Críticas de Cine y Artículos

Los crimenes sin resolver de Hollywood

El pasado miércoles, tras más de un año desaparecido, un ejecutivo de 20th Century Fox llamado Gavin Smith fue encontrado muerto en las montañas de San Gabriel, cerca de Los Ángeles. Veterano de guerra y estrella del baloncesto universitario, Smith se había abierto camino en el departamento de distribución de la Fox hasta ocupar un puesto de importancia, lidiando a la vez con una vida personal caracterizada por los problemas matrimoniales y los problemas con las drogas. De hecho, el primer sospechoso de su muerte es John Creech, un traficante de drogas a cuya esposa Smith conoció durante su estancia en una clínica de desintoxicación. Desde hace dos años, el caso ha suscitado muchos rumores en los mentideros de Hollywood. Y es de suponer que, tras el descubrimiento del cadáver, los rumores vayan a más. Por lo pronto, hasta que la investigación ofrezca resultados y se celebre un juicio, la muerte de Gavin Smith queda como una más en la larga lista de crímenes sin resolver que se han producido en la Meca del Cine: desde asesinatos cuyo culpable nunca fue hallado hasta óbitos accidentales que podrían no haberlo sido tanto, el historial hollywoodiense de muertes misteriosas es largo y está lleno de morbo. Aquí te ofrecemos unos ejemplos.

La Dalia Negra

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Elizabeth Short no era una estrella de cine. En realidad, se trataba de una aspirante a actriz cuya familia se había arruinado en el crack bursátil de 1929, y que se abría camino por Hollywood entre tropiezos con la ley y amoríos diversos. ¿Por qué encabeza esta lista? Pues porque en 1947, cuando contaba 23 años, fue asesinada en un crimen de inusitada atrocidad que ha pasado a la historia como el más enigmático de la Meca del Cine: el cuerpo de la joven fue hallado en un solar, partido en dos pedazos y tan cruelmente mutilado que la persona que lo descubrió pensó a primera vista que se trataba de un maniquí. Tras el macabro hallazgo, la prensa sensacionalista adjudicó a la víctima el mote de ‘Dalia Negra’ (inspirado en La dalia azul, un thriller con guión del escritor Raymond Chandler, que se había estrenado el año anterior) y comenzó a enhebrar una leyenda que convertía a la víctima en toda una mujer fatal, y según la cual el asesinato tendría relación con la industria del celuloide. Algunas teorías conspiranoicas, de hecho, han llegado a considerar como sospechoso del crimen al mismísimo Orson Welles, con quien (se supone) Short habría concertado una audición poco antes de su muerte.

¿Se resolverá alguna vez? Improbable, por no decir imposible: las circunstancias del caso fueron tan difusas en su momento que se manejó una lista de 25 sospechosos. La cual, aunque con variaciones, ha permanecido igual de larga con el paso del tiempo. Incluso se ha especulado con que el culpable podría haber sido el ‘Asesino del Torso’, un serial killer activo en la ciudad de Cleveland entre 1934 y 1938, y cuyos desmanes (que, de rebote, atrajeron la atención de Eliot Ness, el que fuera líder de los Intocables) quiso llevar al cine David Fincher. La historia de la Dalia Negra inspiró una tremebunda novela del escritor James Elroy (L.A. Confidential)  adaptada al cine por Brian DePalma en 2006, y la película Confesiones verdaderas (1981, con Robert De Niro Robert Duvall de protagonistas).

Bob Crane

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¿Recuerdas la serie Los héroes de Hogan? Aquella sitcom, ambientada en un campo de prisioneros durante la Segunda Guerra Mundial, resultaba sorprendentemente divertida, en parte gracias al trabajo de su protagonista Bob Crane. Un actor (antiguo batería de jazz y locutor radiofónico) cuya vida tuvo espacio para pocos chistes tras la cancelación del show en 1971: el encasillamiento le dejó sin muchos papeles entre los que elegir y su incursión como presentador de un talk show fracasó, con lo que Crane se vio relegado a actuar en bares y restaurantes. En 1978, con 49 años de edad, Crane fue encontrado muerto en la habitación del motel de Arizona donde se alojaba durante una gira. Había sido apaleado hasta la muerte con un objeto que, según los forenses, podría haber sido el trípode de una cámara, y estrangulado con un cable eléctrico.

