La historia de cómo se concibió “Whiplash” es digna de contar. Al menos en resumidas, quiero hacerlo, porque como Damien Chazelle hay miles de estudiantes de cine con proyectos tan
interesantes como la de este joven director.
Damien tenía el proyecto desde hacía un buen tiempo, todo basado en su experiencia como estudiante en la secundaria. El formaba parte de la banda de su escuela y muchas de las anécdotas que se ven son basadas directamente en el. Al no encontrar presupuesto para su largometraje, decide filmar su historia en forma de cortometraje y así probar suerte. Suscribe dicho proyecto en el festival de Sundance del 2013, donde gana el premio al mejor cortometraje del festival. Automáticamente le llueven las ofertas para financiar un largometraje, pero decide irse con el director de cine Jason Reitman como productor asociado y un presupuesto de 3 millones de dólares. Resultado: una de las mejores películas del 2014.
La película fue filmada en 15 días, con muchos de los mismos actores presentados en el cortometraje, incluyendo al extraordinario JK Simmons. Perseverancia.
Miles Teller es Andrew, un estudiante de Batería (Drums) en una prestigiosa academia de música de la ciudad de Nueva York, donde su reto no solo será agradar al exigente profesor Terence Fletcher (JK Simmons), sino complacer a su ego de querer ser recordado por su arte.
La película está llena de diálogos y secuencias extraordinarias, pero ¿qué es un gran proyecto sin unos actores comprometidos? Nada.
Miles Teller toca batería desde los 15 años. Toda esta experiencia se nota a la hora de hacer uso de este talento. Pero más que el talento para tocar, el asunto se va a la creación de su personaje. Sus miedos, deseos y propósitos se sienten desde la primera vez que sale en pantalla, Teller demuestra que no es solo un buen actor, sino que sabe moverse en las aguas de la entrega y sacrificios para un rol. No en vano tomó clases extras de 4 horas al día e incluso llegó a poner en riesgo su integridad física.
JK Simmons es sin duda extraordinario. Es de estos actores que cada vez que salen en pantalla hay que ponerle el ojo, de alguna forma llaman a tu atención. Simmons es Terence Fletcher, un exigente profesor de música, que dirige una de las bandas más prestigiosas de la ciudad. Es manipulador e inescrupuloso a la hora de tener resultados. Para él no hay grises en la música o en la preparación de una sinfonía. Es sin lugar a dudas lo mejor de la cinta, dejándonos con la duda, ¿es él realmente el vilano? Una de las mejores actuaciones que he visto en mucho tiempo.
La dirección de Chazelle es impecable, rayando en el cuidado perfecto. Un cuidado milimétrico a la hora de los detalles, personajes y situaciones adecuadas al momento, sumándole una musicalización extraordinaria y situaciones sin desperdicios. Una edición perfecta, hecha en apenas 10 días, Tom Cross (Crazyheart, Two Lovers) hace su maestría en esta película. A todo esto, la estupenda e impresionante fotografía de Sharone Meir no puede ser ignorada.
Música, grandes actuaciones, extraordinarios diálogos y un final perfecto hacen de “Whiplash” una parada obligatoria para los amantes del buen cine, y si amas el jazz, te gustará mas. Definitivamente otro resultado de que puedes hacer buen cine sin un gran presupuesto. Corazón y compromiso hacen buen arte, pero amor al cine hace extraordinario arte.