“Un film no puede ser un espectáculo, porque un espectáculo exige la presencia en carne y hueso”. Robert Bresson
Uno de los grandes debates desde el nacimiento del cine ha sido la comparación directa que hay en la interpretación en cine y en teatro. Tenemos que tomar en cuenta que existen varias contradicciones vitales entre ambos formatos de interpretación. En el teatro, el ensayo se hace de forma realista para hacer un espectáculo convencional. En cine, el ensayo se hace de manera convencional para hacer un espectáculo realista.
En el teatro, se interpreta orgánicamente, se siente de verdad, se mira y se ve de verdad; pero los decorados, la sala, la luz, etc. le producen al público una sensación de falsedad. Todo lo contrario, en cine, al actor se le interrumpe la emoción frecuentemente porque las unidades de filmación son brevísimas y, muchas veces, debe interactuar con alguien que no ve porque ha sido sustituido por la cámara. Sin embargo el resultado es de un realismo absoluto. El público no acepta que dentro del cine, dichos personajes carezcan de dicho realismo, si esto ocurre, la película fracasa.
En el caso de “Duarte: Traición y Gloria”, la credibilidad es casi nula, desde los actores, pasando por la fotografía, los decorados y la dirección. Desde su primer tiro, parecería que el público está adentrándose a una sala de teatro decorada en un exterior.
Recuerdo con placer, la película de Joe Wright llamada “Anna Karenina” donde por falta de presupuesto, el director y su equipo, debieron recurrir a un estilo teatral para contar esta historia de desamor, pero en ningún momento, pierde el toque cinematográfico, aun, dejándonos saber dónde estaba ocurriendo la acción.
El mayor error de la producción dominicana, radica en el pobre estilo de teatro que se le quiso impregnar, enfocado principalmente en las actuaciones y sus diálogos.
Si bien es cierto que el actor de cine no debe sobreactuar, ya que su personalidad no existe, no debería trascender la pantalla. El actor aquí es únicamente el personaje real de marco de espacio temporal, la mayoría de las actuaciones en “Duarte” carecen de la credibilidad necesaria para contar una historia de época, tan importante para los dominicanos, es decir, sobreactúan.
No solo enfocarnos en las actuaciones, sino en el guion de la mano del mismo director Leo Silverio y Agustín Cortes. Estos crean unos diálogos y situaciones superfluas, que no dicen nada y hablan tanto. Personajes pobres y una que otra situación innecesaria. Sumándole un pobre trabajo de fotografía de Miguel Ángel Magallanes, que debería repasar el trabajo de John Alcott en “Barry Lyndon”.
En los puntos a relucir, tenemos al talentoso trabajo de Josué Guerrero como “Juan Pablo Duarte” (Joven) que hace lo posible por mantener al público despierto e interesado y Miguel Ángel Martínez en sus momentos como “Pedro Santana”.
El trabajo de dirección de Leo Silverio es pobre. Como ya explique, el manejo narrativo de la película, es aburrido e inverosímil, con un adecuado uso del vestuario (Por Estefani Hasbun) pero con pobres localizaciones y secuencias. El trabajo musical pareciera una compilación de películas ya conocidas, fallo total.
“Duarte: Traición y Gloria” no es lo peor que hemos visto en la industria local, pero nos demuestra que nuestro cine aún no está listo para este tipo de historias. Ojala pronto me coma estas palabras.
Si tu supieras que yo no la pude ver el dia de la premier jejjejeeje (work) .. pero gracias por el comentario sobre Josue y Miguel Angel, ambos talentos mios, ya que es algo que he escuchado en la semana a varios críticos resaltar y me hace sentir tranquila y satisfecha… un abrazo.
El producto/productor audiovisual en RD debe empezar a comprender de que hay películas dignas de Cine y GRAN pantalla, y otras que son para TV, sin victimismo ni dramas… hay demasiada producción, lo cual es bueno en principio, pero se estrena TODO EN CINES, lo cual tenía sentido cuando eran 3 o 4 al año, pero con un ratio de +15 al año, la mitad de estos estrenos, no tiene sitio en salas de cine, y el publico ya está aprendiendo, pq algunos no cumplen los mínimos de calidad (ya no gusto, si no mera calidad en la ejecución): pan para hoy, y hambre para mañana, estrenando todo, acabaran por no ir a ver nada.
DUARTE Traición y Gloria, nunca debió pisar una sala de cine.