¿Se resolverá alguna vez? El único sospechoso en firme del asesinato de Bob Crane fue John Henry Carpenter (nada que ver con el director de La Cosa), un viajante de comercio cuya mercancía era de lo más novedosa para la época: el vídeo doméstico. Tras conocerse durante el rodaje de Los héroes de Hogan, el actor y el representante comercial habrían fraguado una sociedad muy peculiar: mientras Crane se trajinaba a mujeres atraídas por su fama, Carpenter grababa a escondidas los actos sexuales. Sin embargo, una primera investigación en 1971 y otra realizada tras la reapertura del caso en 1990 no arrojaron pruebas concluyentes, con lo que Carpenter fue declarado no culpable en ambas ocasiones. La tenebrosa historia de Bob Crane fue retratada por Paul Schrader en su película Desenfocado (2002), con Greg Kinnear Willem Dafoe en los papeles del actor y de John Henry Carpenter.

Virgina Rappe y ‘Fatty’ Arbuckle

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El crimen por antonomasia de Hollywood, el que suscitó la aparición del Código Hays de censura y puso a la Meca del Cine en el punto de mira, tuvo como protagonistas a uno de los mayores astros del cine mudo y a una actriz de poca monta invitada a una fiesta en un hotel de San Francisco. Lo único que se sabe a ciencia cierta es que el 9 de septiembre de 1921, cuatro días después del sarao, Virginia Rappe falleció con la vejiga reventada y una severa peritonitis. Según su amiga Maude Delmont, que la había acompañado a la fiesta, se trataba de un asesinato cometido por Roscoe ‘Fatty’ Arbuckle, una de las estrellas mejor pagadas de Hollywood que podía alardear de haber descubierto a Charles Chaplin, Buster Keaton y Bob Hope. 

¿Se resolverá alguna vez? Tras el último de los tres juicios que sufrió a cuenta de la muerte de Virginia Rappe, Arbuckle no sólo recibió un veredicto de inocencia, sino también una disculpa del jurado. Según las versiones más verosímiles, Rappe se había sometido a un aborto clandestino poco antes de la fiesta, y fueron las consecuencias de esta operación las que causaron su muerte. Pero el daño ya estaba hecho: durante los larguísimos procesos, dos de los cuales acabaron en juicio nulo, habían proliferado rumores de todo tipo. Que si la vejiga de la joven había reventado cuando ‘Fatty’ se puso sobre ella durante el acto sexual, que si el comediante le había introducido una botella de champán en sus partes íntimas… En fin, el lector se hará a una idea. Tras el proceso, Arbuckle pasó de ser una estrella internacional a un paria, que se arrastró por el mundo del bajo presupuesto dirigiendo cortometrajes con seudónimo hasta su muerte en 1933. Mientras tanto, el político y pastor protestante William H. Haysaprovechó la turbulencia para convertirse en el flagelo de las inmoralidades hollywoodienses, encabezando una institución que, con el tiempo, adoptaría el nombre de MPAA. En Fiesta salvaje (1975), James Ivory narró una historia inspirada en el caso.

Johnny Stompanato y Lana Turner

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¿Recuerdas la escena de L.A. Confidential en la que Guy Pierce confunde a la auténtica Lana Turner con una pilingui imitadora? Pues está basada en la realidad: la actriz de Cautivos del mal El cartero siempre llama dos veces vivió un turbulento romance con Johnny Stompanato, un gigoló y matón de la Mafia, proclive a la violencia doméstica y celoso hasta decir basta. En 1957, sin ir más lejos, Stompanato había amenazado de muerte a Sean Connery (junto al que Turner rodaba Brumas de inquietud) por haberle puesto la vista encima a su pareja: dicha muestra de bravuconería sólo le sirvió para recibir una soberana paliza a manos del escocés, quien para colmo le quitó su pistola. Algunos meses después, en abril de 1958, el cadáver del matón apareció en la casa de Lana Turner, cosido a puñaladas. Cheryl Crane, la hija adolescente de la actriz, se inculpó a sí misma como responsable de la muerte. De acuerdo con su declaración, la chica habría matado a Stompanato para impedir que éste hiciera lo propio con su madre.

¿Se resolverá alguna vez? Por lo que respecta a los tribunales, el caso de Lana Turner, Johnny Stompanato y Cheryl Crane está más que cerrado. La corta edad de la chica (14 años por entonces) y las circunstancias del crimen sirvieron para invocar la figura del homicidio justificado, con lo que Crane fue absuelta. Aun así, existe otra teoría, según la cual habría sido la propia Lana Turner quien liquidó a su amante en defensa propia: de acuerdo con esta versión de la historia, Cheryl habría aceptado cargar con el muerto para que así la carrera de su madre no se viera perjudicada. De ser esto cierto, la estratagema habría salido redonda, puesto que en 1959 Turner estrenó Imitación a la vida, uno de los mayores triunfos de su carrera. En Septiembre (1987), Woody Allen relató una historia levemente inspirada en el caso.

