar de películas viejas como si fueran recientes. Y entonces todo eso se mezcla con el uso de Smartphones y computadoras de la actualidad, el whatsapp, vehículos modernos y la mención de la producción del 2014, “Noé”. Tremenda confusión.
Pero más importante que eso es que el guión nunca encuentra su verdadero camino. Hizo falta que se definiera con más exactitud qué era lo que se quería contar, si una historia de amor o las interioridades de una publicitaria. El filme queda a medio camino en ambos intentos.
El romance entre los personajes de Isaac Saviñón (Panky) y la española Alba García se muestra de manera superficial y estos dos actores nunca establecen entre ellos la química necesaria para hacer creíble lo que están sintiendo y viviendo, por lo tanto no conectan con las emociones de la audiencia.
En ¨Una breve historia de amor¨ hay unas subtramas, escenas, personajes y diálogos que lucen forzados y no aportan nada al planteamiento principal. No complementan ni explican, más bien desarticulan, empobrecen y enredan innecesariamente.
Mientras estoy frente a la pantalla, advierto el tremendo parecido que tienen varias situaciones de esta obra con otras que vimos en ¨Quién manda¨, sin embargo, la distancia que separa a una de la otra es bastante considerable.
Valoramos que Alan Nadal Piantini haya introducido en nuestro cine elementos visuales novedosos y me consta que la producción tiene gente que en el pasado ha demostrado talento, pero, lamentablemente, en esta ocasión nadie brilla, ni siquiera de manera breve, y así es difícil entusiasmarse con esta historia, que de amor tiene muy poco.