“Ushio y ella son dos flores en un mismo jarrón, luchando por los nutrientes pero creando una bella estampa cuando florecen al mismo tiempo”
Cuando dos artistas talentosos viven sobre el mismo techo, es casi imposible que esta relación sea exitosa por mucho tiempo. Lo vemos a diario en las noticas de entretenimiento y depende de donde te muevas, en tu vida diaria. Debe existir algún equilibrio, si esta balanza se inclina más hacia un lado, podría haber problemas. Todo esto, sin ánimos de generalizar.
En “Cutie and the Boxer” vemos la historia de Noriko (Cutie) y Ushio Shinohara (The Boxer), un matrimonio con más de 40 años que ha sobrevivido gracias al apoyo incondicional de Noriko a la carrera mal administrada de su esposo. Noriko con un gran talento intimista, es opacada por la personalidad y trabajo de Ushio, artista plástico y pintor japonés que llega a USA a mediados de la década del 70.
Ushio pinta sus cuadros golpeándolos con guantes de boxeo, llenando el lienzo de impactos de colores, una demostración de su carácter fuerte y directo. Las ilustraciones de Noriko, en cambio, cuentan en voz baja las aventuras de Cutie, un personaje casi autobiográfico y de una apariencia tan frágil como la suya.
Documental narrado de una manera tan íntima y sencilla que pareciere un trabajo casero, no por la poca calidad de sus imágenes, sino por las situaciones tan cotidianas en las que este matrimonio se ve envuelto, incluso, la aparición súbita de su único hijo, nos hace creer que es un personaje creado, con el simple propósito de usar las viejas imágenes de este peculiar dúo.
“Cutie and The Boxer” es un documental sencillo y magistralmente llevado por el director novel Zachary Heinzerling.
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