George Reeves

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La llamada ‘maldición de Superman’ se cumplió de forma muy inquietante en el caso de este actor, que interpretó al último kryptoniano en una serie televisiva. Pese a la súbita fama que ésto le proporcionó, Reeves detestaba el papel, así que abandonó The Adventures of Superman tras la segunda temporada. Pese a ello, el inevitable encasillamiento puso en aprietos su carrera, que nunca volvió a levantar el vuelo. En junio de 1959, Reeves apareció muerto en su casa de Beverly Hills, desnudo y con un tiro en la cabeza. Según la versión oficial, el actor se habría suicidado mientras su prometida, Leonore Lemmon, daba una fiesta para varios vecinos. 

¿Se resolverá alguna vez? La truculencia de los hechos, algunos puntos escamosos en la investigación (en la pistola que Reeves habría usado para el suicidio no se encontraron huellas digitales) y el hecho de que el actor hubiera sido amante de Toni Mannix, la esposa del vicepresidente de la MGM Eddie Mannix, han dado pie a múltiples especulaciones sobre esta historia. Los amigos de la víctima (entre ellos Alan Ladd) señalaron en su momento que Reeves había encontrado un trabajo bien remunerado como director en TV, con lo que no parecía hallarse en un estado de ánimo proclive al suicidio. Tras muchos dimes, muchos diretes y mucho sensacionalismo, existen tres posibles soluciones: según la primera (sancionada por tribunales y policía) Reeves habría acabado con su propia vida. De acuerdo con la segunda, se trataría de un asesinato ordenado, bien por un celoso Eddie Mannix (que, además de ostentar un gran poder en Hollywood, tenía buenas relaciones con la Mafia), bien por una despechada Toni Mannix, bien por ambos. Leonore Lemmon aparece como culpable en el tercer escenario: según afirma esta teoría, Reeves y su prometida (ambos borrachos como cubas) habrían discutido durante la fiesta. En mitad de la trifulca, alguno de los ellos habría cogido una pistola, que se disparó durante el forcejeo reventando el cráneo de Reeves. Estas tres versiones aparecen en Hollywoodland, una cinta de 2006 en la que el George Reeves es interpretado (¿ironía?) por Ben Affleck.

Thomas H. Ince

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Si Orson Welles fue señalado como (improbable) sospechoso en el caso de la Dalia Negra, este exitoso director apodado ‘el padre del western’ habría muerto a manos del mismísimo ‘ciudadano Kane’. Es decir, del magnate de la prensa William Randolph Hearst. En noviembre de 1924, Hearst invitó a Ince a un crucero a bordo del yate Oneida para que el director celebrase allí su cumpleaños. La travesía, entre cuyos invitados se hallaban Charles Chaplin, Louella Parsons (la periodista de cotilleos más temida del Hollywood clásico) y Marion Davies, amante de Hearst, tuvo que ser súbitamente interrumpida cuando el cineasta sufrió un infarto, tras el cual fue trasladado a su mansión donde habría de morir tres días más tarde. Hasta aquí, la versión oficial. Como veremos, en torno a esta historia circula una leyenda con mucha más miga…

¿Se resolverá alguna vez? La explicación morbosa sobre la muerte de Thomas Ince es la que sigue: Hearst habría sorprendido a Chaplin y a Marion Davies teniendo un encuentro íntimo a bordo de su yate. Presa de celosa cólera, el millonario les habría apuntado con una pistola, e Ince habría pagado el pato al intentar aplacarle, recibiendo él la bala destinada al autor de La quimera del oro. Argumentos en contra: Marion Davies, una chica de pocas luces y buen corazón, siempre se mostró fiel a Hearst, tanto a las maduras (cuando él intentó lanzarla como estrella de cine, con escaso éxito) como en los momentos de zozobra económica que su churri atravesó en los años 30. Argumentos en contra: la cobertura informativa dispensada al hecho en su momento fue de lo más difusa, abundando los datos contradictorios y los titulares de prensa cambiados a última hora, como aquel que rezaba “Director de cine tiroteado en yate de millonario”. Además, Hearst tomó a Louella Parsons bajo su ala protectora a partir de ese momento, incluyendo un contrato de por vida y un considerable aumento de sueldo. David W. Griffith, un caballero sureño poco dado a cotilleos, afirmaba que el magnate “se quedaba blanco como la tiza” cuando el nombre de Thomas Ince era mencionado en su presencia. Como otras historias de este informe, esta también tuvo su versión en cine: El maullido del gato (Peter Bogdanovich, 2001)

