Críticas de Cine y Artículos

10 mentiras del cine sobre las armas de fuego

Incluso los fans de los filmes austrohúngaros con subtítulos en inglés lo admitirán, llegadountitled el momento: una peli de tiros es algo que le gusta a casi todo el mundo. Gracias a titanes como Schwarzenegger, Stallone o nuestro admirado Bruce Willis, el cine más divertido ypalomitero y las armas de fuego son casi sinónimos. Algo que nos ha deparado momentos de gran esparcimiento en las salas oscuras pero que también ha generado mitos bastante estúpidos acerca de las armas de fuego.

En previsión de invasiones alienígenas y otros sucesos similares, ahora que ha llegado 2013 , nos hemos dedicado a desmontar 10 creencias sin fundamento que Hollywood ha divulgado sobre el arte de la balística. Aunque queden muy bien en la pantalla, será mejor que las recuerdes si alguna vez te ves del lado equivocado de una pistola.

No todo el mundo puede disparar

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Esto parece una tontería, pero es mejor dejarlo claro desde el principio: el tiro con armas de fuego es algo más difícil de lo que parece: olvídate de esas escenas en las que un relativo novato coge una pistola y pone finos a los malos a tiro limpio. Además de la pericia y el tiempo necesarios para apuntar, manejar un arma de fuego requiere de "una práctica constante, cuidado con el mantenimiento y mucha resistencia física", nos cuenta Manuel Romero, militar de carrera y presidente del club de tiro 5Mentario. Manuel, que se confiesa aficionado al cine de acción, recuerda escenas en las que "alguien coge una pistola de calibre 9 milímetros y se pone a disparar a toda velocidad: eso es imposible". Nos lo creemos, pero ¿por qué?

¡Cuidado con el retroceso!

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Al ver a alguien disparando en una película, puede apreciarse cómo se mantiene en pie sin apenas esfuerzo entre disparo y disparo. Es incluso posible que camine o corra mientras lo hace. En la vida real, olvídate de esto: el retroceso de un arma de fuego tiene consecuencias muy serias. Según nos explica Manuel Romero, "hay que desarrollar resistencia en el brazo, aprender a coger la pistola, y apuntar de la manera adecuada". ¿Qué ocurre si incumples esta norma? Pues, por lo pronto, que puedes dislocarte la muñeca o el brazo. O algo peor: "He visto vídeos de tiradores inexpertos dándose con el cañón de la pistola en la cara", explica nuestra fuente. De ahí que pistolas de calibre exagerado, como la Desert Eagle 50 E (la manejada por Hugo Weaving en Matrix) sean consideradas como grandes trastos inútiles por los expertos. Que alguien se lo explique a la Angelina Jolie de Wanted, por favor.

Los silenciadores no silencian tanto

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Lo hemos visto, por ejemplo, en No es país para viejos : una vez aplicado al cañón de una pistola, o incluso de un rifle (todo un señor Remington 11-87, en ese caso), un silenciador reduce su estampido a un ruidito casi inaudible. Pues, una vez más, mentira podrida: el silenciador atenua el sonido provocado por la deflagración de la pólvora... Pero sólo eso, y estamos hablando de un volumen de 140 decibelios que se reduce a 120 decibelios en el mejor de los casos: justo el umbral de dolor del oído humano. Así mismo, los silenciadores (que, por cierto, están prohibidos) no reducen el boom sónico de las balas. Por otra parte, no todas las los aceptan. "Tienen que ser pistolas con la bocacha muy larga", indica Manuel Romero. Y prosigue: "Algo que queda ridículo es ver a personajes de película colocándolos a presión, cuando se ajustan mediante una rosca o un tornillo".

"Tiroteo en interiores" = "Masacre segura"

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¿Recuerdas la gran escabechina que monta Clive Owen en Shoot'em Up, masacrando a los malos sin quitarse de la entrepierna a Monica Bellucci? En la vida real, una escena así (o, en menos sexy, el tiroteo en la comisaría de Terminator) tendría un aspecto muy diferente... Y unos resultados también muy diferentes. Por lo pronto, las armas emiten humo al dispararse, con lo que a los pocos minutos no se vería ni torta. Lo cual generaría una gran falta de visibilidad, sumada, y añadida, a otro serio inconveniente: las balas perdidas. A no ser que atraviesen superficies muy finas (mala suerte para quienes se hallen al otro lado), que queden incrustadas al impactar o que se trate de munición explosiva, los proyectiles tienen serias posibilidades de rebotar si chocan, por ejemplo, contra el suelo. Con lo cual, pueden causar la muerte de alguien fuera de la línea directa de tiro, o que sencillamente pasaba por allí.

Un chaleco antibalas no es un seguro de vida

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Lo sentimos por los fans de Regreso al futuro, pero un chaleco antibalas no libra a nadie (ni siquiera a Doc Brown) de ir directo al cementerio tras una ráfaga de armas automáticas. En el caso de que el tirador se halle a una distancia bastante larga, una armadura de tipo militar (15 kilos de peso) sí que puede ahorrarte la visita a San Pedro, dada su resistencia y el hecho de que las balas pierden potencia cuanto más largo es su recorrido. Pero, incluso en el mejor de los casos, prepárate para un par de costillas rotas, o para impactos que pueden poner tus órganos vitales en peligro. Ahora bien: supongamos que eres el malo de la peli, y que decides coger (por ejemplo) a la chica del héroe como escudo humano. Pues lo sentimos, porque es probable que te ocurra lo que a los soldados nazis de Indiana Jones y la última cruzada: disparada a bocajarro, una bala puede atravesar las partes blandas del cuerpo de varias personas puestas en fila, llevándoselas a todas por delante.

