Nuestro colmado ahora quiere crecer y se habla bastante de distribución internacional. La realidad: hay que buscar quien compre nuestros experimentos fuera; es la definición que más se acerca. Pero aún no aprendemos a hacer o a diferenciar que la fiebre no está en las sábanas. Con tanto cine de otros países, que han construido una reputación sobre la calidad, ¿qué estamos construyendo nosotros y para que público?, ¿que podríamos ofertar? Pero ese no es el asunto que por el momento voy a exponer.
A pesar de esto, una vez más, buscamos refuerzos extranjeros pero que a diferencia de las cooperaciones internacionales, como se hacen en todos lados y nuestra desesperación de hacer algo que valga la pena, el artículo 34 de la ley de cine, que incentiva a las empresas nacionales el patrocinio del cine local se flexibiliza, y prácticamente se fusiona con el artículo 39, trayendo casi todo el personal de fuera y la producción de un cine que no parece ser dominicano en ningún sentido. Las que han logrado pisar salas internacionales, son promocionados allá, como "cine de ESE país" solo que usando de locación las bonitas y paradisíacas playitas de "Erredé", mientras todo este compendio ha sido pagado aquí con el dinero que ya no irá a producciones netamente locales y ni un dólar de aporte de ESE país, que hoy se apropia de la película, se refleja en los presupuestos.
Algunos filmes, hasta han tenido la audacia de ser sometidos para "representarnos" en escenarios internacionales de prestigiosas premiaciones. A parte de que, ni siquiera tenemos un material digno de competir con las demás producciones, diferente o interesante para ser considerado o al menos llamar la atención de los votantes. Para que una cinta entre a concurso como producción local, se debe llenar una cuota de porcentaje de mano de obra local, requisito 1A exigido por las academias, en donde no necesariamente importa de donde salió el dinero.
Ese porcentaje exigido por los comités y votantes de esas instituciones de cine, desde el personal técnico, equipo de direccion y mas importante aún, del elenco que deben ser todos de ese país x, para entrar en consideración. Ya existe un caso muy conocido de un país sudamericano que fue rechazado en una oportunidad por este mismo tema. Un paréntesis: no me cansaré de decir que por más importante y muy conocidos que sean, es que aporten calidad y encajen en la historia. Eso de que "fulano vende" siempre será relativo a el resultado fina y sobretodo, a una bien planificada estrategia publicitaria.
Sí se trata de establecer, como se dice, una Marca País, no se hará con un reguero de acentos y muy malas actuaciones. Tampoco se hará cuando el personal de dirección y principales, cuesta mas que el total de los alquileres. Sin embargo, nuestra ley de cine ofrece cada vez menos espacio para que el talento local crezca en su plaza única, donde el público está más exigente y las fórmulas empiezan a no surtir el efecto deseado.
Debería contemplarse al menos, el aspecto de coproducción de esas cintas para que el inversionista local sea resarcido, y que al mismo tiempo, no cargue con todo el paquete. También la explotación innecesaria del personal y las consecuencias de ello, o por el contrario, todo resulte en un "chanchuyo" por la interpretación a conveniencia de la ley y asi crear un incentivo para que cada cual aporte lo suyo. Es importante que a partir del tema ¨Marca País¨ se de una mejor definición a la nacionalidad de la cinta, no como se ha manejado hasta ahora.
La «MARCA PAÍS» en una INDUSTRIA se vende haciendo productos de calidad reconocida a nivel internacional, ya sea local o extranjero el capital y proyecto.
No se trata de hacer nacionalistas miopes producciones por temática o participantes, si no de DEMOSTRAR una CAPACIDAD y EFICACIA en PRODUCCIÓN LOCAL que RD no demuestra a hoy en faceta industrial alguna.
Entiendo actores y otros técnicos reclamen su espacio, pero no es condición para vender MARCA PAÍS, si no que son los mejores los que deben integrar el equipo (sin importar su procedencia), y los que no lo sean harían bien en aprovechar la coyuntura para aprender de los mejores vs reclamar derechos no adquiridos, y así poder merecerlo.