Ángel Haché, Iván García y Salvador Pérez - No hay más remedio.
Mezcla, palabra que si bien puede representar ese balance idóneo en que distintos elementos se fusionan para formar uno nuevo, único, irrepetible; de igual manera, puede resultar (Sin los ingredientes adecuados) en la más desastrosa heterogeneidad, un producto sin ningún valor añadido, una pérdida de tiempo y en muchos casos recursos. En cine, hay muchas mezclas, produciendo desde obras magnas a... bueno, llamémosles por ahora: "Experimentos fallidos".
El director español y productor de televisión, ya arraigado en República Dominicana, José Enrique Pintor, regresa a las salas con "No hay más remedio". Película, con una premisa que pinta interesante, a tres ancianos (Jubilados) hastiados de la vida que llevan actualmente, se les ocurre la "brillante" idea de asaltar una farmacia y así cumplir los sueños de una mejoría económica anhelada por mucho tiempo. Este elenco principal está liderado por tres veteranos de las tablas, Iván García Guerra, Salvador Pérez Martínez y Ángel Haché, quienes intentan sacar a flote tres personajes principales, lamentablemente pobremente construidos. Y es que desde los motivos que se presentan para el accionar de dichos personajes, que resultan ineficaces e inverosímiles y que por momentos apelan al sentimentalismo más burdo, continúan los chistes vacios que salen de la nada, tratando de explicar una relación o situación sin aparente sentido. Ese es el mayor fallo del filme, un guion estructurado en demasiadas aristas y que no puede afincarse en ninguna. Intenta ser comedia, acción, drama y hasta crítica social... Sí, entiendo que la vida puede ser o es eso, mas, esto es cine, colocar elemento sobre elemento y cambiar de humor/tono de una escena a otra sin mínima sutileza, nunca generará un producto homogéneo, creíble y fluido; más bien lo opuesto, la obra se convierte en una experiencia confusa y poco identificable.
Personajes secundarios delineados por estereotipos ya conocidos (Ej. El básico y famoso "comic relief", del cual se abusa en la cinta) y con los que los actores no sobresalen, incluso en muchos casos todo lo contrario, además de los giros y resoluciones en la trama que caen en lo torpe y risible. Rescatar menormente dentro de todo, el aspecto visual. La película cuenta con una dirección reservada y sin grandes riesgos, salvo una secuencia quizás, donde sobresale la mano del director de fotografía Francis Adames, aquella donde los "atracadores" visualizan como saldrá perfectamente su "gran" plan. Escueta, pero dentro del relegado contexto es un respiro de aire fresco.
"No hay más remedio" se convierte entonces en un experimento fallido, como describí al inicio, su mezcla da como resultado un producto cinematográfico pobre, inconsistente y donde lamentablemente el espectador queda con muy mal sabor de boca.
