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Crónica Cannes 2017: «Happy End» (2017) de Michael Haneke

Georges Laurent (Jean-Louis Trintignant) construyó una empresa, la cual pasó a sus hijos cuando se retiró. Ahora se está volviendo poco a poco demente y en sus momentos de lucidez, solo habla de la muerte. La dirección de la empresa constructora es liderada por Anne (Isabelle Huppert), con el apoyo de su inestable y rebelde hijo Pierre (Franz Rogowski), quien proyecta  pocas esperanzas de madurar y convertirse en un sucesor capaz. El hermano de Anne, Thomas (Mathieu Kassovitz), es un médico respetable cuya hija, llamada Eve (la excelente Fantine Herduin)  acaba de mudarse con su padre luego de un fallido matrimonio y que su depresiva madre haya fallecido por una sobredosis de medicamentos. Sin embargo, su padre lleva una doble vida; tiene una relación virtual mostrando un lado muy diferente de él, lujurioso y con deseos de romper las normas y convenciones de su familia y estrictos principios profesionales. Eve, que no es tan inocente como indica su nombre, se encuentra en el nuevo y extraño entorno como un simple observador implacable de las relaciones entre sí de los miembros de la familia, notando desconfianza, frustración y la incapacidad de mostrar amor sincero, siendo incapaz de ayudar a los de su misma sangre. Todo termina de colapsar en un  espectacular final con la sensación de chocar de frente contra un muro de contención.

Michael Haneke presenta esta amargada constelación familiar, pero el director alemán se toma su tiempo para organizar estas estructuras y contarnos estas relaciones. Tarda casi una hora para crear todas las conexiones e importantes desarrollos. Algunos de los eventos clave se llevarán a cabo en dos secciones, haciendo que en poco tiempo, los espectadores puedan volver a ponerse al día con lo ocurrido al inicio y ser capaces de identificar la nueva situación. De esta manera, al igual que en “Caché” (2005), algunas de las escenas podrían resultar incongruentes o un conglomerado de elementos tras otro como código, pero estas actúan golpeando la psiquis del espectador, creando grietas y distorsiones que serán evidentes en su conclusión.

Con películas como "White Ribbon" (2009) y "Amour" (2012) ambas ganadoras de la Palma de Oro en los respectivos festivales de Cannes, ya es una cuestión de honor que el provocador autor presente su nueva película “Happy End” dentro del marco del festival en la Costa Azul (siendo esta su séptima vez). La elegante y escalofriante forma en que presenta este drama familiar demuestra ser irresistible, con la necesidad de diseccionar a toda una cultura de falsa felicidad, cubierta solamente por dinero, apariencia e hipocresía.

El director nacido en Munich, denuncia radicalmente con "Happy End" uno de sus temas preferidos: la familia disfuncional de clase alta con profundas heridas en la sociedad de la llamada "vieja Europa" ; la culpa y los conflictos entre jóvenes y viejos, hombres y mujeres, ricos y pobres basados en la falta de comunicación, (pese a todos los nuevos medios de comunicación,  haciendo hincapié de una manera interesante en las redes sociales). Notamos incluso en las fotografías familiares, cierto sentimiento de encarcelamiento y sonrisas forzadas. Nada es casualidad en esta película.

Los Laurents aparecen como los habitantes de una torre de marfil moral y social. Los miembros del círculo de esta adinerada familia lucen desesperados e ignorantes acerca de sí mismos y Haneke muestra cómo esta extraña y casi ridícula situación los arropa. Resulta divertido (para el espectador) observar fascinante y diabólicamente qué miembro de la familia probablemente va a colapsar bajo el peso de los primeros conflictos,

Los esfuerzos de la familia para escapar de sus vidas monótonas son notables actos de desesperación, ellos saben que no pertenecen allí, pero tienen que estar. Una de las mayores fortalezas de Michael Haneke, como director de cine, es que él no le hace las cosas fáciles al público. Si de algo pueden estar seguros, es que él los va a llevar a donde quiere, sin anunciar cuándo ni cómo, así que ponerse a la expectativa es una pérdida de tiempo. Una vez que conozcan a Eva, me entenderán.

Acerca del Autor

Ruben Peralta Rigaud

Rubén Peralta Rigaud nació en Santo Domingo en 1980. Médico de profesión, y escritor de reseñas cinematográficas, fue conductor del programa radial diario “Cineasta Radio” por tres años, colaborador de la Revista Cineasta desde el 2010 y editor/escritor del portal cocalecas.net. Dicto charlas sobre apreciación cinematográfica, jurado en el festival de Cine de Miami. Vive en Miami, Florida.