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Critica a «The Predator» (2018) de Shane Black

Un alienígena estrella su nave espacial en la Tierra, causando conmoción en muchos sectores. Por un lado, el asesino-francotirador Quinn McKenna (Boyd Holbrook) presencia el aterrizaje de emergencia en medio de un trabajo, roba unas piezas importantes del ensamblaje y se las envía a sí mismo, paquete que es recibido por su ex esposa Emily (Yvonne Strahovsky) e hijo Rory (Jacob Tremblay) quienes lo reciben con mucha curiosidad.

Mientras tanto, el gobierno no sólo tiene al Predator accidentado en custodia, sino que también está extremadamente interesado en las herramientas faltantes. Al mismo tiempo otro depredador, más grande y más peligroso, está también a la caza, no solo del primer Depredador, sino también de las herramientas perdidas.

Quinn, la científica Dra. Casey Brackett (Olivia Munn) y un grupo de ex soldados se unen para escapar del Ejército de Estados Unidos y elegir bando entre esta prometedora batalla.

La historia en The Predator es en realidad secundaria. La narrativa en sí, la forma de su presentación y cómo todo se entrelaza, resulta sumamente atractivo, pero mientras la película avanza y los motivos y situaciones en las que vemos a los protagonistas, le hacen pequeños agujeros, creciendo con el avance del metraje hasta que el  tercer acto no puede hacer frente a la interesante propuesta.

Para cubrir dichos orificios, el director y guionista Shane Black (Kiss Kiss Bang Bang, Iron Man 3), utiliza un humor negro que impregna toda la película. El, apasionado de la comedia de situación y sobre todo de la química correcta entre los personajes, descuida en muchos momentos los diálogos para distraernos con un chiste fuera de lugar.

La acción, sin embargo, no se descuida en última instancia. Muy buenas secuencias son presentadas, principal e irónicamente durante su tercer acto. La batalla campal que se ejerce en contra del mayor de los Depredadores está muy bien lograda y el contraste resulta ser el motivo de ambos bandos, donde el sin sentido se apodera de sus decisiones.

La visión de Shane Black es una variación un poco inspirada en la primera versión, a la que le añade una pizca de nostalgia intercalada de ideas propias. Aunque la historia de la película se basa en el presente, que evoca el espíritu de la época desconsiderada de la década de 1980. The Predator quiere ser una película de acción ochentera, pero no entiende cuándo caer en recuerdos transfigurados sin tener que desarrollar un sentido de la mitología Predator. En la medida en que esto aún existe es solo una réplica de los últimos resultados. El Predator original, presenta a uno de los monstruos cinematográficos más emblemáticos que representaba el verdadero significado de terror. En esta ocasión es un extraño a su propia película y aparentemente no es suficiente, y la producción debe recurrir a un viejo truco,la  ingeniería genética: crear una versión más fuerte de sí mismo para asegurarse de que la tensión se mantiene constante. Al final, The Predator cae en la misma trampa que The Meg (Jon Turtleltaub, 2018). El reciente enfrentamiento entre Jason Statham y un enorme tiburón jurásico no dejó ninguna marca a gran escala. El factor decisivo fue que el primer peligro de la película fue reemplazado en el medio tiempo por un segundo peligro más grande.

El grupo de temerarios, que se reúne alrededor del ex soldado McKenna debería ser fácilmente el equipo más desafortunado del año. Aunque hay algunos grandes nombres en el elenco, ni siquiera Olivia Munn puede desafiar la secuencia de comandos catastróficos como una bióloga ingeniosa que lucha no solo con la historia fragmentada de Shane Black, sino también con una ronda de hombres extremadamente desagradable. Aquí solo hay frases machistas y tipos que pretenden ser duros, que no son comprensibles incluso por su propio fracaso. La vida real no está en este Depredador, como si nunca hubiera sobrevivido al choque inicial con su nave espacial.

La trama de The Predator se puede escribir a bolígrafo en mi palma derecha. Los agujeros lógicos también destruyen todo lo que de alguna manera podría tomarse en serio. El director se inspira en otras áreas y tanto así que la interesante premisa es llevada a un lugar innecesariamente lejos. Esta película es brutal, soez y extremadamente aburrida, hasta su parte final, allí el sueño es disipado.  Pero algo es innegable, el director demuestra tener una habilidad especial para presentar ideas abstractas y hacerlas extremadamente interesantes.

 

Acerca del Autor

Ruben Peralta Rigaud

Rubén Peralta Rigaud nació en Santo Domingo en 1980. Médico de profesión, y escritor de reseñas cinematográficas, fue conductor del programa radial diario “Cineasta Radio” por tres años, colaborador de la Revista Cineasta desde el 2010 y editor/escritor del portal cocalecas.net. Dicto charlas sobre apreciación cinematográfica, jurado en el festival de Cine de Miami. Vive en Miami, Florida.