Sobre la base del amorío eterno con Hollywood, el escritor mexicano Carlos Monsiváis afirma que en Latinoamérica “no todos los géneros consiguen aclimatarse”. Su teoría es claramente 
basada en el afán de querer contar historias latinoamericanas basadas en esta sub categoría nacida del cine norteamericano. Pero Monsiváis también afirma que no es imposible la adaptación de dicho género o cualquiera en particular, sino que la ambientación latinoamericana cargada de historias políticas, persecuciones, injusticias y muerte podría darle un giro casi nuevo a cualquier género que cualquier cineasta latino quisiera adaptar.
El road movie es un género con un origen norteamericano, creado casi instantáneo con el nacimiento del libro “On the Road” de Jack Kerouak, esto es la literatura, pero la película de Dennis Hooper “Easy Rider” podríamos decir que inaugura cinematográficamente el estilo. El estilo Road Movie, cuyo relato gira en torno al viaje y a los personajes que lo consuman —en general una pareja— en una inercia obsesiva por conseguir un objetivo, pero sobre todo, atravesar un espacio, en este caso la carretera. La imagen se apoya en el espacio y en la secuencia narrativa, pero a la vez, la narración misma se cuelga de la imagen amplia y extensa, como los paisajes abiertos que acompañan el viaje, de manera explícita e implícita. Los planos generales al tránsito y los largos tiempos de seguimiento a los mismos marcan una firme y esencial forma de escenificar la traslación. En sí sus protagonistas arrancan del sistema o la norma, sea familiar o policial, van directo al choque. De ahí que el road movie pueda ser leído como la crisis del sujeto en su habitar el mundo, pero en especial, de aguantarlo y resistirlo
El director Guillermo Zouain debuta con una road movie, con estilo claro y definido, pero con la poca convicción del desarrollo de personajes que dicho viaje implica.
Es difícil entender el motivo de sus personajes para emprender este viaje. Lo que si tengo claro es el propósito de uno de ellos, pero el motivo de los demás, más que acompañar, se nota flojo y de poca congruencia con la historia.
Oliver (Arnold Martínez), Moisés (Javier Grullón) y Hemingway (Víctor Alfonso) son amigos de secundaria que deciden hacer un viaje con motivo de graduación. Oliver también quiere despedirse de su novia que se va a vivir fuera del país, al parecer Moisés quiere ir al morro a hacer una fotografía, y el motivo de Hemingway, es el más interesante, pero el mas pobremente tratado (lo sabrán cuando la vean). Durante el viaje, nuestros protagonistas conocen varios personajes. Tenemos a Martha (Cheddy García), personaje interesante pero pobremente interpretado por García, y un profesor/todologo, creado por Manolo Ozuna, que es sin dudas lo mejor de la película en cuanto a actuación. Los mejores momentos son creados por ese gran y poco valorado actor dominicano.
Como expliqué, más que viajar en carretera, nuestros personajes deben de tener algo muy fuerte que los lleve a este viaje. Pero no es solo viaje de distancias, pues también es un viaje al interior de sí mismo, a buscar ese algo perdido que es muy posible este viaje le ofrece o le haga descubrir. Como mencioné, el único motivo interesante y mas adecuado a la película, es el más superficial y pobremente tratado. Hemingway quiere ser escritor, pero experimenta ciertas dificultades en su vida personal, que si son muy bien expuestas en la película, pero que cuando el cambio ocurre, es poco apreciado por el público.
No creo que exista química entre los personajes, pero sí creo que se sacó lo mejor de ellos. Arnold Martínez y Víctor Alfonso, que son los novatos en la industria, hacen lo mejor para crear la empatía necesaria, pero que con pobres situaciones y diálogos, es difícil tener una buena actuación. En cambio, el veterano de la producción, Javier Grullón, es la parte pobre y sobreactuada de la cinta, con un lenguaje poco convencional, poco desarrollo y preparación de personajes.
Sin temor a asegurarlo, “Algún Lugar” muestra uno de los mejores trabajo de fotografía en la historia del cine dominicano. El director Santiago Cabrera crea una adecuada atmósfera, encuadres y movimientos que representan veteranía en un tan difícil renglón. Un cuidado milimétrico de las luces en exterior y encuadres en espacios pequeños (dentro de los vehículos), acompañados de unos muy buenos planos secuencias, son la mejor carta de recomendación para este director.
Lo que si falla es el guión. Con pobres personajes, situaciones y diálogos, es difícil crear una buena película. Dicho guión, creado por el mismo director Zouain y Wendy Muñiz, no está a la altura del equipo técnico del filme. Mientras más simple, mejor. Un sin número de personajes innecesarios y situaciones predecibles es lo que desfila ante nuestros ojos por más de 70 minutos.
Hace un tiempo decía que con intención no se hace buen arte. No es suficiente, mas sin embargo si es necesario. Y sí, pude ver más que una intención en el director Zouain. Guillermo sí sabe contar, sí sabe a dónde va y sí entiende del lenguaje cinematográfico, y está más claro que agua en esta película. Pero como mencioné, si no hay sustancia en la fruta, aun siendo el mejor exprimidor no obtendrás nada.
“Algún Lugar” es un resultado interesante. Lejos de poner números o adjetivos, creo que sí hay mucho que contar en el cine dominicano, si creo que tenemos mucho talento y creo que el director Zouain es uno de ellos. Estoy seguro que con más trabajo en lo que escribe tendrá mejores resultados, ya que su fuerte, lo técnico, está comprobado.
“Algún Lugar” se presento en el Miami Dade International Film Festival
