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Critica a «The Shape of Water» (2017) de Guillermo del Toro

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Elisa (Sally Hawkins) vive en un apartamento encima de una sala de cine. A través del techo, puede escuchar las voces de los actores, que brillan en grandes epopeyas bajo la luz espléndida del proyector. Al lado de su casa vive Giles (Richard Jenkins) un artista que intenta sobrevivir a través de la publicidad y tiene la desgracia de estar enamorado de la persona menos indicada. Elisa es muda, por lo tanto, se convierte en una observadora externa, mientras cosas increíbles suceden frente a sus ojos. A principios de la década de 1960 ella fue testigo no sólo el apogeo de la Guerra Fría, sino también, en el curso de su trabajo, de las extraordinarias fantasías de ese tiempo, que van desde el famoso teléfono rojo o la aparición de una extraordinaria criatura.

“The Shape of Water” nos sumerge en la Norteamérica racista, homofóbica y paranoica durante y posterior a la guerra fría. Con un romance basado en una narrativa fantástica, Guillermo Del Toro ("El laberinto del Fauno", "Blade 2") parece invitarnos a poner la realidad contemporánea en perspectiva mediante la firma de una película impecablemente diseñada, rica en su naturaleza novelística y su artificio. El cineasta nos cuenta una historia de una Princesa sin voz.

Cómplice de esta princesa, aparte de Giles, es su colega Zelda (Octavia Spencer), cuyo flujo de palabras contrasta con su silencio. Trabajando en una base militar, las dos mujeres son responsables de limpiar un laboratorio secreto donde hacen contacto con una misteriosa criatura. Optando por el contexto único de la Guerra, Guillermo Del Torro nos confronta con una galería de coloridos personajes deliberadamente caricaturescos. Por lo tanto, el microcosmos del laboratorio se convierte en un teatro donde entran en escena.

Guillermo Del Toro compone un fresco, basándose en la mirada de su propio narrador. Se burla así del hombre de poder racista, misógino y violento al abrir un paréntesis sobre su intimidad y burlarse de su orgullo con orgullo, valga la redundancia. Encuentra en el personaje de Zelda un portavoz que expresa, con mucho humor, un punto de vista crítico sobre el mundo y su funcionamiento. También escapa en compañía de Giles para traducir esta visión desde un punto de vista romántico, creando así el balance entre los secundarios. Del Toro compone cuidadosamente su puesta en escena, creando una atmósfera visual hipnótica. Rinde homenaje al cine clásico de Hollywood, a través de los ojos de Giles y varias situaciones en la que Elisa sueña despierta.

En todo su diseño, sin embargo, la elegante y atemporal narrativa de Guillermo del Toro es lo más impresionante y apela a una gama inimaginable de emociones. Ya en su trabajo anterior, el director demostró fabulosamente cómo puede difundir historias en niveles múltiples e inesperados para crear una sensación de grandeza de lo que se muestra, sin perder el núcleo. Es el tratamiento empático de las fascinantes historias de amor entre el monstruo y el ser humano lo que le da a “The Shape of Water” su independencia. La letra del director se puede reconocer en cada fibra de la película, por lo que la puesta en escena de los acontecimientos es muy cuidadosa y detallista. Pero Del Toro no se ha detenido en el tiempo, se ha convertido en un narrador incomparable que sabe exactamente lo que quiere y en cómo traer las imágenes a la gran pantalla para expresar su visión. Con pleno conocimiento de la historia del cine, sin portar el género, la determinación de ir en contra de las convenciones crea en Guillermo del Toro, ser uno de esos directores que se preocupa por su audiencia, sin dejar de lado la calidad cinematográfica, su estilo y lenguaje están presente desde el primer fotograma.

En este viaje, un anfibio con ojos brillantes se encuentra con un huevo sin cáscara y se mueve al ritmo de la música jazz contemporánea dentro del agua. Más tarde, un abrazo cauteloso y un beso tímido siguen, incluso los dedos mordidos y la muerte trágica de una mascota inocente son parte de este viaje, que cuestiona no solo la terminología del (verdadero) monstruo sino que al mismo tiempo, con colores fuertes, dibuja un retrato de una sociedad.

Guillermo del Toro recuerda el oficio práctico de ser director de cine y encuentra consuelo en la memoria familiar. Sin embargo, “The Shape of Water” irrumpe en el cine como una película progresiva que se siente conectada con los excluidos y les da el espacio para desarrollarse como se les niega en otros lugares. Un poder universal fluye a través de esta impresionante película de amor. Es perfecto.

THE SHAPE OF WATER - Trailer from Mill Valley Film Festival on Vimeo.

Acerca del Autor

Ruben Peralta Rigaud

Rubén Peralta Rigaud nació en Santo Domingo en 1980. Médico de profesión, y escritor de reseñas cinematográficas, fue conductor del programa radial diario “Cineasta Radio” por tres años, colaborador de la Revista Cineasta desde el 2010 y editor/escritor del portal cocalecas.net. Dicto charlas sobre apreciación cinematográfica, jurado en el festival de Cine de Miami. Vive en Miami, Florida.