La munición se acaba, y las armas se encasquillan

 

"¡Si jodes a Tony Montana, estás jodiéndole al mejor", clamaba Al Pacino en El precio del poder mientras disparaba su ametralladora incansablemente. Aunque la escena le quedó muy bien, si Brian DePalma la hubiese rodado de forma realista hubiera quedado muchísimo más corta: un fusil automático AK-47, por ejemplo, dispara 700 balas por minuto, lo cual resulta muy espectacular... Salvo si contamos con que el cargador tiene 30 balas, y que el proceso de recarga lleva su tiempo. Eso, por no hablar del hecho de que, si no la manejas con cuidado, el arma puede encasquillarse al recargar, o si se dispara demasiado rápido. "El casquillo puede bloquear el cierre, o el cargador puede atascarse", nos informa Manuel Romero. Ahora, recordemos que un cargador de una pistola admite unas 7 balas. Echa cuentas...

El 'click' es una fantasmada

 

El vídeo de arriba, procedente de Los elegidos, muestra un buen ejemplo de algo que se ha convertido en una constante: alguien con un arma se acerca a su víctima, preferiblemente indefensa y, bien para intimidarla, bien para acentuar el dramatismo, amartilla monta el arma para que esta emita su característico click. ¿Cuál es el problema? Pues que, en una pistola automática, la bala entra automáticamente en la recámara con cada disparo. Con lo cual, si la escena fuese medianamente realista, al susodicho movimiento le hubiese acompañado la imagen de dos cartuchos desperdiciados cayendo al suelo. En realidad, este mito es una herencia del western, cuando los cowboys se veían obligados a amartillar sus revólveres con cada nuevo disparo.

Los francotiradores: el arte de la paciencia

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"Bendito el Señor, mi roca, que adiestra mis manos para la guerra y mis dedos para la batalla... ¡Bang!". Si Steven Spielberg no hubiese llenado Salvar al soldado Ryan de referencias realistas, y si no nos hubiese mostrado ya al francotirador Jackson portándose como un sibilino cazador, juraríamos que esta fantástica escena es una fantasmada enorme. Porque ventilarse a un pelotón de soldados nazis entre versículo y versículo delSalmo 143 está muy lejos del verdadero procedimiento de un verdadero francotirador. En palabras de nuestro experto Manuel, que es tirador selecto de Infantería, "la actividad de un francotirador se parece a la de alguien que caza ciervos y que espera a que pasen frente a él: una película que lo describe bastante bien es Enemigo a las puertas".

¿Explosiones? ¿Qué explosiones?

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Michael Bay, entre otros, se ha construído una filmografía entera a partir de este mito: si el depósito de combustible de un coche se ve alcanzado por una bala, tendremos como resultado una vistosa explosión, para que se luzca el departamento de efectos especiales. Lo cual viene a ser una clamorosa mentira, porque (a no ser que se cometan actos de gran estupidez, como acercarle una llama) prender la gasolina es mucho más difícil de lo que parece, y una deflagración al estilo Transformers llevaría sus buenos minutos de combustión antes de producirse. El caso más extremo, según reveló el programa de TVMyth Busters, tiene lugar cuando explota un camión en el tramo final de Terminator 2:dicho camión era un modelo Diesel, que funciona con gasóleo. Y el gasóleo no arde.

Una herida de bala: una cosa muy seria

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Este epígrafe puede parecer una perogrullada, pero no nos cansaremos de decirlo: la peor frivolización de Hollywood sobre las armas de fuego es minimizar las consecuencias de un balazo. El hecho es que la mayoría de las armas tienen el cañón estriado (que hace que la bala gire sobre sí misma, aumentando su velocidad) y que fenómenos como el shockhidráulico (muy resumido: el daño provocado por el desplazamiento de los fluídos corporales), por no hablar del movimiento del proyectil dentro del cuerpo de la víctima, hacen que recibir un tiro sea un trance, si bien no siempre mortal, siempre angustioso y de secuelas gravísimas. Sumemos a eso que la mayoría de las víctimas de tiroteos reciben los balazos en el torso, donde se concentran la mayoría de los órganos vitales, y te harás una idea. Añadamos un último detalle: la hemorragia puede hacer que tardes horas, e incluso días, en morir si no recibes la asistencia adecuada, como demuestra el caso de Tim Roth enReservoir Dogs. Eso sí: al revés de lo que se ve en muchas pelis, la víctima del balazo no suele caer a tierra tras el impacto (salvo, gran paradoja, si lleva un chaleco antibalas, o si el proyectil impacta en un hueso).

Fuente: Cinemania

Acerca del Autor

Ruben Peralta Rigaud

Rubén Peralta Rigaud nació en Santo Domingo en 1980. Médico de profesión, y escritor de reseñas cinematográficas, fue conductor del programa radial diario “Cineasta Radio” por tres años, colaborador de la Revista Cineasta desde el 2010 y editor/escritor del portal cocalecas.net. Dicto charlas sobre apreciación cinematográfica, jurado en el festival de Cine de Miami. Vive en Miami, Florida.