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Critica a «Las Herederas» (2018) de Marcelo Martinessi

Las Herederas inicia con una secuencia a través de una rendija estrecha de una puerta: no se ve mucho, pero se escucha una conversación, y podemos ver vagamente que la mujer de la otra habitación tamiza los muebles para venderlos, pero observamos más que eso. La cámara se queda afuera: ni siquiera quiere entrar, se desliza como un fantasma de puerta en puerta, pero sin atreverse a penetrar. Y, por último, imita el aspecto y la inquietud del personaje principal Chela, que no ha sido mucho más que un espectador de su propia vida, pero ahora tiene que cambiar de ubicación y asumir un papel diferente.

Chela (Ana Brun) y Chiquita (Margarita Irún) han estado juntas durante mucho tiempo y han construido una buena vida juntas. Chela pasa los días frente a su caballete y se pasa gran parte del tiempo pintando. Chiquita se ocupa del resto, de las compras, así como el personal de servicio o la vida social de los dos. Ella es la creadora, camina afuera, ríe mucho, disfruta de la vida, mientras que Chela a menudo prefiere pasar el día en la cama, en la habitación, en la casa, en la oscuridad. Ambas son hermanas.

La vida de las dos mujeres cambiará abruptamente. Debido a que las dos viven por encima de sus posibilidades, han estado vendiendo valiosas reliquias y sus costosos muebles antiguos durante algún tiempo. Aun así, Chiquita tiene que pasar bajo custodia de la policía por sobreendeudamiento. De repente, ella se va y Chela se queda sola.

El impresionante trabajo de cámara de Luis Armando Arteaga es lo que hace que la película sea una experiencia visual especial. Al igual que en las primeras escenas, la cámara toma cada vez más la perspectiva de Chela, con el apoyo de la ama de llaves Pati (Nilda González) -quien se retira a su casa y a su vida cotidiana. Pero en algún momento en que ella debe salir de la casa  y el ángulo de la cámara muestra cuán vacilante es Chela, el mundo ahí afuera se convierte en algo extraño. Con Chela, la cámara muestra ángulos de visión limitados, permanece en los confines de la habitación o en el vehículo, está cerca de sus personajes y se niega a mirar todo lo que ocurre a su alrededor. La película utiliza esta tensión de una manera original para simpatizar con el personaje de la Chela.

Un día, Doña Pituca (María Martins) llama a la puerta de al lado con una solicitud de que si Chela puede llevarla a una reunión social. La dama viene de un hogar visiblemente adinerado y usa no solo sus joyas, sino la actitud de toda una generación y clase social. Tomar un taxi, no parece adecuado, pero Chela les conduce, y así las dos desarrollan una causa común: Chela es la chofer privada de Pituca, y esto representa un poco de dinero que entra en el presupuesto del hogar. Por lo tanto, el viejo Mercedes de su padre ya no es solo un símbolo de estatus, sino que ayuda a Chela a lograr un poco más de libertad e independencia.

En una de las tardes, Chela conoce a Angy (Ana Ivanova). Angy también le pide servicios de viaje, primero para ir donde su novio, luego para llevar a su madre enferma a terapia. Chela se enamora de Angy. De nuevo, las primeras miradas son tímidas, vacilantes, casi imperceptibles. Solo gradualmente, Chela acepta sus sentimientos, pero nunca los muestra.

Ana Brun está genial en el papel del Chela, una mujer reservada que no puede escapar de su piel. La autoconciencia de la figura sucede en los matices, que Brun transmite convincentemente a través de sus expresiones faciales, pero también su representación proxémica.

Con su película debut, Marcelo Martinessi pinta una imagen impresionante de la clase alta de Paraguay, atrapada en su situación ya que los personajes están en sus roles sociales. Lo emocionante es que Martinessi se enfoca exclusivamente sobre figuras femeninas. Los hombres permanecen como amigos infieles, amantes ocasionales o guardaespaldas no solo al borde de la historia, sino verdaderamente al borde de las imágenes. Las secuencias en “Las herederas” son sombrías, por eso la película se presenta mayormente en un ambiente oscuro y la mayoría de ellas tienen lugar dentro de la casa de Chela y Chiquita. Estas son tan oscuras como una sociedad que, después de décadas de agitación política, no puede encontrar su camino de regreso al brillo. Y cuando se abre una ventana, la luz que brilla desde afuera, casi hiere y deslumbra en los ojos de nuestros protagonistas.

Con  diálogos ingeniosos, expone la clase alta del país y su visión del mundo y mostrando ciertos chispazos de comedia.

Las Herederas toca los temas de amor y pérdida, crecimiento personal y cambio, todo dentro de los 95 minutos. Maravillosamente filmada y dirigida, Martinessi ha logrado algo igualmente conmovedor y visualmente inmersivo.

Acerca del Autor

Ruben Peralta Rigaud

Rubén Peralta Rigaud nació en Santo Domingo en 1980. Médico de profesión, y escritor de reseñas cinematográficas, fue conductor del programa radial diario “Cineasta Radio” por tres años, colaborador de la Revista Cineasta desde el 2010 y editor/escritor del portal cocalecas.net. Dicto charlas sobre apreciación cinematográfica, jurado en el festival de Cine de Miami. Vive en Miami, Florida.