Natalie Wood

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La protagonista de Esplendor en la hierba y West Side Story falleció a los 34 años, el 29 de noviembre de 1981, tras caer por la borda del Splendour, el yate que compartía con su marido Robert Wagner. En dicha travesía, que transcurrió durante el puente de Acción de Gracias, la pareja estaba acompañada por Christopher Walken, coprotagonista junto a Natalie de Proyecto Brainstorm y también amante de la actriz. La versión oficial consideró el óbito como accidental: Wood habría intentado saltar desde la cubierta del yate hasta un bote hinchable situado junto a éste, precipitándose al agua y ahogándose acto seguido. Pero en 2011, cuando el caso fue reabierto tras unas declaraciones del entonces patrón del Splendour, volvieron a circular viejas, y siniestras, suposiciones.

¿Se resolverá alguna vez? Según ha confesado Christopher Walken, él y Robert Wagner se hallaban enzarzados en una pelea cuando Wood cayó al agua. Para colmo, el bote al que presuntamente trataba de saltar la actriz tenía marcas de arañazos, como si Wood hubiera tratado de encaramarse a él sin conseguirlo. Y, además, los ocupantes de una embarcación cercana afirmaron haber oído los gritos de una mujer pidiendo socorro, seguidos por una voz masculina que exclamaba “¡No te preocupes, vamos a por ti!”. Según declaró en 1991 Dennis Davern, el que fuera patrón del yate Splendour, Robert Wagner se negó a informar a los guardacostas tras el accidente. Lana Wood, hermana de la actriz, explicó que a Natalie le daba miedo el agua y tenía un miedo patológico a ahogarse, lo cual volvería poco probable que hubiera intentado saltar a la chalupa. La reapertura del caso en 2011 no arrojó ningún resultado concluyente, mientras que una adenda incorporada al informe forense en 2013 señalaba que el cuerpo de Wood presentaba moratones que podrían haber sido provocados antes de que la actriz cayese al mar. Saque cada uno la conclusión que quiera.

O. J. Simpson y Nicole Brown

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Estrella del fútbol americano primero, y después comentarista deportivo y actor (Atrápalo como puedas, El coloso en llamas), Simpson fue una de las estrellas más queridas por el público estadounidense, hasta que su ex esposa Nicole Brown Simpson y el amante de ésta, Ronald Goldman, fueron asesinados en Los Ángeles el 12 de junio de 1994. Tras una persecución de coches extremadamente publicitada (tanto, que la cadena NBC interrumpió la retransmisión de la final de la NBA para ofrecerla en directo) el actor

¿Se resolverá alguna vez? Describir el circo mediático montado en torno al juicio de O. J. Simpson, así como las estrategias empleadas por el dream team jurídico (en el cual figuraron Robert Kardashian, padre de Kim Kardashian, y el  polémico F. Lee Bailey), darían para un artículo entero. Baste decir que, tras un laberinto de acusaciones de racismo policial, análisi de ADN cuestionados y pruebas desaparecidas (amén de presuntamente manipuladas por la defensa), Simpson fue absuelto por la que quedó como una de las sentencias judiciales más discutidas de la historia: no por nada el entonces presidente Bill Clinton había decretado un posible plan de emergencia para el caso de que un veredicto de culpabilidad provocase disturbios callejeros. En 1997, la familia de Ronald Goldman volvió a sentar a Simpson frente a un tribunal al haber presentado una demanda civil por homicidio culposo. Este segundo juicio, que por fortuna no fue televisado, se saldó con un veredicto que obligaba a O. J. a pagar una indemnización multimillonaria por daños y perjuicios. En 2006, un libro firmado por Simpson y titulado If I Did It (“Si yo lo hubiera hecho”) estuvo a punto de salir al mercado, pero su publicación fue cancelada en el último momento. Y, finalmente, O. J. Simpson fue arrestado al año siguiente en Las Vegas tras haber participado en el atraco a un casino. Actualmente cumple condena en una cárcel de Nevada.

