Pablo Berger debuta en las salas españolas con la muy buena comedia “Torremolinos 73” (2003) y dicha industria tuvo que voltear su mirada a este director. El cineasta vasco confirma las 
sospechas de su extraordinario talento con su segunda película “Blancanieves”(2012), aquella modernizada revisión del cuento clásico a través de las costumbres españolas y las formas de vanguardias. Ahora presenta “Abracadabra”, que comparte con las dos anteriores la capacidad para transitar por caminos inesperados.
En las afueras de Madrid, vive Carmen (Maribel Verdú), un ama de casa frustrada y casada con Carlos (Antonio de la Torre), un esposo agresivo e insensible, con poca consideración por las necesidades de su hija y esposa. Durante una recepción nupcial, el primo de Carmen busca un voluntario entre los invitados para un número de hipnosis amateur y Carlos, aunque escéptico, acepta. Algo sale mal, la situación se les escapa de las manos y… Abracadabra. Este es el nombre de la película, una comedia melancólica y surrealista que maneja inteligentemente un tema difícil de abordar con ligereza, lo femenino.
A partir de este punto de partida, Berger navega por diferentes géneros con mayor o menor fortuna. Las incursiones en la comedia costumbrista resultan obvias o se pasan de la raya, mientras que la exploración de lo masculino y femenino, una constante de su filmografía, se queda esta vez en el estereotipo fácil. Más estimulante resulta la aproximación al mundo fantástico para desplegar el conflicto emocional de la protagonista, una mujer que descubre la felicidad de la mano del espectro que habita el cuerpo de su marido. Una Maribel Verdú espléndida como siempre consigue hacernos creer lo más increíble.
“Abracadabra” es más que el título, es una clara referencia al escenario que el espectador descubrirá. La clara intención del director, que no quiere renunciar a los tonos fabulosos y los elementos grotescos que le son tan queridos, es abandonar el blanco y negro de "Blancanieves" por una explosión de colores y una muy buena musicalización. Berger concluye con una historia brillante, no sin defectos, pero con diálogos notables. Aunque la narración se centra en las desventuras de un hombre que pierde su identidad como resultado de un desorden, el personaje de una mujer maltratada queda relegado en el trasfondo de una historia de amor lamentable e insalubre que necesita ser curada. Abracadabra adquiere telas de comedia para transfigurar cada vez más en un drama, aunque este enladrillado parcial de géneros no funciona perfectamente, descarrilándose en diferentes articulaciones narrativas.
Al final vemos como la visión feminista del director triunfa y no es sin más, pues su protagonista es una mujer que busca su felicidad a toda costa aunque esto la lleve a andar por los más inverosímiles caminos, sin rendirse y manteniéndose viva a base de carácter. Es una película divertida que de momentos pierde su norte, pero se mantiene en rumbo gracias al carisma de sus actores y la muy buena dirección de Berger.
