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Critica a «Cocote» (2017) de Nelson Carlo de Los Santos

La palabra “Cocote” para los dominicanos significa cuello, pero también significa “esperanza”, o quedarse con el deseo de hacer algo, y es a partir de esta última definición, asumo yo, que el director Nelson Carlo de los Santos parte para narrar su historia.

La muerte de su padre trae a Alberto (Vicente Santos) de regreso a su pueblo natal. Él, que se había mudado hacía tiempo ya a la ciudad, trabaja como jardinero en la casa de una familia rica. Al volver, debe enfrentarse a una familia que había descuidado por años, y es en ese momento que este inicia un viaje de autodescubrimiento. En “Cocote” no hay choque de culturas entre generaciones o entre la tradición y la modernidad, las diferencias radican en una opaca mezcla de convicciones religiosas.

Alberto es cristiano evangélico. Honrar al cuerpo del padre u organizar una ceremonia de luto de varios días alrededor de este, es muy contrario a Alberto, pero este debe estar presente por cuestiones de representación. Y es que en nuestra cultura, el funeral es algo sagrado. Él no se siente cómodo dentro de un rito donde las personas lloran de manera apasionada (en República Dominicana les decimos, “Se Montan”) no se trata de la fricción de nuestra visión ilustrada con los ritos religiosos, sino ante todo de un conflicto entre el personaje y su entorno.

Él es un hombre pacífico que trabaja cultivando y arreglando flores. Es desde este concepto metafórico que el director crea su base. Usando la vista de la piscina de la rica mansión en la que este trabaja, proporciona el marco para la película y habla de la violencia histórica que tal vez es lo único de toda la estructura, muy por debajo en las imágenes y sonidos.

“Cocote”, a través de diferentes modos cinematográficos, rinde homenaje a un sincretismo estético que debido a que las imágenes son tiempos; unas inmersas en blanco y negro, otras llena de colores y en los mejores momentos; solo vemos sombras. Este manejo del lenguaje cinematográfico por parte de su autor, es lo que indiscutiblemente hace a esta película imprescindible. El padre de Alberto es, de hecho, no sólo un muerto, sino una excusa social para contar una realidad.  La muerte le fue dada por un policía, y el plan de venganza del Hijo, que se le advierte una y otra vez, está condenado al fracaso en esta sociedad. La película se ve beneficiada por el trabajo de  su director de fotografía Roman Kasseroller (Parabellum, The Future is perfect), que basa su trabajo en tomas de 360 grados y tomas fijas, preocupándose más por las correctas proyecciones de luz que de sus encuadres.

La responsabilidad social a la que el personaje de Santos debe enfrentarse, no es nada fácil. Y cuando me refiero a dicho deber, es el de a ser hombre en una cultura machista creada por la mujer. Alberto, que ahora es el “Hombre de la familia” se ve entre la disyuntiva de seguir las leyes de sus creencias o las leyes del hombre. Una le asegura que su plan de venganza sería un fracaso, mientras que la otra le asegura estar perdido en un lugar de dolor.

Vicente Santos desarrolla su personaje con pocos diálogos, al principio algo pasible, imponiendo y defendiendo su punto de vista para luego ir evolucionando a un hombre articulado, violento y con dudas acerca de sus creencias. El poder de esta interpretación está en su mirada, en su rostro mas que en cualquier palabra. Incluso, la maravillosa secuencia en la que emprende su venganza, sus acciones sin palabras son significado de cine.

Al final, Cocote es la respuesta que muchos ansiábamos, cual plegaria a los espíritus cinematográficos para que se nos presentara en una obra, que con sus excesos, representa lo mejor en la historia del cine latinoamericano. Más allá de una película de venganza, o semi-documental, la película de Nelson Carlo es una obra hermosa que habla la necesidad incuestionable de un pueblo por contar sus historias.

Acerca del Autor

Ruben Peralta Rigaud

Rubén Peralta Rigaud nació en Santo Domingo en 1980. Médico de profesión, y escritor de reseñas cinematográficas, fue conductor del programa radial diario “Cineasta Radio” por tres años, colaborador de la Revista Cineasta desde el 2010 y editor/escritor del portal cocalecas.net. Dicto charlas sobre apreciación cinematográfica, jurado en el festival de Cine de Miami. Vive en Miami, Florida.