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Crítica a «La Isla Rota» (2019) de Félix Germán

En 1937, la frontera entre Haití y la República Dominicana fue el escenario de una masacre que, aunque ha formado parte durante mucho tiempo del acervo cultural haitiano, era desconocida para el resto del mundo.

El episodio se bautizó como la "masacre del perejil" (porque los soldados dominicanos llevaban una rama de perejil y para cerciorarse le preguntaban a los sospechosos de ser haitianos, como pronunciar dicha palabra). A aquellos cuya  lengua materna era el criollo haitiano les resultaba difícil pronunciarla, una deficiencia que les podía costar la vida. Los cuerpos fueron arrojados en el Río Masacre, ominosamente bautizado así por una antigua disputa entre España y Francia, en la época colonial .

Los historiadores estiman que entre 9.000 y 20.000 haitianos fueron asesinados en la República Dominicana bajo las órdenes del dictador Rafael Trujillo, muchos de ellos en aquella masacre.Incluso dominicanos de piel oscura fueron víctimas de una purga conocida como "el corte"

Los asesinatos de 1937 cambiaron la relación entre los dos países de la isla La Española y sus efectos pueden verse todavía hoy. Y es desde este evento que el escritor y director Felix German nos cuenta la historia de Guy.

Luego de presenciar el asesinato de sus padres por parte de Abes (Manny Pérez) y su capataz (Frank Perozo), Guy (Algenis Pérez), quien  en ese entonces era apenas un niño, logra escapar. Luego de unos años de supervivencia, Guy, ya adulto y con el nombre de Juan Fernández, ve de nuevo a los asesinos de su familia y busca venganza.

Este tipo de películas son tan buenas como lo son sus villanos, y aquí los malos son mediocres. Los personajes creados por Manny Pérez (Veneno, El Rey de Najayo) y Frank Perozo (Jaque Mate, Al sur de la Inocencia), no solo rayan en lo caricaturesco, sino que carecen de cualquier pizca de maldad necesaria para dichos roles. No es suficiente el hecho de tener disfraces que los haga lucir “malos”, o ciertos ademanes o frustraciones para justificar su maldad. El uso del lenguaje, la forma de caminar, sus decisiones, son un conjunto de clichés  que le restan cualquier gota de credibilidad a sus acciones. La zona cómoda para estos dos veteranos actores, parece ser mejor un hogar.

Otra cuestión aquí es la historia de amor. Es extraña y resta valor a la película en general. El personaje de Dalissa Alegría  solo existe para ser el interés amoroso de Algenis, y no aporta mucho a la historia. El casting de estos actores, considero que no fue el correcto, incluyendo los mencionados villanos. Ni Dalissa ni Algenis tienen la química para que su relación traspase la pantalla, y es que resulta  imposible que si no brillas de manera individual, como ninguno lo hace, pueda existir una atracción mágica cinematográfica de la que tanto nos hablan. Por otra parte, el primer encuentro del personaje de Algenis con los asesinos de sus padres es de comedia.

El éxito mayor en actuación radica en el conjunto de extraordinarios actores haitianos que adornan sus pocas secuencias. Love Ambroise, Marie Michelle Bazile, Jean Jean y Dominique Telemaque resultan ser sin dudas, el mayor tesoro de esta cinta. La corta pero correcta participación del director Felix German aporta mucho por su capacidad de desdoble, algo ya probado en la industria local.

La Isla Rota, en general es un logro considerable para la industria dominicana, una historia revisionista que vincula el nacimiento de una relación tormentosa entre dos países que comparten una misma isla. Nos brinda secuencias asombrosas, como la escena que nos muestra el interior de una vivienda, con familias hacinadas  y con mucho miedo a lo que pueda ocurrir, y otra, la secuencia en que con asombrosa ferocidad se destruye un tranquilo pueblo de haitianos.

Es instructivo recordar que la relación actual con nuestros vecinos, aunque aún no la ideal, no fue forjada en habitaciones tranquilas por políticos en trajes limpios, sino en las calles, en el choque de grupos de inmigrantes, en una sangrienta lucha darwiniana.

La cinematografía a lo largo de la película es verdaderamente magnífica. Fue increíble ver el detalle y el esfuerzo invertido en la construcción de los campos dominicanos. Esta fue una de las partes más importantes de la película, y Peyi Guzmán (Perico Ripiao, Nueba Yol) hizo un trabajo magistral en la reconstrucción de la gran ciudad y el muy buen uso de los planos, la tenue iluminación de las noches y el novedoso uso de giros de 180 grados, algo que no había visto en los trabajos del veterano director de fotografía. También me gustó la música que acompañó muchas escenas de la película, aunque poco ortodoxa para una película como esta. La partitura original fue creada por el director musical y compositor español Sergio Jiménez Lacima (Colao, Trabajo Sucio), junto a la Budapest Art Orchestra, dirigida por Peter Pejtsik y grabada en el estudio 22 de la Radio Húngara en Budapest.

La edición de Gina Giudicelli (La Familia Reyna, Lo que siento por ti) es un aporte positivo  a la narrativa, sin utilizar trucos baratos y manejando los saltos en el tiempo de una manera sutil. El diseño de producción de Alain Ortiz (El Ultimo Rey en la Habana, Santa y Andres), acompañado de Flor Pina (Biodegradable, Catastrópico) y Natalia Soto (María Montez) crean un estandarte dentro de la industria dominicana. El cine de epoca no habia sido retratado tan bien como en esta ocasión. Otro protagonista, es el vestuario de Merydania Perez (Cristo Rey, La Extraña).

Todo esto es un triunfo para Félix Germán (La maldición del padre Cardona, 2005) y su equipo. La Isla Rota, con otro equipo de actores a la cabeza, tendría un destino diferente. Es una pelicula que funciona muy bien pero no genial. Las películas de venganza suelen ser atractivas para el  público por la lucha entre villanos y héroes. Aquí parece que hay más interés en contar de nuevo una historia ya conocida que en querer vencer la oscuridad. Es una historia que Germán ha filmado sin interiorizar completamente. Los personaje en este tipo de historias, generalmente  están motivados por la codicia, el ego y el poder; les gustan las cosas bonitas, los zapatos, los trajes, las cenas, las mujeres y asesinan para hacer negocios. En cambio, los personajes de “La Isla Rota” matan porque les gusta y sin un motivo real. Ellos son sanguinarios, y su motivación es el odio, pero un odio que está fuera de contexto, que tiene como premisa que de antemano el espectador conoce.

La Isla Rota es un aporte valiente, amen de sus deficiencias, el coraje se mide en su intención, y allí funciona muy bien.

Acerca del Autor

Ruben Peralta Rigaud

Rubén Peralta Rigaud nació en Santo Domingo en 1980. Médico de profesión, y escritor de reseñas cinematográficas, fue conductor del programa radial diario “Cineasta Radio” por tres años, colaborador de la Revista Cineasta desde el 2010 y editor/escritor del portal cocalecas.net. Dicto charlas sobre apreciación cinematográfica, jurado en el festival de Cine de Miami. Vive en Miami, Florida.