William Desmond Taylor

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¿Te imaginas que Emma Watson Jennifer Lawrence figuraran hoy como sospechosas en el asesinato de un director? Pues el proceso por la muerte de este cineasta, muy popular en los años del cine mudo, provocó un fenómeno similar: en febrero de 1922, el cadáver de Taylor fue hallado en su mansión de Los Ángeles, siendo el primer dictamen médico que la causa de su muerte había sido una hemorragia estomacal. Una autopsia más detallada anuló dicha conclusión porque, que se sepa, las úlceras de estómago no provocan agujeros como los dos que Taylor lucía en su espalda. La lista de sospechosos incluyó a Mary Miles Minter y Mabel Normand, dos actrices cuyo nombre tal vez no te suene, pero que entonces movían multitudes. Y que, cosas de la vida, habían vivido sendos romances con el director.

¿Se resolverá alguna vez? Los policías que investigaron la muerte de Taylor se enfrentaron a una absoluta falta de pruebas e indicios: según se dice, los grandes estudios trabajaron a fondo para eliminar de la escena del crimen todo aquello que pudiera perjudicarles, con lo que tanto entonces como hoy sólo pueden formulares conjeturas. La reputación de Mary Miles Minter quedó arruinada por el escándalo, así como la de su madre (que había impulsado la carrera de su hija mediante métodos cercanos al proxenetismo) y Mabel Normand tuvo que decirle adiós al estrellato cuando las investigaciones revelaron que estaba enganchada a la cocaína. Otra de las actrices que habían estado enrolladas con el cineasta, Margaret Gibson, se confesó como culpable del crimen antes de morir en 1964, pero los taylorólogos (que los hay) consideran dicho testimonio como muy poco fiable. 82 años después de los hechos, el asesinato de William D. Taylor queda como uno de los crímenes más enigmáticos de Hollywood, y es probable que lo siga siendo para los restos.

Jack Nance

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Conocido por el inigualable pelazo que lució en Cabeza borradora, Nance fue habitual en las películas de su amigo David Lynch hasta su muerte (violenta) en 1996. Con una vida marcada por la tragedia (había escuchado por teléfono como la actriz Kelly Jean Van Dyke se suicidaba en 1991), y alcohólico de largo recorrido, el actor murió a causa de un hematoma cerebral el 30 de diciembre de 1996. Supuestamente, el trauma había sido provocado por una pelea de bar en la que Nance se había metido la noche anterior.

¿Se resolverá alguna vez? Según comentó él mismo, Nance se había peleado con  “un chaval” la noche antes de su muerte. Ahora bien, ¿quién fue ese chaval? No se sabe: la policía no encontró rastro alguno de la riña en la que Nance afirmaba haberse envuelto. El forense, eso sí, atestiguó que el fallecimiento se debía a un homicidio.En 2002, David Lynch ayudó a financiar I Don’t Know, Jack, un documental en memoria de su amigo.

Ronni Chasen

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Nuestro último misterio sin resolver no tiene por víctima a una estrella de cine, ni tampoco a un director o un productor. Ronni Chasen era una agente de relaciones públicas, conocida por su buena mano para presentar filmes ante el jurado de los Oscar y entre cuyos representados, irónicamente, se halló en su día Natalie Wood. La noche del 16 de noviembre de 2011, Chasen fue tiroteada en Beverly Hills: la policía la encontró muerta en el interior de su coche, que se había estrellado contra una farola de Sunset Boulevard.

¿Se resolverá alguna vez? Dejémoslo en que la policía de Los Ángeles está en ello. Lo único cierto es que , de acuerdo con el forense, el asesino debía haber sabido lo que hacía: las balas que acabaron con la vida de Chasen eran de punta hueca, y fueron disparadas desde un vehículo en marcha (probablemente una bicicleta). ¿Queremos más morbo? Pues lo tenemos: Harold Martin Smith, un sospechoso del crimen, se suicidó cuando iban a detenerle con la misma pistola que (según los análisis de rigor) había sido empleada como arma homicida. A día de hoy, los investigadores siguen especulando sobre si Smith fue o no el culpable.

Fuente: Cinemania

Acerca del Autor

Ruben Peralta Rigaud

Rubén Peralta Rigaud nació en Santo Domingo en 1980. Médico de profesión, y escritor de reseñas cinematográficas, fue conductor del programa radial diario “Cineasta Radio” por tres años, colaborador de la Revista Cineasta desde el 2010 y editor/escritor del portal cocalecas.net. Dicto charlas sobre apreciación cinematográfica, jurado en el festival de Cine de Miami. Vive en Miami, Florida.